Hace unos días un vecino, compañero ocasional de cafetería y copa, mientras leía el periódico comentó con ese tono de humor trágico que nos gastamos en estas tierras, "de la que nos vamos a librar, los robots ocuparan en 2025 la mitad de los puestos de trabajo industrial", y concluyó con sorna "aquí de empleos productivos gastamos poco". El informe al que se refería lo emitió el Foro Económico Mundial y afirma que hasta el año 2022 se perderán en el mundo 75 millones de empleos por la automatización de los procesos productivos, para añadir que la sustitución de esta mano de obra por mecanismos automatizados en el trabajo de producción y servicios puede generar la necesidad de 133 millones de empleos distintos.

Me vino a la cabeza lo interesante que sería contar desde la política, los agentes económicos, y sociales y las distintas administraciones territoriales, con un plan para afrontar esta realidad que ya nos invade. Convivimos con bancos sin personal, gasolineras autoservicios, supermercado sin cajeras, y la logística de muchas empresas tienen fases totalmente automatizadas.

Necesitamos un plan de formación, reciclaje y recualificación de los actuales trabajadores y trabajadoras, y de los jóvenes que se incorporen a todos los sectores, tanto industrial, primario y de servicios. Es necesario incrementar el esfuerzo en investigación e innovación y potenciar el gran yacimiento de empleo de los sistemas socio-sanitarios de acceso equitativo, de cuidados y atención a las personas. Y para soportar la ineludible transición, se deben profundizar en sistemas justos de prestaciones públicas, con especial relevancia pensiones y sanidad. Justo lo contrario que se viene haciendo desde 2010, en fin, que trabajen las máquinas, nosotros a lo nuestro: política-espectáculo, Másteres y corruptelas.

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