NOTAS AL MARGEN
David Fernández
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EL éxito de la conquista de Jerez al islam por las tropas castellanas fue comunicado por Alfonso X a Clemente IV, quien el 23 de octubre de 1267 le respondió con una carta de felicitación. En ella, el papa celebraba que “aquel detestable traidor, aquel enemigo embustero, el rey de Granada, ha sometido su dura cerviz a tu imperio”. Este documento, poco difundido fuera de los círculos académicos, constituye una prueba decisiva: la incorporación definitiva de Jerez a la Corona de Castilla se produjo en 1267, y no tres años antes, como sigue repitiéndose desde hace siglos.
Esa y otras evidencias, procedentes de fuentes árabes y castellanas, fueron analizadas en profundidad en el último capítulo de mi tesis doctoral, publicado en 2016 con el título La revuelta mudéjar y la conquista cristiana de Jerez.
En ella concluí que el momento exacto de la conquista debe fijarse el 3 de octubre de 1267, coincidiendo con la festividad de San Dionisio Areopagita, a quien el rey Sabio consagró una de las antiguas mezquitas y su barrio circundante de la ciudad.
No obstante, en mis primeras publicaciones —siguiendo las hipótesis del profesor estadounidense Joseph F. OʼCallaghan— situé la conquista un año antes, en 1266, de acuerdo con lo que él mismo afirmaba en su obra El reinado de Alfonso X de Castilla (1996, p. 232). A la luz de nuevas fuentes y del contraste entre los diplomas papales, los registros reales y los repertorios árabes, quedó claro que aquella fecha debía corregirse.
A pesar de todo, la historiografía jerezana continúa arrastrando la vieja confusión, apoyada en dos errores concatenados: el cronológico, derivado de las imprecisiones de la Crónica de Alfonso X, y el hagiográfico, fruto de una equivocada identificación del patrón local con el obispo mártir de París. Según esta tradición, la conquista de Jerez habría tenido lugar el 9 de octubre de 1264, día de San Dionisio de París.
Sin embargo, la comparación de los martirologios medievales demuestra que la festividad del verdadero San Dionisio Areopagita, discípulo de San Pablo y obispo de Atenas, se celebraba el 3 de octubre. Los martirologios de Beda (siglo VIII), Adón de Viena y Usuardo (siglo IX) distinguen claramente entre ambos santos: el ateniense, torturado “sub Adriano diversis tormentis” el 3 de octubre, y el parisino, decapitado “Parisiis... a Fescennino gladio” el día 9.
La confusión, por tanto, no procede de época altomedieval, sino mucho después: en el Martirologio Romano de Gregorio XIII (1572-1585) se fundieron ambas figuras, haciendo creer que Dionisio Areopagita había predicado en París y allí había sido martirizado.
De esta fusión surgió el equívoco que, siglos más tarde, llegaría hasta la tradición jerezana y alteraría la datación de su fiesta patronal. Por otro lado, los documentos auténticos conservados desmienten con rotundidad la fecha de 1264. Todos los textos reales relacionados con la conquista y repoblación de Jerez están fechados a partir de noviembre de 1267. Ningún diploma anterior —ni de 1264 ni de 1265— ha llegado hasta nosotros, ni se conocen copias fidedignas.
Los supuestos privilegios que se citan en la historiografía local —como la concesión de un solar a los franciscanos, el nombramiento de Alvar Fáñez como alcaide del Alcázar, la confirmación del escudo de armas o el privilegio de diezmos a la colegiata de San Salvador— son, en el mejor de los casos, reconstrucciones tardías; en el peor, falsos diplomáticos.
El primero de ellos, fechado el 9 de octubre de 1264, habría otorgado a la Orden de San Francisco un solar frente a la Puerta Real. De su existencia no hay constancia documental alguna: los cronistas del siglo XVIII, Bartolomé Gutiérrez y Francisco de Mesa Xinete, admiten que el documento se perdió y que nunca fue visto por ellos. Algo similar ocurre con el supuesto “privilegio rodado” que nombraba alcaide a Alvar Fáñez: no se conserva copia ni original, y sólo parece tener sentido a la luz de una carta posterior, fechada en noviembre de 1267, en la que Alfonso X envía cuarenta caballeros a reforzar la defensa de Jerez.
Del mismo modo, el pretendido privilegio que confirmaba las armas del escudo jerezano o la carta de diezmos a la colegiata de San Salvador carecen de soporte documental. En este último caso, el texto, tradicionalmente datado en septiembre de 1265, debe situarse en realidad dos años después, en noviembre de 1267, cuando el rey se hallaba efectivamente en Jerez ratificando el acuerdo de límites entre los obispados de Sevilla y Cádiz.
La confusión de fechas es tan precisa que, al corregir el calendario litúrgico y cruzarlo con la documentación regia, el miércoles 23 de noviembre de 1267 coincide con el día en que Alfonso X firmó en la ciudad el citado convenio, acompañado del escribano real Velasco Gómez, el mismo que figura en el resto de manuscritos jerezanos auténticos.
Todo ello demuestra que los diplomas “de 1264” jamás existieron, y que el vacío documental entre esa supuesta conquista y los primeros textos de noviembre de 1267 no es casual, sino revelador: Jerez no fue tomada hasta el otoño de 1267. La carta del papa Clemente IV, las fuentes árabes y los diplomas castellanos se cruzan, encajan y se confirman mutuamente, eliminando cualquier duda razonable.
En definitiva, la fecha tradicional del 9 de octubre de 1264 pertenece al terreno de la leyenda; la verdadera historia se escribió tres años después. El 3 de octubre de 1267, día de San Dionisio Areopagita, Alfonso X incorporó Jerez a la Corona de Castilla, y en su honor consagró la collación que lleva su nombre.
Quizá sea hora de que Jerez celebre a su patrón el día que realmente le corresponde.
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