Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Más que teorías firmes, o ni siquiera hipótesis, tengo sospechas: la epidemia de insomnio que asola España (5,4 millones de insomnes) hunde varias raíces en lo social, en cómo se nos clava en las carnes esta vida que llevamos; estreses, ansiedad, falta de tiempo, pantallas, luminarias y –más abajo– lascas de cositas no resueltas que nos pinzan las tripas y ni siquiera nos pispamos. “Qué solitario vivo / en este corazón / donde hace frío”, escribe el poeta. Pienso estas cosas cuando anoto que me quiero pillar Las buenas noches, lo último de Isaac Rosa, que va sobre el insomnio que por suerte no padezco. “Toda tristeza es el efecto de un poder sobre mí”, decía Deleuze y decía verdad. Y aquí viene mi remedio que –otra vez– nada tiene de teoría firme, ni siquiera de hipótesis, solo sospecha: igual no es mala idea volver al cuerpo. Habitarse una a sí misma, sentirse las carnes y en las carnes, ya que estamos encarnados.
Me rechistarán que somos cuerpos que más que nunca se exhiben y recauchutan, y se invierte en cómo convertirlos en centenarios. Cuidarlos incluso desgrava. Cuando sugiero habitar el cuerpo no me refiero a las actuales formas de escaparatismo, neurosis y mortificación, ni del odio y la lucha contra la edad y la hechura. Todo lo contrario. Hablo de aprovechar para notarlo vivo a cada paso, no solo cuando grita en forma de contractura, para curiosearlo (¡pecado!), sentir y sentirlo, y no verlo como un engorro que toca arrastrar de un sitio a otro. “Él la quería palpar / pero ella era / audiovisual”, guiña la poeta. El mundo en que sobrevivimos teletrabajando, chateando y deambulando por redes nos invita a la incorporeidad y a la falta radical de contacto físico. Qué altos muros estos, trabajarse las cachas para Instagram, aspirar a cuerpos diez incapaces de mirarse a los ojos. Las love-dolls son tan reales y las reales tan molestas…, y la IA es verbo que por fin no se hace carne. Sin cuerpos se diluye la diferencia práctica entre las inteligencias artificial y natural. Albania acaba de nombrar a una ministra que no es persona y en Estados Unidos no sorprende ver coches sin conductor. Olvidamos que el cerebro es una parte del cuerpo y que hay inteligencia en la yema de los dedos. Olvidamos que cuando nos referimos a nosotros mismos apuntamos con el dedo no a la cabeza sino al pecho.
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