Andalucía, territorio vulnerable

Tras la decepción de la cumbre de Egipto, hay que volver a levantar la voz de alarma por las consecuencias del cambio climático para Andalucía

La cumbre del clima celebrada la semana pasada en Sharm el Sheij (Egipto) terminó el domingo con resultados parecidos a todas las anteriores: muy buenas intenciones, pero pocos resultados concretos. De hecho, fue imposible sacar adelante una resolución impulsada por algunos países y organizaciones ecologistas para eliminar progresivamente el uso de los combustibles fósiles, principales responsables del calentamiento global. El único avance significativo fue el compromiso de crear un fondo, carente por ahora de cualquier concreción, para compensar a los países más vulnerables a los efectos del fenómeno. No parece que España vaya a ser incluida en esa lista, pensada para naciones con niveles de renta muy bajo. Pero como andaluces sí debemos expresar una vez más nuestra alarma por la vulnerabilidad de nuestro territorio a las consecuencias económicas y sociales de la modificación del clima que se observa desde hace ya décadas. Según los datos del informe que publicaba el domingo este periódico, con opiniones de destacados expertos,a final de siglo la temperatura media de Andalucía se habrá incrementado muy por encima del grado y medio que se ha puesto como objetivo la comunidad internacional y zonas de Huelva, Cádiz, Málaga, Sevilla, Jaén o Granada pueden presentar zonas de desertificación similares a las que en la actualidad tiene Almería. Sin caer en tentaciones apocalípticas sí conviene tener muy claro lo que se juega la región en este reto. Andalucía vive principalmente de la agricultura y el turismo, dos actividades especialmente sensibles al fenómeno del cambio climático. El presidente de la Junta ha expresado reiteradamente su preocupación por la cuestión y su intención de colocar el clima a la cabeza de la agenda de su Gobierno. Pero una comunidad autónoma tiene un margen de maniobra muy estrecho ante la magnitud de una crisis global y ante la pasividad de la comunidad internacional. La cumbre de Egipto ha sido una nueva decepción. Mientras, el tiempo se agota.

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