La tribuna

La psicología de los extremos

La psicología de los extremos
Rosell
Juan Ramón Medina Precioso
- Biólogo Y Escritor

Con motivo de su óbito, los amigos del sarcástico columnista Ussía nos han recordado que uno de sus escritores favoritos era P. G. Wodehouse. Los adictos a ese humorista inglés sabemos que muchas de las jugadas maestras de Jeeves se basaban en lo que ese astuto mayordomo llamaba “la psicología del personaje”. Pues bien, las reacciones a los resultados de las elecciones autonómicas extremeñas nos han aportado valiosos indicios sobre lo que podríamos llamar “la psicología de los extremos”. Entendemos por tales los líderes de los partidos situados en los extremos del escenario político español: el que va del liberalismo al comunismo y el que va del unionismo al separatismo, pero aquí solo hablaré del primero. Lo llamemos izquierda a la izquierda del PSOE o izquierda alternativa en vez de extrema izquierda, uno de esos extremos lo ocupan IU y Podemos. En orden decreciente, la prelación de resultados extremeños ha sido PP, PSOE, Vox y Unidas por Extremadura, una coalición de la que formaban parte Podemos e IU. Aunque el PP solo haya aumentado un escaño y el PSOE haya perdido diez, ambos partidos siguen siendo los favoritos de los votantes. Pues bien, Irene de Miguel, una dirigente cuya formación ha quedado en último lugar, ha declarado que Guardiola, la dirigente del partido más votado, debe dimitir porque ha fracasado. Es cierto que Unidas por Extremadura ha duplicado sus resultados respecto de las elecciones anteriores, pero no es menos cierto que sigue a la cola de las preferencias de los extremeños. Ha obtenido el 10% de los votos, pero se permite menospreciar a la que ha obtenido el 43% de los votos. Hasta donde recuerdo, nada parecido dijo Julio Anguita en 1986, cuando IU-CA obtuvo el 20% de los votos, el doble que Irene. Su equivalente actual en Andalucía, la coalición Por Andalucía, obtuvo el 7,7% de los votos, una proporción que no alcanzarán en las próximas elecciones si Podemos e IU concurren por separado. Así que menos humos. Más razón lleva Maíllo, el líder de IU, al recomendar que los pactos deben basarse en la implantación territorial de los partidos correspondientes. Curiosamente, de eso se sigue que Movimiento Sumar, el partido de Yolanda Díaz, no debería figurar en ningún pacto, pues apenas existe en ningún territorio. Pero lo que ahora quiero recalcar es esa peculiar psicología que lleva a las opciones minoritarias a comportarse como si hubiesen ganado las elecciones, una distorsión cognitiva que no suele acarrear buenas consecuencias políticas.

Otro eximio ejemplo de esa peculiar psicología de los extremos lo constituyen los dirigentes de Vox. En este caso casi nadie se priva de hablar de ultraderecha o de extrema derecha, en vez de derecha a la derecha del PP o de derecha alternativa, pero su situación es simétrica respecto de Unidas por Extremadura. Así, Abascal, su dirigente nacional, ha declarado que “Vox es el gran triunfador” y que ha sido “el real ganador”. De nuevo es verdad que ha duplicado sus resultados respecto de las elecciones anteriores y de nuevo también es verdad que Vox solo es la tercera fuerza extremeña. Con un 17% de los votos no debería despreciar al PP, que ha obtenido más diputados que las dos formaciones de izquierda juntas. No le falta razón a Guardiola cuando les reclama que hagan una lectura sensata de los resultados, pero no lo harán. De hecho, Manuel Gavira, el portavoz de Vox en el Parlamento de Andalucía, ha declarado que PP y PSOE han sido “los grandes perdedores” en Extremadura. Y ha anunciado que las políticas que comparten “tienen los días contados en la Junta”. Si no renueva su mayoría absoluta, con esos bueyes tendrá que arar Moreno Bonilla. Ahora mismo Vox tiene un 13,5% de los votos en Andalucía y las encuestas le predicen un resultado del orden del 17%. Es decir, una situación parecida a la de Extremadura. Harán bien los dirigentes andaluces del PP en aprender de las negociaciones que ahora tendrán lugar en esa región, pues sus interlocutores se guiarán por la misma psicología de los extremos. Una psicología en la que santa intransigencia se mezcla con la negativa a reconocer que solo son la tercera fuerza política.

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