Lotería y nacimientos

24 de diciembre 2025 - 03:07

Este año, el décimo de lotería venía ilustrado por una modesta natividad de la Virgen, obra de Juan García de Miranda. Este pintor, apenas conocido hoy en día, era manco de nacimiento y fue quien restauró, junto a Andrés de la Calleja, las pinturas salvadas del grande y pernicioso incendio del Alcázar que devoró numerosas obras de arte, y al palacio real mismo, en la Nochebuena de 1734. Una de las obras que se libró, prodigiosamente, de la caricia del fuego fue las Meninas; otra, de un total de más de mil pinturas y esculturas, era la extraordinaria Adoración de los Magos que pintó Rubens, y que se salvó porque estaba colgada a la mano, y no en los altos de las salas palaciegas, a donde no llegó el cuchillo providencial que las librara del marco. ¿Es por este motivo, por su tarea restauradora de las grandes obras que atesora España, por lo que García de Miranda, pintor modesto e inclinado a la ternura, tuvo su propina de actualidad en las loterías del Estado? Que lo diga quien lo sepa.

En esta predisposición barroca a la ternura, es imposible no acordarse de la pintura de Murillo; pero no solo por su emocionante Adoración de los pastores, de reposada y tibia sencillez; sino por aquel descendimiento de Pedro de Campaña, obra de grave y delicado dramatismo, que se hallaba en la extinta iglesia de Santa Cruz, y a cuyos pies quiso el pintor enterrarse. El Greco, hombre de extraordinaria formación teórica, como Velázquez, pintó para su capilla sepulcral la Adoración de los pastores que hoy contemplan ustedes en el Prado. Ahí se aprecia una de las novedades pictóricas que no acabaron de convencer a Felipe II y que consistía en alargar las figuras mitológicas y religiosas para distinguirlas de las habitantes del orbe terrestre. Como es sabido, el Greco influyó de modo decisivo en los retratos de Velázquez. Pero es en esta distinción formal de lo invisible donde se unen su audacia y su extrañeza. Una distinción que incluye, junto a los cuerpos elongados, una luz de otro mundo y un colorido vivo y penetrante, en la que se dramatizará el milagro.

En la Adoración de los pastores del Greco no hay apenas portal, pues todo ocurre a la clara y desusada luz de lo trascendente. En la natividad de la Virgen de García de Miranda es una solemne columnata la que abriga, de algún modo, el humilde y escondido prodigio. Feliz Nochebuena a todos.

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