Lunes Santo | Semana Santa Jerez 2021

Querer y no poder, Lunes Santo pleno en sus previos y epílogo triste

  • El fuerte levante deslució una mañana de colas para acceder a las iglesias

  • Sorprendieron los montajes en La Cena y Candelaria

  • Amor y Sacrificio vistió su primer manto al cumplir 80 años la hermandad

Fieles en San Marcos, donde se ha expuesto el misterio de la Cena situado al pie de la escalinata.

Fieles en San Marcos, donde se ha expuesto el misterio de la Cena situado al pie de la escalinata. / Manuel Aranda

Atrás quedó el Domingo de Ramos al que, como dijimos, solo le faltaron los pasos en la calle. Hoy el día se levantó con fuerte viento de levante, desapacible. Al fin y al cabo qué importa. Nadie mira los pronósticos. Llevamos dos años en los que pasamos de los meteorólogos, a los que poco les falta para que entren en depresión o, por el contrario, bien se acostumbren a no tener sobre ellos a los cofrades dando la vara. Así las cosas, la crónica del Lunes Santo se circunscribe a las visitas a los templos y capillas en los que las priostías volvieron a echar el resto para ofrecer lo mejor. Y lo mejor, objetivamente y que nos disculpen las restantes, lo encontramos en San Marcos donde se expuso el misterio de la Cena situado al pie de la escalinata. Así de sencillo y complicado; en el presbiterio presidiendo el hermoso retablo del templo Alfonsino se situó a Santa María de la Paz con todas sus galas de reina y alumbrada con cera blanca dispuesta a sus lados.

La cola para acceder a San Marcos daba casi la vuelta a la iglesia, lo que fue una muestra del interés despertado por ver y admirar la belleza de lo dispuesto. Bien se lo tuvieron que trabajar los hermanos que custodiaban y ordenaban el acceso para respetar las normas sanitarias. Hubo homenaje del Santo Ángel de la Guarda. La asociación policial que escolta los pasos en la Semana Santa entregó a la hermandad un corbatín para el estandarte y la medalla de oro de la asociación, cuyo presidente, Antonio Padillo, se acompañó de varios agentes. Quien quiso más solo pudo soñar con esos izquierdos y costeros medidos con sapiencia costalera al compás de La Estrella de Dos Hermanas, que, por cierto, sí estuvo por la tarde durante el Via Crucis de la Hermandad aunque fuera un grupo de unos 15 músicos.

También elogiar lo que los cofrades de Santa Ana montaron en los medios del templo con el misterio instalado sobre el suelo, decorando ese espacio como una calle de la amargura simulando un suelo pedregoso y con algo de verde. Delante, el Señor de las Misericordias. Detrás, la Virgen de la Candelaria y todo con la presencia del soldado romano con sus plumas negras, la Verónica y las santas mujeres. La iluminación del conjunto se hizo con los candelabros del misterio. Poco más o menos se instaló lo que se ve de canastilla hacia arriba y con la exclusiva presencia de la Dolorosa de la cofradía de la Plata. Otra instantánea para conservar en el disco duro de las muchas que nos está dejando esta Semana Santa.

Por Madre de Dios y con la austeridad que acostumbra, la Hermandad de Amor y Sacrificio expuso a su titular que por cierto estrenó un rostrillo de encaje de Bruselas. También una corona de espinas elaborada en Tierra Santa y por último, para hacer más especial el acto, la Dolorosa vistió el primer manto que tuvo hecho con un rico terciopelo de Lyon negro. Fue para hacer más especial y más singular el día porque la hermandad cumplirá 80 años el 7 de abril.

Los cofrades de La Viga decidieron dar todo el protagonismo a la función principal que celebró por la tarde. Así y para los hermanos, las imágenes se quedaron en el altar del Crucificado más enriquecido con cera, flores y piezas bordadas del palio a modo de reposteros. Sencillo y elegante como es norma en la Catedral. En Fátima, a izquierda y derecha del altar mayor, se instalaron altares para los titulares. El Señor de La Paz vistió por primera vez la nueva túnica bordada de salida en oro y morado. Atrás tuvo la cruz de guía con el Lignum Crucis. El Refugio en su nueva peana amparada por dos varales y la caída delantera. Lloró la Constancia, lloraron los muchos abuelos que viven en ese añejo barrio y que cada año recibían en sus casas a hijos y nietos para vestir la túnica. Unas horas de intimidad familiar, de liturgia en torno a lo esencial de todo esto. De generaciones que se encuentran y se abrazan en la Paz y el Refugio al calor de detalles que se cuentan como joyas en estos momentos postreros de sus vidas.

Mal lo pasaron en Puerta del Sur a causa de fuerte levantazo. A los cofrades de La Sed se les ocurrió poner a su enorme crucificado y a la Dolorosa del Amparo, preciosa vestida con un tocado blanco y con ráfaga, en la misma puerta de salida de los pasos. Las ráfagas de viento tiraron jarras y cortinajes casi desmontando tan original disposición. Enmarcado entre blandones, La Sed enseñó a su gente y a su barrio sus tesoros devocionales compartiéndolos sin egoísmos ni remilgos.

Todos estos momentos dan sentido a esta crónica que trata de volverles a describir un día de Semana Santa sin pasos en las calles. Difícil vivirlo y más aún contarlo.

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