Domingo de Ramos | Semana Santa Jerez 2021

Sólo faltó salir a la calle en un día de lujo con muchas ganas de cofradías

  • Las seis hermandades del Domingo de Ramos exhibieron su saber cofrade en actos donde imperó la seguridad

Saeta a la Esperanza de la Yedra a cargo de Lucía Aliaño. / Vídeo: Vanesa Lobo

Sol, cielo celeste, temperatura ideal para estrenar la primavera, algo de levante para matar candelerías, aroma a azahar y a Domingo de Ramos. Este fue el día de hoy, complemento perfecto para el ir y venir de la gente, mucha y bien arreglada como manda este día, que se echó a la calle desde bien temprano para vivir las celebraciones litúrgicas del inicio de la Pasión. Todo perfecto pero con el resquemor de que hasta aquí llegamos. El consuelo fue la comparación con el pasado año de confinamiento que hoy no existe y que hace posible ir de templo en templo para compartir un rato de contemplación de lo que han montado las hermandades del día. Ante una climatología tan propicia como para liarla en la calle, más dolía en el alma no entregarse a Jerez. Menos mal que los bares hicieron buenas cajas.

Resignación, aguantar el chaparrón y, al menos, adornar los oídos de mayordomos y priostes por lo bien que lo han hecho. Pese a que el Vaticano lo prohibió, se pudieron ver ramas de olivo en las manos de no pocos que al asistir a la misa de Palmas recibieron un matojito como un tesoro. Tal vez hubo muchos estrenos por aquello de cumplir el dicho 'el Domingo de Ramos el que no estrena se les caen las manos'. A no pocas mascarillas y a alguna corbata se le quitaron las etiquetas. Desde el parque Atlántico hasta Cuatro Caminos, el itinerario tuvo sus paradas en los enclaves cofrades que marca la tradición semanasantera. Seis 'rengues' de oración y contemplación.

En Los Dolores, y no en su capilla, Pasión recibió a hermanos y devotos con sus titulares expuestos en veneración de forma sencilla y en la que Ellos fueron absoluto protagonistas. En la ermita de Guía hubo misa, Vía Crucis y música. José Ángel Lupi y dos violines tocaron ante el Perpetuo Socorro situada a pie del altar junto a san Juan y, atrás, una cruz desnuda envuelta en un sudario. Junto a Ella, el cirio encendido que nunca falta, rotulado con el lema 'lágrimas de vida'. Con aire aflamencados, Lupi rezó una plegaria con su guitarra dedicándola a la hermana mayor, Eva Castañeda.

Subiendo la cuesta de la Chaparra nos topamos con un lugar fundamental en el sentimiento mariano de aquí, la Merced, y en ella a otra Reina, la del Transporte. La gente de allí es diferente, única y entregada a más no poder. José Carlos Gutierrez, mayordomo, y su equipo pusieron bajo su palio a Madre De Dios de la Misericordia vestida con la saya de las perlas, que le quedaba maravillosamente, pese a lo mucho que se ha hablado de la pieza creada por Calderón. Bajo el oro y el blanco de techo y caídas, su níveo manto, su saya blanca oro y sedas, hizo que la morenez del bello rostro que creó Sebastián Santos se saliera del conjunto para toparse con una alfombra de inmaculadas orquídeas. Frente a Ella y a los pies de la Patrona se situó del Señor del Consuelo con su túnica de los días grandes.

En el Humilladero más elegancia no cupo. La Señora con su Hijo sobre el regazo ofreció una estampa escandalosamente hechizante por su belleza. La Piedad jerezana se iluminó por varias decenas de cirios tiniebla dispuestos en candeleros milimetricamente repartidos por el altar y hasta el camarín, ayer cubierto para dejar una visión piramidal del conjunto cuyo peso estético descansaba sobre el Señor y la Virgen. La Escuela de San José revivió ambientes, cofrades e incluso nervios. Y rezos para templar las palmas. Hasta la mitad del oratorio llegaba la exposición, muy elegante también, de los titulares. Cristo Rey montado en la burra delante y, atrás, La Estrella junto a san Juan. Toda la candelería colocada. Reposteros y colgaduras escoltando el entorno. La estampa que no se desea repetir pero de manera formidable salvada por los cofrades lasalianos. También de 'libro' en los Desamparados. La Paz situada para la contemplación en el espacio que hubiera ocupado el palio. El Señor en el altar mayor. Lo preciso para una jornada en la que el aroma del azahar de la calle Arcos se colaba por los rincones de la luminosa capilla.

A grandes trazos esto se vio ayer. Difícil exponer los adentros de la gente cofrade que entre lágrimas aguantadas y los sentimientos reconcomíos se ocultaron tras mascarillas y geles, colas en las puertas y premuras para dejar sitio en los templos. Un Domingo de Ramos sin nada más tras la caída de la tarde que se cerró con un cielo blanquecino y una tarde ventosa. Por lo menos, ayer no fue un día pleno.

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