Tres Caídas

Tradicional río de devoción

  • La Hermandad de San Lucas procesiona con la gran novedad de la música tras el palio de los Dolores

LA Plaza de San Lucas, ese castizo enclave del Jerez intramuros, volvió a convertirse de nuevo, un Miércoles Santo más, en un ferviente y caudaloso río de penitencia. Miles de personas fueron tras el paso del Señor de las Tres Caídas: en sus rostros se leía la fe sencilla del pueblo, la esperanza silenciosa, el dolor tantas veces contenido y la petición callada de tantos y tantos lunes en presencia del Cristo caído bajo el peso de la Cruz, que tras unos meses de ausencia de su templo para ser restaurado, volvía a encender pasiones.

Quince minutos antes de las seis de la tarde, la Cruz de Guía de la hermandad hacía su aparición en el angosto dintel del templo dedicado al evangelista que glosó la misericordia de Dios, y con una muchedumbre abarrotando la plaza, poco a poco se iba formando el cortejo de túnica negras, escudos mercedarios y cirios color tiniebla, mientras se comenzaban a escuchar las voces limpias e infantiles de la Escolanía entonando el Miserere (El Salmo 51, que comienza así “Misericordia, Dios mío por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito y limpia mi pecado”. ¡Qué hermoso!).

Por fin apareció, sobre un monte de claveles rojos donado por sus devotos, la imponente figura del Cristo caído que tallara allá por los años 40 Ramón Chaveli, portado por 30 costaleros, a las órdenes de Ángel Rodríguez, que salvaron con maestría las estrecheces de la puerta y escoltado por agentes de Guardia Civil; tras ellos, la multitud, devota y recogida, se agolpa tras el paso para realizar junto a la hermandad de San Lucas su estación penitencial.

Este año la Hermandad ha iniciado su estación penitencial con la ilusión renovada de ver cómo, tras haberlo aprobado el cabildo de Hermanos, el acompañamiento musical para la Virgen de los Dolores, hermosísima en su palio en el día de ayer, era una realidad después de tantos años. La Banda Municipal de Gerena, con un escogido repertorio de marchas fúnebres, ha añadido, aún más si cabe, solemnidad al transcurrir de este imponente palio por las calles de Jerez. Acertadísima decisión de esta Cofradía que continúa marcando, de manera sobria y ascética a la vez que elegante, un estilo en el Miércoles Santo jerezano. Y hubo un detalle precioso: el capataz del palio, Tomás Sampalo, llevó una corbata que pertenece a Diego García de los Santos “Gorrión”, que fue capataz muchos años de ese palio y que esta delicado de salud.

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