Actualidad

Domingo de Ramos: Luz que ilumina y engrandece

El obispo de Jerez, ante el palio de la Virgen de la Estrella.

El obispo de Jerez, ante el palio de la Virgen de la Estrella. / Miguel Ángel González

Hasta hace unos años, el Domingo de Ramos era el día grande, el día señalado por todos y esperado con ansiedad para retomar la tradición íntima, emocional y entusiasta heredado de nuestros ancestros y positivada cada primavera como lo más señalado de nuestras vidas. Hoy, con la sociedad sumida en un páramo de prosaísmo, de vulgaridad y laicismo – aunque las instituciones religiosas hayan proliferado, aparezcan más hermandades y se presenten como adalides de nuestra cultura espiritual – la Semana Santa puede perder mucho de lo que, siempre, fue; sobre todo porque la gente está harta de contemplar, semana tras semana, procesiones sin orden ni concierto, testimonio de unas de unas “¿devociones?” a contracorriente o conmemoraciones de asuntos sin fundamento alguno. Aquello de la emoción inenarrable de escuchar las notas de las primeras marchas, la visión suprema de un paso entrando en la Carrera Oficial o encarando la estrechez de una calleja, hace tiempo que desapareció por la repetición constante de pasos en la calle todo el año; incluso, cuando los rigores del verano hacen retirarse a la gente a las playas. Todo se ha convertido en un juego que ha quitado especial emotividad a las verdaderas fechas en las que la razón de todo esto se presente con su anual cadencia y pueda hacernos revivir lo que siempre fue, un momento único, soñado y anhelado.

Pero lo que hay es lo que hay y doctores debe tener la Iglesia para que pongan un poco de orden a esta parcela de manifiesta falta de seriedad y sensatez. Mientras se haga una suprema manifestación por cualquier ocurrencia de las muchas que acontecen en los senos de la Hermandades salidas de sesudos cofrades mal informados, la magia del primer día grande de nuestra Fiesta del Espíritu habrá perdido toda su trascendente carga de emotividad, entusiasmo y suprema belleza.

Hoy es Domingo de Ramos y estrenamos anhelos, retazos de una vida cargada de añoranzas, de tradición y de festiva religiosidad. Incluso, a pesar de la exuberancia manifiesta de procesiones espurias todo el año, se volverá a sentir esa vivencia casi sublime que es la contemplación del primer nazareno. Por la Escuela de San José y la collación de San Marcos, la ilusión de ser niño retomará su especial sentido en una primera túnica blanca y un antifaz azul, con ecos triunfales de un Cristo Rey entronizado y una Estrella, Madre guapa, de mágica belleza. En la ermita de Guía, allí donde la incongruencia de un burdo concepto urbanístico derrotó a la magnificencia de una escueta bella arquitectura, se hará la realidad la visión de un Cristo joven que va adquiriendo la solvencia nazarena de una tradición conquistada junto a un palio, trono de sabiduría, para la luz salvífica de ese Perpetuo Socorro que es imagen de honda belleza.

De la lejanía vendrán los esplendores de un presente hecho nueva cofradía; efluvios de un pasado en un hoy de azules y morados encuadres. La Albarizuela traerá sus sempiternos ecos de hermandad ejemplar, vieja, sabia y eterna. El Cristo de la Coronación la Virgen de la Paz armonizarán la justa estampa de una corporación muy bien cincelada en la historia y argumentada en un presente con rigores pretéritos de los que la hicieron grande, muy grande. En el Antiguo Arrabal, el señorío se hará manifestación de ese saber que no se aprende. Altos capirotes pespuntearán un bello mosaico de gestos nazarenos.

Y como absoluto contraste, el blanco transcurrir de una cofradía que ha alcanzado la suma potestad de lo trascendente. La gran imaginería tradicional, esa que es eterna por no tener ni tiempo ni edad, legó al arte imperecedero al Señor del Consuelo, serena majestad silente, dulce emoción contenida y hálito eterno de vida. Y, además esa Reina cercana que es Madre y es hija; que es lubricán perpetuo de un Domingo sin horas; alfa y omega de un territorio infinito; luz que ilumina y engrandece; dulce exquisitez morena.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios