Cofradías

Jerez conoció al don Germán “más doméstico”

  • Se abrieron los actos del centenario de la marcha ‘Cristo de la Expiración’ con una mesa redonda de algunos los hijos del genial músico

Momento del acto celebrado este pasado viernes en los Claustros de Santo Domingo.

Momento del acto celebrado este pasado viernes en los Claustros de Santo Domingo. / Manuel Aranda (Jerez)

Los Claustros de Santo Domingo sirvieron este pasado viernes de marco para la apertura de los actos que conmemoran los cien años de la marcha ‘Cristo de la Expiración’ de don Germán Álvarez-Beigbeder. La primera cita se centraba en la figura del genial músico jerezano a través de la mirada de sus hijos Servando y José María. Una mesa redonda que estuvo moderada por el nieto del músico, Germán Álvarez-Beigbeder. El acto contó con la presentación de Jesús Rodríguez que enmarcó perfectamente la figura de los protagonistas de la tarde. En la cita se guardaron las medidas de seguridad sanitarias y contó con la presencia de la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, que estuvo acompañada por el delegado de Cultura Francisco Camas. Además, también estuvo presente el presidente de la Unión de Hermandades, José Manuel García Cordero.

El acto arrancó con la de la marcha ‘Virgen de Valle’ que interpretó, magníficamente, la Banda Municipal de Música. Una vez comenzada la mesa redonda, Germán Álvarez-Beigbeder, como moderador, tocó distintos aspectos de la vida del músico jerezano. La unión de los apellidos Álvarez Beigbeder, la figura del compositor como profesor de música, su relación con la ciudad de Jerez y su forma de ver y concebir la vida. Sus hijos dibujaron una entrañable imagen de un don Germán desconocido para muchos. Una figura que se proyectó como “más doméstico”, según resumía Jesús Rodríguez al final del acto. Se desgranó cómo cada mañana se tomaba una manzanilla y se frotaba las manos con alcohol antes de comenzar sus ejercicios diarios con el piano, su gran religiosidad y su afición por la Semana Santa que se alargaba hasta acaparar toda la Cuaresma. José María Álvarez-Beigbeder comentaba que la Semana Santa “arrancaba en San Francisco con el traslado del Señor de la Vía-Crucis al altar mayor y finalizaba en el besamanos de la Virgen del Mayor Dolor el Viernes de Dolores”. Y todo como preámbulo a lo que serían las procesiones.

La familia Álvarez-Beigbeder estuvo muy ligada a la hermandad del Cristo de la Expiración. La madre del músico jerezano era hermana de la cofradía de San Telmo y “cada vez que venía a dar clases en el centro educativo del Grupo Franco, siempre entraba en la capilla y rezaba ante el Santísimo Cristo de la Expiración”, aseveraba Servando Álvarez-Beigbeder que llegó a vestir la túnica de cargador de San Juan. Dentro de su obra de marchas de procesión, se destacaron piezas inmortales como ‘Memoria Eterna’, una de sus primeras marchas que dedicó a una novia que falleció muy joven.

Dentro del capítulo ‘semanasantero’ y lejos de lo que muchos pudieron imaginar sobre el marco que rodeó al genial músico a la hora de afrontar una de sus obras más imperecederas como fue ‘Cristo de la Expiración’, la marcha no la compuso en su casa de la calle Merced una madrugada ante el piano en el silencio de la noche. Fue en el destacamento de Larache, destino que mantuvo algún tiempo como músico militar de la Infantería de Marina. Allí edificó esta magna obra que es la banda sonora de la Semana Santa jerezana. Un Jerez que llevó tan dentro de sí, que propició que la obra de este genial músico no tuviera la justa proyección en toda Europa, Así lo aseveró su propio hijo José María para finalizar el acto. Se cerró esta primera cita con la entrega de recuerdos y, finalmente, se clausuró con la interpretación de ‘Cristo de la Expiración’; una marcha única que forma parte del legado más preciado de la ciudad.

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