La pregunta que muchos se hacen tras la dimisión de Francisco Javier Ramírez Cachinero como hermano mayor de la hermandad del Prendimiento es qué ocurrirá ahora. En principio hay que decir que el gobierno de la cofradía queda en manos del teniente hermano mayor, Francisco Cebrián. No ha trascendido si en la junta de gobierno ha habido otras dimisiones o con cuántos activos cuenta el actual hermano mayor en funciones.

Según ha podido saber este medio, la hermandad se quedará así hasta pasada la Semana Santa. Este es un tiempo de mucha actividad en el seno de la corporación con la preparación de cultos y la salida procesional, apartado que quedará en manos de la diputación mayor de gobierno de cara el próximo Miércoles Santo.

Una vez finalizada la Semana Santa, la delegación diocesana de Hermandades y Cofradías, a través de las pautas que vaya marcando el obispo, monseñor José Rico Pavés, podrá tomar las siguientes decisiones de cara a reflotar la hermandad.

Nombrar una gestora. La comisión gestora es una de las soluciones que existen para hermandades con graves problemas. En este sentido, habría que destacar a don Rafael Bellido Caro, primer obispo de la Diócesis, que solía nombrar gestoras externas. Es decir, llegaban cofrades de otra hermandad elegidos por el propio obispo y se hacían cargo del gobierno de la institución hasta nueva orden. Esta medida solía ser mano de santo. En pocos meses, las posibles enemistades se unían con tal de poner fin al mandato de cofrades de fuera de la hermandad.

Con Juan del Río Martín y José Mazuelos Pérez, obispos posteriores a Bellido Caro, se impuso la gestora interna. Es decir, la hermandad quedaba siempre en manos de cofrades de la misma hermandad, nombrados por el prelado. La hermandad estuvo en manos de una gestora que dirigió el párroco de Santiago, el sacerdote Diego Moreno Barba. En cualquier caso es complicado que se vuelva a la misma receta vistos los resultados.

Por otro lado y dejando a un lado la gestora, otra decisión es la de dejar todo tal y como está y convocar elecciones a la mayor brevedad posible. El procedimiento administrativo podría durar unos cuatro meses y podría celebrarse el cabildo de elecciones en el propio verano o tras el mes de agosto.

En este último apartado habría que ver qué candidatos podrían presentarse ahora, tras la grave crisis existente en la corporación del Miércoles Santo.