Cofradías

¿Demasiadas procesiones en las calles?

  • Un recuento de procesiones fuera de la Semana Santa en la ciudad eleva el número hasta cincuenta

  • El debate sobre la gran proliferación de pasos sigue estando vivo entre los cofrades

Santos, Apóstoles, Vírgenes de Gloria, cruces de mayo, rosarios vespertinos o de la aurora, todo un periplo de procesiones que ocupan prácticamente todo el calendario de un año en la ciudad cada fin de semana. Con la salida de Santa Marta el pasado lunes, quedaba cerrado este ciclo hasta nueva orden que, según el cuadrante que ilustra este reportaje, podría verse abierto con la salida de la Virgen de Consolación de Santo Domingo. En cualquier caso, del origen de la Diócesis de Asidonia-Jerez, allá por el año ochenta, hasta la actualidad, el número de procesiones ha ido evolucionando en una escalada hasta llegar a nuestros días en la que se contabilizan cincuenta procesiones que los cofrades organizan durante todo el año. Y todo esto sin contar con las extraordinarias y dejando también a un lado los traslados que se organizan con motivo del Corpus Christi donde los cofrades también encuentran un filón para poner santos en las calles que presidirán los distintos altares. Se ha dado el caso en el que la custodia aún no había entrado en la Catedral de vuelta de su procesión cuando ya se estaban moviendo los pasos para su vuelta a sus templos con banda incluida, convirtiendo el centro de la ciudad en un auténtico parque temático de pasitos que iban y venían por las calles.

Toda esta proliferación ha levantado el debate entre los cofrades de la ciudad. Por un lado, los hay con un criterio positivo de este movimiento. Hermanos de distintas corporaciones que no se pierden ni una y basta que haya una escuadra de tambores en la calle para que se den cita en el itinerario de la procesión. Juan Luis Vázquez, hermano mayor del Consuelo, afirma que “basta que salga un paso para que la gente salga. Es nuestra misión evangelizar con este tipo de actos. La ciudad se ve beneficiada. Aunque el objetivo no es beneficiar sino evangelizar. Salir por salir no me parece lo más adecuado pero cuando hay un sentido es necesario sacar nuestras devociones a la calles”.

El delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Joaquín Perea Montilla, afirma que “son procesiones que ya llevan muchos años saliendo y que se pueden asumir ya como tradicionales. Desde la delegación tan sólo lo que hacemos es darles el visto bueno porque no es nada novedoso”. En este sentido, habría que comentar que efectivamente todas las procesiones llevan la firma del delegado diocesano que autoriza todas y cada una de estas salidas que se organizan durante muchos fines de semana al año en la ciudad. Una forma de llevar a los santos a muchos lugares en los que personas impedidas no podrían tener otra posibilidad de rezarles.

La otra cara

Por otro lado, no todo son aplausos y vítores a este tipo de procesiones denominadas de fin de semana. También hay cofrades que ven toda esta proliferación de los últimos años como una forma de llevar un calendario demasiado apretado con ofertas de pasos que en muchas ocasiones apenas llevan hermanos en sus filas y en las que se suelen ver a las mismas caras en las aceras. Son cofrades que prefieren mantenerse al margen pero que son claros en afirmar que se trata de un proceso en el que las cuadrillas de costaleros se prestan para ‘matar el gusanillo’ con andas que hay que hacer caminar en las tardes de muchos sábados y a los que se apuntan con igualadas multitudinarias en muchas ocasiones. Si a todo esto añadimos la posibilidad de traer una banda que acompañe con sus sones, teniendo en cuenta la gran afición que existe por las distintas agrupaciones musicales en los más jóvenes, el reclamo es perfecto para al menos atraer a un cierto número de devotos y curiosos.

Historia

Echando la mirada atrás, habría que destacar que posiblemente el origen de todo esto se centra en la Magna que tuvo lugar en el año 2000 en Jerez. A partir de ahí comenzaron los primeros movimientos de procesiones que se salían de lo tradicional.

Una costumbre que en Jerez siempre se ha centrado en las dos grandes procesiones de Gloria con la Virgen del Carmen en el mes de julio y la tradicional de la Patrona de la ciudad en septiembre. A partir de ahí, habría que añadir la conocida procesión de la Rosa que se hacía con la Virgen del Rosario de Montañeses y muy lejano en el tiempo la procesión de la copatrona, la Virgen de Consolación. Ni tan siquiera en la procesión del Corpus Christi se sacaban pasos para montar altares en las calles o andas para acompañar al Santísimo Sacramento del Altar como ocurre en Sevilla desde hace siglos.

Destacar también que a finales de la década de los cincuenta hubo un movimiento llevado a cabo desde la Archidiócesis de Sevilla con las denominadas ‘Misiones’ en las que durante algunos años las imágenes de Cristo y María iban a determinadas zonas desfavorecidas de la ciudad. Es el caso del Señor de la Flagelación a Las Viñas o el Señor de la Vía-Crucis a Torresoto. A estas misiones les acompañaban siempre religiosos como los jesuitas, redentoristas o los mismos padres paules cuyo origen de su llegada a San Rafael fue precisamente la organización de una de estas misiones en la zona sur de la ciudad.

Hay cofrades que recuerdan que todas estas procesiones se centraban a su vuelta en el centro de la ciudad en la zona de la plaza Esteve para ir después cada imagen a sus templos.

Eran otros tiempos. Quizá donde se hacía más hincapié en el fervor y la oración y menos en las formas de andar de los pasos o los sones de las marchas que acompañan a las andas. Pero lo fundamental es que eran años en los que la Iglesia también alentaba la religiosidad popular y la devoción a las Sagradas Imágenes. En otro marco distinto y con un cierto orden y concierto.

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