Los conventos gaditanos y su dulce legado

En los conventos, el tiempo transcurre con un tiempo propio, en calma, ajeno al bullicio que reina en las calles. Y es en Navidad cuando este contraste se hace más evidente que en ninguna otra época del año. Mientras que en el exterior el sonido de los villancicos, las risas de los niños y las luces del alumbrado lo inundan todo, en el interior de estos espacios un silencio repleto de buenos propósitos manda. Eso sí, mezclado con el inconfundible aroma del buen hacer de sus moradoras en la cocina, que con sus manos expertas elaboran esos productos tan exquisitos como tradicionales.

Pestiños, polvorones, roscos de vino, yemas, trufas, tejas, cortadillos, hojaldrinas, magdalenas, pastas y un sinfín de privilegios conventuales son las especialidades que priman en los conventos de la provincia de Cádiz, todo un patrimonio gastronómico basado en unas recetas que se transmiten como un secreto familiar.

Hay ejemplos que hablan por sí solos. El Convento de San Cristóbal de las Agustinas en Medina Sidonia es famoso por sus alfajores, tortas de almendra, amarguillos, polvorones y yemas nevadas. Las Agustinas Recoletas de Chiclana destacan por su conocida Torta de las Monjas, realizada según una antigua receta a base de pasta de almendra, mientras que, en Sanlúcar de Barrameda, las Dominicas son célebres por su delicioso tocino de cielo y Las Carmelitas por las igual de ricas sultanas de coco.

En El Puerto de Santa María, en el Monasterio del Espíritu Santo, un convento del siglo XVII, las Comendadoras del Espíritu Santo, una orden religiosa que se dedicaba a la caridad y al cuidado de los enfermos, elaboran deliciosos chocolates, yemas, mazapanes, tortas de almendras, etcétera.

Las monjas del Convento de las Mercedarias Descalzas de Arcos tienen una variada y riquísima oferta de dulces, que proporcionan a través de un torno a precios muy asequibles, como sus bocaditos de chocolate o nueces y almendras, sus bolitas de piñones o sus pescaditos de mazapán y frutas.

En Jerez, las Clarisas Franciscanas ofrecen pestiños, pastelillos de gloria, polvorones de los más diversos sabores y bolitas de coco, entre muchos otros dulces, igual que ocurre con Santa Rita que en estas fechas tiene una amplia gama de dulces, como masas reales, pastas de mantequilla o magdalenas.

Sin duda, todo un festín para los golosos. Sin embargo, más allá de su indiscutible excelencia culinaria, estos productos conventuales representan un modo de vida que apuesta por la calma, el esmero, por el amor al trabajo bien hecho y por recordarnos que la espiritualidad tiene buen sabor.

Mercadillo navideño en La Cartuja

El Monasterio de La Cartuja acoge del 5 al 8 de diciembre un Mercadillo navideño, en el que se podrán adquirir dulces de los conventos diocesanos y otros artículos de este conjunto monumental o relacionados con estas fechas. Además, el recinto albergará un Belén y un árbol de Navidad.

Con esta actividad, se pretende acercar a jerezanos y visitantes a este enclave histórico y de paso obtener fondos para el sostenimiento de conventos, así como de la obra de La Cartuja.