Pamplona | Octavo festejo de la feria de San Fermín

El Juli y una orgía triunfalista

Cayetano y El Juli, en hombros tras su salida de la Monumental pamplonesa. Cayetano y El Juli, en hombros tras su salida de la Monumental pamplonesa.

Cayetano y El Juli, en hombros tras su salida de la Monumental pamplonesa. / EFE

ESTALLÓ una traca más en esta sucesión de fuegos artificiales en que se han convertido los sanfermines. Pamplona se ha convertido en una viña sin vallar en la que todo vale y los coletudos han tomado buena nota. El toreo fundamental aparece en contadas ocasiones para que a la hora del balance final tenga el mismo peso que los brindis al sol del artificio y los alardes con los que el público entra de cabeza en un enardecimiento disparatado.

Si veníamos de la coronación de Roca Rey como rey de Pamplona, este miércoles nos dimos de cara con dos toreros que se llevaron tres orejas per cápita, pero que no tuvo nada que ver la obra de uno con la del otro. Fue una tarde con abundancia de toros bravos y en la que brilló como en él suele la inteligencia y la largura de Julián López El Juli, pero que a la postre le sirvió para cosechar el mismo premio que Cayetano Rivera Ordóñez, que tiró de efectismos variados para meter en la canasta al ruidoso pero bondadoso público navarro. Nada que ver el enciclopedismo de El Juli con los alardes ventajistas del hijo de Paquirri, pero así está Pamplona y qué le vamos a hacer.

Se lidió una gran corrida de toros de Jandilla y me imagino a Borja Domecq exultante en su localidad celeste. Una corrida que fue de menos a más, que manseó generalmente en el caballo, pero que se fue viniendo arriba para dar un juego formidable en la muleta. Y es que a excepción del segundo toro de Antonio Ferrera, todos regalaron templadas embestidas que tuvieron la propina de ir subiendo de nivel tanda a tanda. Y de todos me quedo con el mulato Torbellino, corrido en quinto lugar y con el que Julián estuvo soberbio. Faena perfectamente estructurada en la que lució la figura de un torero excepcional y que con un cuarto de siglo de alternativa va dictando lecciones por donde va.

Ya en su primero dio gran parte de su dimensión con Versolario, otro negro mulato que manseó en el caballo, pero que en las manos de Julián ofreció un puñado de embestidas certeramente aprovechadas por el madrileño. En sus bodas de plata como matador de toros, Julián está desarrollando una temporada extraordinaria y volvió a triunfar en una Pamplona que es como si torease en el patio de su casa. Y fue Julián un oasis de torería que no debe confundirse con el resto de lo ocurrido en la triunfalista tarde.

También cortó tres orejas Cayetano y bien que se las trabajó a base de casta, pundonor, voluntarismo y picardía. El menor de los Rivera Ordóñez supo tocar las teclas con las que vibra el público pamplonica. Basó su labor en los alardes de valor, que son muy a tener en cuenta, pero que poco tienen que ver con el toreo bien hecho. Lícita la larga cambiada con que recibió a Zalagarzo, el negro toro de Vegahermosa que le tocó en primer lugar y absolutamente lícitos los pases en el estribo con que abrió su faena de muleta, pero hubiera ganado en legitimidad si a la hora de ponerse derecho le hubiese ofrecido al toro lo que el toro demandaba. Y donde sí estuvo a gran altura fue en el fulminante espadazo que le recetó. En el sexto más de lo mismo y con los tendidos embalados por el faenón de El Juli. Fue un gran toro Engorroso al que recibió con lances genuflexos como aquellos que prodigaba su excelso abuelo Antonio, pero sin apenas recordar aquellos monumentos. Aquí tiró de los alardes enardecedores al final, con rodillazos encadenados para otra magnífica estocada con la que se igualó con El Juli... en trofeos.

Antonio Ferrera, con un horroroso capote verde, hubiera cortado la oreja de Vibrante, el castaño cinqueño que abrió plaza, si no hubiera sido por su mal uso del estoque. Pero su faena fue lucida y muy digna, lo que no consiguió con Herrerillo, un negro mulato que se paró demasiado pronto. Cuatro pinchazos y una estocada a toro parado fue el colofón a una tarde a contraestilo. Como resumen, que El Juli hizo la faena de estos sanfermines y que Pamplona se divierte y con eso parece conformarse. Y hoy vuelve Roca Rey, a ver cuántas orejas se cortan.

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