EL andar poético de Enrique Barrero Rodríguez (Sevilla 1969), está representado por más de diez poemarios, con los que ha conseguido premios tan prestigiosos como el Florentino Pérez-Embid, el Luis Cernuda o el Gerardo Manrique de Lara de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Ahora, gracias a la obtención del premio Internacional de Poesía Ateneo Jovellanos de Gijón, nos presenta una nueva entrega bajo el inspirador titulo de Instantes de La Luz, otra muestra de que Barrero Rodríguez se encuentra en el selecto grupo de los poetas más importantes del actual panorama literario. Con la luz como hilo conductor de su decir, el poeta explora su yo más íntimo y personal, con imágenes evocadoras y sugerentes: Soledad de la piel en las ventanas / en la arteria del ábside, en la fría / inquietud abisal de la madera. Y es que en estos versos de luz busca el vate la claridad, el fulgor de los instantes de la vida: Cuánto mar, cuánta luz, con cuánto gozo / se entrega en espiral el clarinete / y se esculpen en jaspe vibraciones / dentro del corazón que atento escucha. La musicalidad de Enrique Barrero hace de su lectura un placer inconmensurable, no en vano se mueve y domina como nadie el endecasílabo y el alejandrino, y el tránsito por estos versos sentimentales, por el dilema que el autor propone, está plagado de belleza y rotundo humanismo. Pero toda luz, irremediablemente, proyecta sombras y claroscuros que el poeta alumbra con una clarividencia a veces terrible, de tan serena y lúcida como nos la muestra: Hoy he sabido que la muerte es sólo / el destello de luz que fulge y queda / cuando la luz se abate. La luz, siempre la luz. Luz en los bosques, en las ciudades, en las llagas, en el hielo y, como no, en la esperanza. Luz que nos da a sorber magistralmente Barrero Rodríguez en estos poemas contundentes y hermosos, en estos poemas de vida, porque… mi vida es perseguir entre la niebla / la luz que guardan dentro las palabras.