ToDAVÍA no se sabe con seguridad cuándo ni dónde surgió el lenguaje. Probablemente en África. Los órganos principales del habla no se conservan pero los arqueólogos con ayuda de los lingüistas elaboran hipótesis por ciertos huesos del oído y la garganta relacionados con el habla. Algún día se sabrá todo. Aunque los animales tienen sonidos instintivos para informarse entre ellos de determinados asuntos de su interés, el habla articulada con matices y sutilezas y el pensamiento abstracto sólo son del hombre por su cerebro excepcional. No hará falta decir que la lengua es una herramienta privilegiada para entenderse entre los seres humanos, con cuantos más mejor. Si no sabemos cuándo apareció por primera vez el lenguaje, si sabemos por qué desaparecen las lenguas: porque se hacen inservibles o se mantienen vivas artificialmente. Una herramienta que no sirve acaba por ser arrinconada.

El deseo confesado de los independentistas catalanes de hacerle cuanto más mella mejor a la lengua española, les ha llevado a pedir en el Congreso un millón de euros para proteger, reavivar y fomentar el tamazight, un dialecto del bereber que se usa sólo en Melilla por algunos melillenses. Han recibido sólo 50.000 euros para curas de urgencia, abandonando otros asuntos más importantes, y que sobreviva algún tiempo, aunque en Melilla competir con el español es el combate de David y Goliat con desenlace contrario al bíblico. Se fijarán sus normas, se enseñará en los colegios y seguirá un tiempo como lengua condenada a muerte, como cientos de ellas todos los años en el mundo. Melilla, por su situación, es una ciudad aislada que no puede jugar con la frivolidad de un aislamiento mayor. Ese dinero iba a ser en principio para la Confederación de Sordos, para mejorar su educación especial, pero se lo ha llevado el tamazight melillense.

Comentamos esta noticia como curiosidad, sin temor de que el español vaya a sufrir menoscabo en Melilla. Aunque en Cataluña se consiguiera el deseo político de que el catalán fuera la única lengua y el español pasara a ser desconocido de todos, empeño de dificilísima consecución, la lengua española seguiría siendo la que es en el concierto de las naciones. Lo que no podemos dejar de sentir es que el pensamiento reaccionario con maquillaje de izquierda prospere tanto en detrimento del liberal. Mantener vivas a la fuerza lenguas minúsculas es retrógrado y reaccionario. Nunca puede ser un progreso luchar contra una lengua universal para aislar a unos hablantes y condenarlos a la ignorancia. Los filólogos y lingüistas están hartos de decirlo: las lenguas mueren, se recogen en libros para que en el futuro se sepa cómo eran y se les hace un entierro digno. El sentido del progreso del hombre lo ha llevado a adoptar lenguas más evolucionadas y con muchos hablantes y a abandonar las que sólo se hablaban en una aldea.