N UESTRA recién remodelada Plaza de las Angustias ha pasado, en sólo dos días, del negro penitente de los nazarenos del antiguo humilladero, aquél cuyos muros llegaron a escuchar sermones protestantes y mítines republicanos en el tan convulso siglo XIX, al blanco trinitario que ayer, Martes Santo, vistieron los nazarenos de la Hermandad de Humildad y Paciencia.
Del templo que en su día fuese convento trinitario (y en el atrio del cual, con sus coquetos naranjos, quien les escribe esperó más de una y más de dos tardes a un amor de juventud), salía ordenadamente un cortejo de hábito color crema, con su cruz trinitaria al pecho, no es sino símbolo de una lucha por la libertad por la que esta Orden Trinitaria, perdida ya en nuestra ciudad pero presente en otros puntos de Andalucía, sigue trabajando con cuantos carecen de ella. Este espíritu se mantiene en la hermandad de Humildad y Paciencia cada día del año, como así lo demuestra su denodado trabajo en pos de los más desfavorecidos.
Rectos. Austeros. Sobrios. Los aproximadamente noventa nazarenos que componen esta cofradía, la penúltima en incorporarse a la carrera oficial, avanzaban en su salida buscando la calle Medina y el barrio de la Albarizuela. A reseñar el detalle de tres nazarenos en la antepresidencia con tres cirios blancos que mostraban a Jerez su vinculación con la antigua Hermandad de San Antón, que sigue siendo su titular, y con la Orden Trinitaria.
Mientras la imagen del Cristo sedente que espera en momento de ser colgado en la cruz, atribuida a Francisco de Villegas, aparecía por el pórtico de la iglesia de la Santísima Trinidad, portado por treinta costaleros a las órdenes de Ezequiel Simancas y con la capilla musical Via Sacra de la vecina localidad de El Puerto poniendo un repertorio musical acorde con el espíritu de esta cofradía. Estrena este año esta corporación la talla completa del frontal del canasto a la vez que las cartelas laterales y trasera. Igualmente comparecen, de la mano de Humildad y Paciencia, por vez primera en el Martes Santo jerezano dos ángeles dolientes, obra de la jerezana Nuria Guerra, sobre el único paso.
Su paso por Morenos y Bizcocheros, así como su entrada en Carrera Oficial dejó momentos del más puro sabor cofrade. Humildad y Paciencia vuelve a dejar, un año más, sensaciones de hermandad clásica que inspira recogimiento y que regala sensaciones de buen gusto y de un estilo que va consolidando a pasos agigantados. La rectitud de un cortejo blanco, que deseamos que poco a poco vaya siendo más amplio, un paso al que se le gana el máximo y una iamgen titular que en su forma de presentarla cada Martes Santo nos sigue proporcionando una estampa de cofradía clásica que afianza sin reparos su propio estilo.
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