Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Paseaba la otra mañana mis silencios por Cádiz, cuando clavé mi mirada en el horizonte que ante mí se descubría, y pude saborear hasta el salitre de un mar que porfiaba sin descanso con los vientos.

Mientras que las nubes que algún Dios pintaba a lo lejos venían y se iban a paso lento, el sol estampaba caricias sobre las azoteas revestidas de ropa.

El cielo era un sueño embebido de abril. El tiempo se perdía por las esquinas. Los espejos reflejaban cenizas, latidos, cicatrices rotas, …

Pero si algo hacía diferente aquella fotografía de tiza que ante mí se estaba revelando era la luz que proyectaba la propia luz…

Una luz que hace que los problemas de la gente del sur sean los mismos problemas que los problemas de la gente del norte, pero amortiguados por estos lares por la ironía, la risa y el saber atemperar los nervios.

Una luz que hace que el dolor que uno siente cuando lo están pisoteando de manera injusta en el trabajo, o en la amistad, o en la alcoba de los deseos pida poder ampararse en esos abrazos donde caben todas las estrellas del universo.

Una luz que hace que uno escriba con pluma de búcaro y estraza de oro viejo, a pesar de vivir en un mundo que es una barbarie de enseñas quemadas, un campo ensangrentado por corruptos, un lugar de cuyo nombre a veces no merece la pena ni acordarse.

Pero tengo que seguir escribiendo para seguir respirando.

Y esta semana mis palabras han buscado refugio en la luz tímida del otoño, cosiendo con mis puntos y mis comas una bandera blanca de esperanza con la que enfrentarme al odio cuando éste quiere independizarse de la sinrazón, el egoísmo y la lucha de fronteras.

Bendita luz que nos envuelve los suspiros…

Benditos suspiros envueltos por la luz del sur..

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