Tierra de nadie

Alberto Núñez Seoane

Arde Barcelona

30 de mayo 2016 - 01:00

SÓLO le ha hecho falta un año para detener el crecimiento de la ciudad, expulsar a los emprendedores, recluir en guetos a los no independentistas, enaltecer y subsidiar a los delincuentes ocupas, sufrir el abandono masivo de empresas, implantar la violencia generalizada, acosar a los que hablan y escriben en español, reprimir y desproteger a la policía, amparar a los manteros ilegales, acosar a los comerciantes reglamentados, echar a los turistas, arruinar la inversión, destrozar el crecimiento de la industria turística, incrementar el déficit, enchufar a parientes y amigos, paralizar el progreso, conculcar la libertad, aumentar los impuestos y, por supuesto, subirse el sueldo; es ella, una desastrada por definición, una impresentable de libro: Ada Colau, una de las vergüenzas entre las varias que hoy ocupan muchas de las instituciones públicas en España.

Colau es una 'don nadie'. Sin oficio -ahora, sí con beneficio-, sin cultura ni formación suficientes. Incapaz de terminar la carrera de Filosofía, sin haber trabajado en su vida, lo único que figura en su ridículo 'curriculum' es haber "ejercido como activista en las protestas contra la guerra del Golfo" y haber sido una de las "fundadoras de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, en 2009". Con este historial, deprimente y patético, e "im-presionante", esta individua se encontró sentada -sin saber muy bien cómo- en el sillón de la alcaldía de Barcelona, segunda urbe española y una de las más importantes de Europa, con miles de millones de euros de presupuesto bajo su "control" ¡¡¿¿??!!

Muchos ciudadanos "hartos ya de estar hartos" -que diría Serrat-, cansados "de preguntarle al mundo -a los políticos, en este caso- por qué y por qué" -seguiría cantando Joan Manuel-, decidieron confiar en la esperanza que el populismo, grosero y vulgar, de Colau les prometía, es obvio que se equivocaron. Ahora, tendrán que soportar, al menos durante tres años más, las incongruencias estúpidas y las bochornosas mamarrachadas de una inútil peligrosa, a la que eligieron para que ordenara la comunidad en la que viven y abriese las puertas a un futuro mejor para todos… La democracia, a veces, tiene estas cosas. Cuando un cretino alcanza el poder es porque muchos cretinos lo votaron, pero no todos los que lo hicieron son cretinos… La cuestión es que ahora toca, a todos -cretinos y no cretinos-, ración doble de 'ajo y agua', ya saben...

Con todo, lo peor de 'la Colau' no es su notoria incultura, su manifiesta desinformación y su más que palpable incapacidad para ocupar, con propiedad y suficiencia, el cargo en el que 'se sienta'; lo peor, con mucho, es su incontestable mediocridad mental. Es curioso, su apellido, por fonética, puede llegar a sugerir algo colorido: 'la colau', 'el color'… no sé… Sin embargo, el único matiz que el 'prodigioso' cerebro de la activista alcanza a distinguir es el gris, ya ven...

Como legítima y competente mediocre, lo que mejor sabe hacer Colau es rodearse de otros mediocres, a ser posible, aún más mediocres -redundancia voluntaria al canto- que ella: es el único modo que tienen personajes de su catadura para poder 'destacar', ¡y vive Dios que lo está haciendo!

Barcelona es muestra, viva y actual, de las funestas consecuencias que puede acarrear la circunstancia -porque no es otra cosa más que eso, una 'circunstancia'- que indocumentadas políticas, con el cerebro desahuciado de la única materia en la que el gris es deseable, tal que su actual alcaldesa, lleguen a lograr poder suficiente para tener la capacidad de hacer daño. No, no hace falta recurrir a relevantes sociólogos, sesudos economistas, o prestigiosos politólogos, en absoluto. Sólo miren, y tomen buena nota, de lo que está sucediendo, ya, en Barcelona.

Se puede coincidir, o no, se puede divergir, discutir, disentir, llegar, o no, a pactos, acuerdos o desacuerdos; se puede sentir, pensar, actuar y hablar conforme a los principios e ideas que muevan e inspiren a cada uno… pero si entras en la 'cosa pública', te sostienes en ideas y te guían principios, hay algo de lo que no se puede prescindir, de ninguno de los modos y en ningún caso: el sentido común y la prudencia, 'colores' que, por lo visto, Colau no puede ni sabe distinguir.

En un muy mal escenario, como si de un patético 'click', remedo de Nerón, se tratase, la insolvencia anodina en persona, desde el balcón del número uno de la Plaza de San Jaime, piensa… ¿su flequillo o el de Ana, la de la C.U.P…?, mientras… Barcelona arde.

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