Perversiones astronómicas

Alicia Ríos, creadora del food art, se establece en Cádiz

  • El arte comestible se instala en la ciudad

Alicia Ríos junto a la gran lengua de los sentidos en su nueva torre mirador de Cádiz.

Alicia Ríos junto a la gran lengua de los sentidos en su nueva torre mirador de Cádiz. / J. B.

"La belleza será comestible o no será" (Salvador Dalí). La comida y la alimentación en general conservan multitud de significados y metáforas. Aquellos que solo piensan en la gastronomía como fin en sí mismo están empequeñeciendo su universo. Comer es un acto de transformación cultural. Como sostiene Massimo Montanari, el órgano del gusto no es la lengua sino el cerebro porque el gusto forma parte del patrimonio cultural de las sociedades humanas.

En este sentido, el gusto no es una realidad subjetiva e incomunicable sino colectiva y comunicada. Desde el renacimiento, el lenguaje de los alimentos pasa a ser más escenográfico y teatral y su ceremonial la convierte en divina o diabólica, en vengativa o amorosa. Todo el código simbólico que contiene la comida la acerca al mundo de la creación y, por tanto, al lenguaje del arte.

No pretendemos acercarnos a las creaciones gastronómicas de los chefs como objetos artísticos sino de conocer el trabajo de reconocidos artistas internacionales que utilizan la comida como instrumentos para hacer arte y performances para provocar reflexiones, compromisos y denuncias en el espacio público.Recientemente se ha instalado en la ciudad de Cádiz Alicia Ríos, una artista internacional de amplia y reconocida trayectoria. Plantea la artista que "Comer es algo que toda la humanidad tiene en común, algo con lo que todos están íntimamente familiarizados. Junto con el sexo y la muerte, es una de las experiencias más universales y, por supuesto, es mucho más regular que cualquiera de las dos."

Alicia recala en nuestra ciudad porque entiende que es ideal para la inspiración creativa. Filósofa y psicóloga especializada en gusto y el olfato, ha desarrollado su actividad bajo el auspicio de la polémica profesora Barbara Kirshenblatt-Gimblett de la Universidad de Nueva York, conocida por sus contribuciones interdisciplinares de estudios judíos y a la teoría e historia de los museos, el turismo y el patrimonio.

Ríos es una food artist reconocida internacionalmente por sus surrealistas y provocadoras obras de arte realizadas en ciudades de todo el mundo. Tras varios años como profesora de psicología en la Universidad Complutense de Madrid, dejó el ambiente académico e institucional para abrir su propio restaurante en Madrid en 1979.

Especializada en aceita de oliva, escribió el libro El libro del aceite y la aceituna (Alianza, 1989) además de otros ensayos de cultura gastronómica. Sus primeras performance surgieron de su participación anual en el Oxford Symposium on Food and Cooking donde presentó su Deconstrucción organoléptica en tres movimientos que la catapultó al plano internacional del arte comestible.

Las creaciones y representaciones de la artista están presididas por lo irónico, lo poético y participativo en el espacio público. Ha desarrollado su actividad en Estados Unidos, Europa, Australia y África y la vida la ha traído hasta Cádiz por la relación de quien fuera su marido, el arquitecto gaditano, ya fallecido, Francisco García de Paredes y Barreda. Alicia cultiva lo excéntrico desde que su infancia en Alicante la iluminara un padre geólogo en un mediterráneo de otra época.

Su arte comestible ha creado Nanobanquetes, lenguas, sombreros, bibliotecas y ciudades comestibles. Es muy significativa su "Última cena pagana" para el Centre for performance Research de Aberystwyth (Gales, 2000). Sorprendente su "Un cuadro para comérselo" como taller infantil para la Fundación Telefónica (Madrid, 2012). De todos, destaca su Eat the Wall (Comerse el muro) en el New Life Berlin Festival en la Scala Showroom de Berlín en 2008. No se pierdan la Biblioteca Nacional en Milhojas.

Además de estas actuaciones creadas para los espectadores, Ali & Cia crea instalaciones interactivas y eventos gastronómicos, también muy teatrales, que ponen al público en el centro de la obra. Muchas actividades regulares relacionadas con la comida son en sí mismas altamente performativas y cuidadosamente estructuradas, incluso ritualizadas.

Su colaboración con el reconocido artista Antonio Miralda la ha llevado a abordar la cocina en todas sus dimensiones antropológicas, históricas, políticas, sociales y culturales. Sus festines urbanofágicos son actos amorosos para compartir que invitan no solo a consumir sino a crear.

Apasionada de los sombreros e imbuida en su cordero místico, se ha empeñado en creer en Cádiz y ha rehabilitado en la calle San Pedro de Cádiz una torre mirador desde la que mira al mundo bajo una perspectiva luminosa, creadora y tremendamente original.

La ciudad trae nuevos espíritus libres que debemos acoger con tolerancia y hospitalidad.

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