Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

césar antonio molina | escritor y gestor cultural

"El ser humano es ya una materia prima"

César Antonio Molina. César Antonio Molina.

César Antonio Molina. / Deusto

Escrito por

· Pilar Vera

Redactora

DESOLADOR NUEVO MUNDO. Su negociado, dice, es “analizar el vacío existencial” en el que promete dejarnos, sin remedio, este nuevo mundo que amanece. César Antonio Molina (La Coruña, 1952), doctor en Literatura, autor de medio centenar de libros y ministro de Cultura de 2007 a 2009, analiza en ¿Qué hacemos con los humanos? (Deusto) el papel de la humanidad ante la revolución que suponen la inteligencia artificial y los algoritmos, que pueden convertirse –entiende el humanista– en una amenaza para la supervivencia de la humanidad.

–Es algo obvio para cualquiera que realice la comparativa: el salto vivencial que hemos experimentado ha sido cuántico.

–Y se ha producido en una o dos generaciones: hasta esta época, las diferencias entre mi abuelo y yo eran asumibles. En la historia de la humanidad equivale a una hora más o menos: al principio, poco a poco, y luego ha tomado tal velocidad que hoy día el ser humano está superado por la máquina.

–¿Cuándo diría que fue el momento exacto de la aceleración?

–La aceleración nace con la II GM, alcanzando incluso a la cuestión espacial: descubrimientos que se hacen en la guerra y que pasan a la vida civil. Es como si tuviéramos, artificialmente, una mente quince o veinte mil veces superior a la de Einstein. La situación es tal que el ser humano ya no evoluciona solo: su capacidad de evolución en solitario se ha cortado y ya es una coevolución con las máquinas, lo que lo hace todo bastante complejo. El tema de los robots implica que antes éramos seres racionales e irracionales y ahora habrá nuevas calificaciones: se abre ante nosotros un mundo incomprensible y, muchas veces, inalcanzable.

–¿Hay algún periodo con el que se pueda comparar?

–Ninguno, todas las revoluciones que se han dado, lo han hecho a la altura del ser humano pero nunca por encima de él: ni la imprenta, ni la Revolución Industrial del XIX, ni los desarrollos pasmosos del XX. La revolución que vivimos es gigantesca: es un cambio civilizatorio, cultural, científico, social, político, antropológico.

–Y ahí entraría ese qué hacemos con los humanos, que da título al libro. Siempre ha habido grietas generacionales y desconfianza hacia lo nuevo... Pero es inevitable sentir vértigo ante asunciones de facto como, por ejemplo, la del ser humano como mercancía.

"Tenemos un programa de captación, universal e indoloro, a través de los móviles"

–Es que toca la misma cuestión existencial: la conciencia humana, que aparece y no sabemos por qué, ni para qué, y luego nos damos cuenta de que vamos a desaparecer. A lo largo de los siglos, creamos la civilización y la cultura, con distintas respuestas para no tirarnos al vacío: esto tiene que haberlo hecho alguien, culturizamos la sexualidad y nos inventamos el amor, la soledad, el estudio, la cultura, las artes... Y llegamos incluso a la idea del alma, de la resurrección. De repente, todo eso se nos está diciendo que no vale para nada y que no tienes por qué buscar a nadie, o que los transplantes prolongarán la vida de manera indefinida. El ser humano es, como decías, una materia prima para todas estas empresas gigantes, con presupuestos siderales, que saben lo que te gusta y lo que no, y nos controlan. Y esto no es hacer de Casandra: es el mundo tal cual. Además de la pérdida de empleo en sí, que se calcula que a lo largo de esta década habrá más de mil profesiones perdidas, están cuestiones como para qué voy a vivir o quién y por qué me controla.

–Habla de la “descualificación” (deskilling):para qué me hace falta conducir, si la máquina lo hace; para qué saber inglés, si me lo traduce... Pero eso nos hace altamente dependientes. Vulnerables.

–Sobre todo, si tenemos en cuenta que la tecnología es utilizada por la política y los Estados autoritarios. En el ser humano, la tendencia negativa se presenta siempre con más fuerza que la buena, que es más débil, y el poder siempre ha querido controlar. El problema aquí –entiende el poder– es el individuo: crítico, inconformista, impredecible. Eso molesta al poder. En esa dicotomía entre lo bueno y lo malo, el ser humano queda atrapado y sin poder de decisión, porque el manejo de esos instrumentos no está al alcance de todo el mundo.

–Nosotros que creíamos tan lejos los años 30 y, de repente, parece que tenemos otra ronda.

–Lo que Bauman plasma en su Retropía: la democracia está en peligro en todo el mundo, el autoritarismo y la autocracia se la quieren cargar, uno piensa que las dictaduras siempre son militares, pero también son civiles. Corremos el peligro que, por los motivos que sean, el autoritarismo haga desaparecer a las democracias occidentales, tal y como pasó entonces.

–Tenemos la ilustrativa anécdota de Henry Ford II: ‘¿Quién se apuntará a tu sindicato?’, le dijo al representante tras introducir una maquinaria sofisticada. ‘¿Quién te comprará coches?’, le contestó él.

–Y ya hemos llegado a un punto en el que los mismos coches probablemente sean gratis. Lo que no sé dónde estará el valor: tenemos un programa de captación universal e indoloro a través de los móviles, con estragos en la capacidad de atención y que nos anula la capacidad de reflexionar y rebelarnos. La pérdida de comprensión y manifestación que vivimos es muy grande. Yo escribo libros como una especie de notario, desde el inconformismo con lo que está pasando, y planteo una serie de cuestiones gravísimas porque no sé por lo que va a ser sustituido todo esto pero, hasta el día de hoy, es lo que nos ha hecho seguir viviendo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios