Feria de Jerez

Entramos en calor por fin en el Real de la Feria

  • El inicio del fin de semana junto con el subidón de las temperaturas disparan el ambiente en el González Hontoria

Vamos allá, que si la tibieza ha sido una de las características de la presente edición de la Feria del Caballo, en el aspecto meteorológico -que se agradece- y en todos los demás -ahí ya habría debate-, el inicio del fin de semana marcó ayer una auténtica eclosión, en el parque González Hontoria. Lorenzo por fin dijo aquí estoy yo, pero lo malo es que era una auténtica odisea encontrar sitio libre, y además a la sombra, en cualquier caseta, ya que todas disfrutaron de un inmejorable ambiente.

Pero empecemos por el prólogo: Está claro que la Feria, aunque su espacio esté limitado  en un determinado parque, 'irradia' su espíritu en buena parte de la ciudad. ¿Qué me dicen si no del ambientillo que ya a última hora de la ciudad había por el centro?: Llega un grupo de mujeres vestidas de gitana, con su correspondiente tambor rociero, forman un coro en plena calle Larga y allí acaban bailando hasta un camarero con una camarera ante las caras alucinadas sobre todo de los forasteros. Con los ojos a cuadritos, o más bien a lunares.

¿Y por qué no por ejemplo tomarse una cervecita, una copa e incluso unos caracoles antes de poner rumbo al Real? Son varios los bares y terrazas, a lo largo de la avenida alcalde Álvaro Domecq, los que se benefician de las paradas que se pueden hacer en dirección al parque. Que todo hay que saborearlo con placer.

Y hasta el centro llegan también las persistentes gitanas que, a toda costa, te quieren endosar una rama de romero "regalada, regalada".

Pero he aquí otra importante cuestión: ¿Cómo nos transportamos a nuestro destino? Lo más económico indudablemente es a pie, pero eso sólo para los más animosos y deportistas. Está también el autobús, que para algo anularon la enésima convocatoria de huelga pero, ¿donde quedaron esas lanzaderas que otros años estaban continuamente yendo y viniendo? Ayer al menos pudimos ver más de una cara de desesperación en la parada.

Es en ese momento donde aparece la opción del taxi, pero alrededor de las tres de la tarde era misión prácticamente imposible comunicar con la centralita, de tan saturada que estaba y en la parada de Cristina poco menos que había tortas por coger alguno de los que llegaban. Mientras, en la parada situada frente a la portada principal de la Feria, había toda una hilera libre. Dado que a esa hora lo normal es llegar, y no irse, la verdad es que la organización resulta un poco chocante ¿no?

Pero por fin entramos en el albero,  que restalla bajo el sol, y lo primero es tratar de hacerse un hueco, por mínimo que sea y a ser posible a la sombra, en una caseta, algo que, como ya hemos dicho, resultaba bastante complicado. Afortunadamente, la oferta gastronómica en la mayoría de ellas es bastante buena, así que, con un poco de suerte, se logra un lugar donde reponer fuerzas y contemplar el paseo de caballos.

Dicen que este año ha habido menos, pero ayer fueron bastantes más los que se animaron a montar o a llevar un enganche. Por cierto, que llama la atención la importante presencia del género femenino entre los mayorales. También pudimos ver a dos amazonas ataviadas a la portuguesas con casacas y sombreros de tres picos bastante vistosas sobre sus elegantes monturas, algo fuera de lo común.

Y para terminar, recordar que, hace dos años, lográbamos volver a casa de la Feria con los zapatos limpios por un producto que se echaba al albero, algo que no sólo han dejado de hacer, sino que incluso hemos recibido quejas de los numerosos socavones que había en el  piso, pero en fin, ya se sabe que cada uno cuenta la Feria según le va.

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