Feria de Jerez

De cofradías, también por el albero

  • Treinta y dos hermandades de Semana Santa, algo menos que en años precedentes, están en el González Hontoria Apenas un 25 por ciento de ellas son trabajadas por los hermanos

Que el ingrediente cofrade es preeminente en la Feria del Caballo, es algo que nadie a día de hoy discute. Es el colectivo con mayor representación en el Real; y es así desde casi siempre, al menos en la etapa más contemporánea de esta fiesta. Además, las hermandades son en gran parte 'culpables' del concepto estilístico actual, dentro de la definición efímera de la fiesta, que se ve en el González Hontoria. No en vano, el recordado José Alfonso Reimóndez 'Lete' dio un vuelco al concepto ornamental de la caseta de su hermandad de Las Angustias, de las más antiguas en el Real, que fue punta de lanza de esas nuevas formas que rápidamente se tomaron como canon esencial del concepto de ciudad efímera que es la Feria jerezana.

Bueno es saber este precedente que habla bien a las claras que la 'manía' por el equilibrio y la estética en lo cofrade se traslada a cualquier lugar donde las hermandades toman carta de naturaleza. Tanto es así que todos los años, en el concurso de casetas, no falta que alguna de una cofradía obtenga un trofeo y no dinero, como sucedía antes. El certamen de este año, dos son las hermandades que han sido premiadas, la de la Vera Cruz, que obtiene el primer premio por segundo año consecutivo, y la de la Oración en el Huerto.

Hoy día, las hermandades jerezanas se cuidan y cuidan de que la instalación no desentone con la 'marca' de la corporación, excepto alguna que pasa absolutamente de complicarse la vida más allá de 'vender' la caseta al mejor postor sin importarle en qué convierte la instalación -que por cierto lleva el nombre de la hermandad, como es preceptivo, en la fachada para mayor bochorno -. Y es que el tiempo de las ferias numantinas, de currarlas de cabo a rabo, de acabar extenuados después de horas y horas tras la barra o en la cocina casi ha desaparecido. Apenas un 25 por ciento de las treinta y dos hermandades de Semana Santa que se instalan en el albero del González Hontoria- se han caído las de las hermandades de Humildad y Paciencia y Piedad-, además de una agrupación parroquial y tres corporaciones de gloria, la trabajan los hermanos; el resto, como casi todas las restantes de la Feria, conciertan con catering, restaurantes y bares la explotación de la barra por un precio que se determina sobre todo por la ubicación de la instalación. Evidentemente no es lo mismo estar en el paseo Principal o en el de Las Palmeras que situarse en calles secundarias. Ese es el factor determinante, junto a si es de un módulo o dos -casi todas tienen esta última dimensión- lo que sitúa la tarifa más arriba o más abajo.

La cifra media de lo que puede llegar a recibir una hermandad está este año entre los 4.000 y lo 6.000 euros por la cesión de la barra, cantidades mucho más bajas de las que hace una década se podía conseguir. Aún se recuerdan los 20.000 euros que un feriante llegó a pagar a una cofradía. En cuanto a los que la curran ellos mismos, el calculo es que el beneficio que se puede llegar a conseguir se puede multiplicar por cuatro en relación con las 'tarifas' medias de alquiler; eso sí, con el trabajo que supone comprometer a un numeroso grupo de hermanos dispuestos a no mirar más allá de la barra de la caseta.

Tomamos como ejemplo a la hermandad de La Clemencia en la que alrededor de 80 hermanos forman la 'plantilla' que trabaja la feria. Se reparten por turnos y unas funciones que se establecen según sus habilidades aunque es siempre la cocina lo más complejo y exigente, teniendo en cuenta la estricta normativa sanitaria que, con todo sentido, se exige en la Feria. Cuestión de organización.

Otra fórmula que se ha usado, más generosa, son los casos de cesión de la caseta a hermanos desempleados. De todas formas, el nivel que tiene la gastronomía feriante jerezana, que incluso exige el público, deja poco espacio para los experimentos y se suele jugar sobre seguro, para no tener que lamentar nada. Otras cuentas son los costes de montaje y el tiempo que se invierte, que puede rondar los 15 días antes de la Feria.

Con todo, ir de cofradías por el Real es asumible, sobre todo en aquellas casetas que los propios hermanos la trabajan, en las que pueden jugar con los precios a la baja, lo que las hacen más atractivas a los bolsillos y, sobre todo, populares. Aún se recuerdan pelotazos como que fue el invento de los 'Chispazos' de la Candelaria, que por cierto este año vuelven, cuyos pingües beneficios se ven en el patrimonio de la corporación.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios