Feria de Jerez

El paseo de caballos que Ava no vio

  • La Feria de Jerez trata de conservar uno de los mejores desfiles de caballistas y carruajes de aquella España wonderful que conocieron las rutilantes estrellas de Hollywood en los años cincuenta y sesenta

Ava Gardner no entendía ni papa de español cuando pisó la feria de Sevilla en abril de 1950. El rodaje de Pandora y el holandés errante trajo a la gran dama del cine hasta la España más aislada, profunda y pintoresca. A la España más gris. En ese decorado, rejoneadores, toreros, artistas, terratenientes, aristócratas y franquistas se apresuraron por mostrar a los ojos verdes más deseados de América todo el color que la piel de toro escondía debajo de su mugrienta epidermis. El mar de la Costa Brava, el toro, los toreros, el vino, el flamenco, los caballos o el albero de Sevilla, lo cierto es que a Ava toda esa España exótica le parecía wonderful sin saber que para el españolito de entonces lo exótico era ella.

La gitanilla Gardner no fue la primera actriz de Hollywood en arrancarse por sevillanas con vestido de lunares en las animadas casetas de feria. Tampoco fue la última. Brigitte Bardot, Grace Kelly, Rita Hayworth, Audrey Hepburn o Geraldine Chaplin también se engancharon a la moda de pasear palmito por la variada geografía ibérica. Y todas quedaron atrapadas en el magnético significado de las costumbres de Andalucía.

Una de las costumbres más arraigadas es precisamente la feria de primavera, que no sería tal sin los caballos y carruajes que vieron aquellas turistas de figurón. La presencia equina en el albero se tambaleó en la recién estrenada década de los noventa, cuando una plaga llamada peste equina asustó tanto a la administración pública que se prohibió cualquier tipo de congregación ecuestre en suelo andaluz, incluidas sus ferias. Jerez fue una excepción porque los caballos y los enganches entraron por las malas burlando la presencia policial y dejando claro que con el paseo de caballos de la Feria del Caballo no se juega. Jinetes, cocheros y propietarios han sido los grandes responsables de que la feria de Jerez tenga uno de los mejores desfiles ecuestres de Andalucía, venido a más desde la democracia. El Hontoria ya no es el que era hace cincuenta años y mucho menos el de hace setenta. En los años treinta y cuarenta, se contaban con los dedos de una mano los enganches que circulaban por el Paseo de las Palmeras. Las mejores colecciones estaban en pocas casas: Yeguada Militar, el Depósito de Sementales y Petra Domecq de la Riva era todo. Y no era poco, pues sólo estas tres colecciones superaban en calidad a todo el catálogo nacional de aquel momento.

Estaba el país sacudiéndose la mugre franquista cuando el paseo de caballos de Jerez explotó. Antonio Romero Girón, miembro del jurado de la feria de Jerez, recuerda aquellos años setenta y ochenta en los que andar por el real comenzaba a ser difícil por la numerosa presencia ecuestre. "Había muchos coches de caballos, todos buenos y conocidos. Y también caballistas, no tantos como ahora, cuyo esmero en la vestimenta era total".

Y de atrezo habla el experto, que este viernes 15 de mayo tendrá el encargo de premiar a los mejores participantes. "Se ha recuperado la entrega de premios después de dos años para seguir motivando a la afición a que venga a la mejor feria del mundo, que es la Feria del Caballo". ¿Es que habían dejado de venir los jinetes, o de venir adecuadamente vestidos?, pregunto. "Todo lo contrario, ahora hay más caballistas y enganches que nunca, la mayoría de excelente calidad. Lo único que ha variado es que ahora no conocemos a nadie porque vienen de toda España. Antes éramos una familia y ahora no, pero esto es bueno porque la Feria del Caballo tiene futuro. Los jinetes compiten entre ellos para ver quién va mejor vestido o con el caballo mejor presentado, que también cuenta". Y tiene futuro porque para entrar a caballo en el recinto ferial Jerez pone sus condiciones, algo así como el derecho de admisión, que permite el acceso sólo a quienes vistan el atuendo andaluz, como el traje corto, rondeño, español o de alta escuela. Si pretende cabalgar estos días en camiseta y vaqueros, mejor no lo haga. No le dejarán entrar. Es la norma.

A Jerez le cuesta calentar su paseo de caballos, cosa que no sorprende a Romero Girón porque para un caballista o un cochero, siete días de feria son un exceso que no se pueden permitir. "La feria es larga para montar cada día, por eso es el fin de semana cuando se concentra la mayoría. Lo que sí le pediría a los asistentes es que no lleguen tan tarde. La hora buena para montar en la feria es a partir de las dos de la tarde, no de las tres o a las cuatro", advierte el jurado.

España, con sus fiestas, sus juergas y sus tópicos como la feria, era el refugio físico y mental de actrices que huían de las imposiciones de Hollywood, como la Gardner, el 'animal más bello del mundo', que nunca llegó a conocer el paseo de caballos de Jerez, el más wonderful.

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