La crítica

Solo ante la adversidad

  • Su cuidada puesta en escena y una elección musical acertadísima da consistencia a la obra pero se desangra ya que, a veces, carece de solidez y pierde tensión

La segunda producción del Ballet Flamenco de Andalucía dejó más sombras que luces en su reestreno de Villamarta. Después de su interesante Metáfora, Rubén Olmo ahonda en la vida del torero Ignacio Sánchez Mejías y lo hace a través de su gran amigo, Federico García Lorca. La elegía que el poeta granadino escribió allá por 1935, tras el fallecimiento del matador en la plaza de toros de Manzanares, sirve de hilo conductor a una obra que durante hora y veinte nos transporta a los primeros años del siglo XX y lo hace con un lenguaje exclusivamente taurino.

Con los mismos parámetros de su anterior montaje, el bailarín y coreógrafo exhibe su amplio conocimiento dancístico, añadiendo a las coreografías dosis de contemporáneo y ballet clásico, algo habitual en casi todas sus creaciones. Además, a lo largo del mismo encontramos alguna que otra referencia a obras que antaño pasaron por el festival y que dejaron huella allá por donde fueron representadas, obras míticas de nombres como Antonio Gades, Cristina Hoyos y Aída Gómez.

Su cuidada puesta en escena, con efectos vanguardistas y perfectamente introducidos, y una elección musical acertadísima en todos sus ámbitos (el ejemplo más claro es la pieza de Riqueni que da cuerpo a la quinta escena, titulada San Fernando) da consistencia a la obra, que no obstante se desangra en muchos pasajes, pues por momentos carece de solidez y pierde tensión. Es cuestión de seguir la reacción del público, así de sencillo.

Pese a que Rubén tira del carro durante gran parte del desarrollo, con otra épica demostración, como ya hiciera en 'Tranquilo Alboroto', de su dominio del mantón o en su defecto, como ocurre ahora, de un capote taurino; su talento no se basta únicamente para salvar esta nueva creación.

A pesar de todo, el sevillano es un artista completísimo en cada una de sus acepciones y su mano en las coreografías se deja notar conforme va avanzando el espectáculo. Prueba de ello es el pasaje 'Corrida y muerte', donde la compañía representa a un toro metafórico que se desplaza con un cuerpo de baile de casi diez personas con gran virulencia y desparpajo. Es posiblemente una de las ideas más llamativas del espectáculo.

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías está estructurada en seis escenas y a la hora de dividirla, musicalmente hablando, podemos hacerlo en dos partes, una más flamenca y donde toman protagonismo las voces de Cristian Guerrero, un cantaor de garganta poderosa, y Juana Salazar 'La Tobala', que demuestra sus tablas al meterse por tangos de Granada y esas bulerías acuplesadas que tanto le gustan; y otra más contemporánea pues salvo la irrupción de Cristian por seguiriyas, el resto pertenece a un registro más actual, plagado de sonidos acústicos y donde la batería y la percusión de David 'Chupete' toma posiciones delanteras.

En definitiva, una obra que dejó a más de uno con una sensación agridulce, una verdadera lástima.

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías

Dirección artística y coreográfica: Rubén Olmo. Solistas: Patricia Guerrero y Eduardo Leal. Bailarinas: Sara Vázquez, Ana Agraz, Marta Arias, Maise Márquez y Sara Arévalo. Bailarines: Álvaro Paños, Juan Carlos Cardoso, Ángel Fariña, Fernando Jiménez. Cante: Juana Salazar ‘La Tobala’ y Cristian Guerrero. Guitarra: Daniel Jurado y Michele Iaccorino. Percusión: David ‘Chupete’. Día: 24 de febrero. Lugar: Villamarta.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios