Condenado a treinta años de cárcel por violar a su hermana impedida

La mujer, que alega que las agresiones eran "casi a diario", llegó a grabar una de ellas

Noemí González / Jerez

16 de enero 2009 - 01:00

Treinta años de prisión es la pena que se ha impuesto a J.M.S.G. por agredir sexualmente de forma reiterada a su propia hermana, que se encuentra impedida físicamente y que además tiene una "limitación cognitiva que la hace muy manipulable e influenciable". La pena es tan severa porque se le considera culpable de dos delitos de agresión sexual. Por el primero se le condena a doce años de cárcel, mientras que por el segundo a dieciocho años porque se considera que tiene un subtipo agravado. La Sección Octava de la Audiencia Provincia, que ha dictado la sentencia, que aún no es firme, inhabilita además al acusado de forma absoluta y le prohíbe acercarse a la víctima a más de 500 metros de distancia durante una década. Ese alejamiento incluso estaría vigente en caso de que el inculpado, que debe pagar las costas, pudiera optar a permisos penitenciarios en el tiempo de la condena. Eso sí, cabe decir que la sentencia aún no es firme y que se encuentra recurrida en el Tribunal Supremo.

Los hechos que la sala que preside la magistrada Lourdes Marín considera probados son realmente crudos. El testimonio de la víctima ha resultado fundamental en el caso, un testimonio que se considera totalmente creíble, algo que además deja evidente el forense que examinó a la mujer, que como consecuencia de una 'polio' necesita ayuda para desplazarse. Este hecho está al margen de su limitación cognitiva.

El tribunal considera probado que desde que la mujer era menor, ella siempre menciona a los once años, viene padeciendo tocamientos por parte de su hermano que poco a poco pasó a agredirla sexualmente (penetraciones y felaciones) aprovechando que su madre estaba fuera de casa, en especial por las mañanas cuando ésta hacia algunas compras. La mujer ni siquiera pudo oponer resistencia por el miedo que sufría y por las amenazas que recibía, ya que el acusado aseguraba que haría daño a la madre y que incluso la mataría. En la misma casa vivía otra hermana más, que también es inválida y ciega.

Las agresiones se producían "casi a diario", como llegó a reconocer la propia perjudicada que en todos estos años nunca había denunciado los hechos. En verano del año 2007 la víctima se armó de valor y consiguió grabar una de las agresiones sufridas colocando una cámara tras un frutero. Eso fue lo que la animó a denunciar y a contárselo al resto de la familia, aunque es cierto que al resto de sus hermanas le pedía que no la dejaran sola y a sus sobrinos les decía que tuvieran cuidado con su tío. La mujer, por sus limitaciones, no pudo en ningún momento defenderse.

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