Diversión y espectáculo entre tigres, payasos y trapecistas

Una gran carpa de rayas rojas y blancas se alza orgullosa en Jerez, junto al estadio Chapín. El Circo Alaska ha llegado una vez más a la ciudad con todos sus artistas, como lleva haciendo desde hace 10 años. Pero esta vez es diferente. Este año no viene sólo. A pesar de la crisis este circo sigue trabajando para ofrecer un buen espectáculo al público, sigue apostando por recuperar el arte circense y hacer que este tradicional movimiento artístico vuelva a ser lo que fue en épocas pasadas.

El Gran Circo Alaska se ha unido este año a uno de los circos más grandes y prestigiosos a nivel internacional, el Circo de Berlín. Esta unión según comentó Alberto Segura, uno de los componentes del Gran Circo Alaska, "se ha llevado a cabo con la finalidad de ofrecer al público andaluz uno de los mejores espectáculos circenses que se pueden ver hoy día dentro de una carpa". Sólo ciudades como Jerez, Sevilla o Málaga, tendrán la oportunidad de ver a dos grandes del circo bajo una misma carpa.

Para garantizar un gran espectáculo, los artistas de las dos compañías se han sometido a castings entre ellos, para seleccionar a los mejores de cada casa, que serán los encargados de llevar a cabo los números del espectáculo. En las casi dos horas que dura el show, el público podrá ver números que gustaran a pequeños y a mayores. El objetivo claro del circo es gustar a toda la familia por lo que juegan compensando números de alto riesgo y números más divertidos para encandilar a los más pequeños.

Entre esos números los más valorados son, elde los trapecistas, que deja al público sin aliento y en estado de tensión mientras los atletas vuelan por los aires o el número en el que los elefantes son los protagonistas. En este último estas enormes criaturas hacen equilibrismos sobre una cuerda o bailan graciosamente al ritmo de la música, lo que arranca los aplausos del público y la sonrisas de niños y adultos. Otra de las actuaciones que no pueden faltar en un circo, es la de los payasos, porque como tal y como dijo Alberto Segura del circo Alaska, "un circo sin payasos es como un jardín sin flores".

Una vez acabada la función, la vida de los artistas prosigue. "Un circo es como un pequeño pueblo ambulante", contó Alberto Segura y añadió, "llevamos con nosotros un colegio, un instituto para los más mayores, tenemos nuestra propia enfermería y también un pequeño gimnasio, así que prácticamente a donde quiera que vayamos tenemos nuestras instalaciones para poder hacer vida normal".

En ese pequeño pueblo que es el circo, las relaciones entre artistas terminan siendo lazos en muchas ocasiones casi familiares, dando fe de la clásica creencia de que el circo es una gran familia. Según Segura, "es inevitable no creer que el circo es una gran familia, ya que pasamos muchísimo tiempo juntos, no sólo en la pista actuando si no también fuera, la convivencia te une mucho a tus compañeros". A pesar del gran esfuerzo empresarial y artístico que estos dos circos han asumido para unificarse y ofrecer al público lo mejor de los dos, bajo una misma carpa los precios de las entradas a las funciones, se han adaptado a la situación económica actual.

Las entradas para los más pequeños se pueden adquirir por un precio de 5 euros y por 10 la de los adultos, un precio mínimo para lo que les espera al traspasar la puerta de entrada. Si bien el mundo del circo ha sufrido tiempos mejores en épocas pasadas, desde hace unos años se abrió paso a un nuevo concepto de circo. Circos que se alejan de la visión tradicional y se centran en otro tipo de espectacularidad, apelando a un público mayor, ofreciendo números de alto riesgo constante y de gran dificultad, dejando en ocasiones de lado la atención del público más pequeño.

Frente a esto tanto el Gran Circo Alaska como el Circo de Berlín se muestran tajantes, su objetivo es satisfacer a todos, por lo que alternan sus números y van compensando el peso de los mismos para que todos los miembros de la familia encuentren su momento de diversión.