Jerez

Los gitanos de Jerez no hablan su lengua y el caló ya es de todos

Romanó caló

Romanó caló

Felipa Medrano le pone los calcetines a su hijo en los pinreles (pies) y le dice que achante la mui (boca). Poco a poco, sin que el pequeño se de cuenta siquiera, está asimilando algunos vocablos del caló. Ella es gitana, técnica de Igualdad en la Fundación Secretariado Gitano (FSG) de Jerez y no sabe lengua romaní, solo algo de caló gracias a la tradición oral, lo que enseñan padres a hijos.

"El caló lo hablamos entre gitanos en nuestra zona de confort, en la familia. Date cuenta que hace más de cuatrocientos años, fue prohibido el uso de nuestra lengua, del romaní, hemos sido perseguidos por ello. En zonas de Rumanía, por ejemplo, el romaní es la lengua oficial”, cuenta Medrano.

En Andalucía residen unas 300.000 personas gitanas de las 730.100 de toda España. En Jerez, la Fundación Secretariado Gitano (FSG) cree que la cifra oscila entre el 20 y el 25% de la población. "Es muy difícil conocerla con exactitud porque hay mucha mezcla", reconoce Medrano.

Casi cualquier persona que lea estás líneas habrá dicho alguna vez que ha ido a currar, que se ha 'camelao' a alguien, o que no tiene parné. O ha oído estas expresiones y las ha entendido. Son tres ejemplos del caló. Éste "no es un dialecto del romaní, la lengua del pueblo gitano, sino el sustrato lingüístico que queda con algunas palabras de etimología romaní pero que están inmersas en la gramática castellana y en el castellano”, explica Joaquín L. Bustamante, periodista y escritor.

Bustamante considera, además, que Jerez es un caso aparte: es una ciudad en la que desde hace siglos ha habido matrimonios mixtos, donde la cultura gitana está muy presente no solo en el flamenco sino en otras muchísimas manifestaciones, y "es una sociedad muy gitana en el habla”.

A diferencia de otros puntos de España, términos del caló han pasado a formar parte del habla jerezana en su conjunto. Esos son préstamos léxicos que tienen origen gitano, pero que los utilizan todos los jerezanos. "Durante la pandemia el bar La Moderna colgó un cartel que decía Cerrado por jindama ('miedo' en caló) y no necesitaba traducción. Gachó o gachí, denomina a quienes no son gitanos y son palabras que forman parte de todos en Jerez".

En cuanto a la lengua romaní, en países como Rumanía, Bulgaria o Serbia, se enseña en las escuelas  dado que la población gitana es más numerosa que aquí. "Hay gitanos que traducen obras literarias de la literatura universal al romaní, hay radios y televisiones que emiten en romaní, se canta, se reza. Es una lengua viva que hablan casi diez millones de personas y un patrimonio cultural muy importante. Ojalá se mantengan esas palabras que decían nuestros abuelos", subraya.

En nuestro país no hay suficientes iniciativas ni métodos para enseñarlo. Desde algunas ONGs ponen en marcha clases y formaciones del romaní a través de internet. El Ayuntamiento de Lebrija organizó un curso al que asistieron gitanos y no gitanos. "Tuvo bastante éxito", asegura Gonzalo Peña, técnico de cultura de la FSG.

Aprender el romaní les conecta con su tradición, sus familias, con la historia del pueblo gitano de España"

Peña apuesta, no ya solo por enseñar la lengua del pueblo gitano, sino también de incluir su historia y su cultura en la literatura para que se conozca. En este mismo sentido, expresa sus reivindicaciones Bustamante quien recuerda que hay iniciativas en España y en Europa para fomentar el romaní estándar. Defiende que el aprendizaje de su lengua permitiría a los gitanos españoles poder entenderse con el resto de gitanos del mundo. Hablan sus dialectos, pero permite su inter comprensión, "como un castellano de México con el de Valladolid”. Apuesta por enseñar esta lengua a los niños gitanos que quieran. "Aprender el romaní les conecta con su tradición, sus familias, con la historia del pueblo gitano de España. Es una lengua en la que se escribe, se traduce, y a través de la que se puede comunicar con el resto de gitanos del mundo".

Por otra parte, el escritor y periodista agradece que el Diccionario de la Real Academia Española incluya palabras como chaval que son de origen romaní, y se indica la etimología, pero en otros casos no se reconoce. "Es de justicia académica y lingüística. Centenares de palabras que forman parte del castellano y utilizamos todos son de origen romaní, hay que ponerlo en valor y reconocerlo”. 

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