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Jerez
  • Llegó a Jerez en acogida con apenas 7 años procedente de un campamento de refugiados en Argelia y, a pesar de una minusvalía, ha cursado dos grados y hoy trabaja en la UTE de limpieza

Hamma, una historia de superación

Hamma, el pasado jueves en la plaza de La Asunción. Hamma, el pasado jueves en la plaza de La Asunción.

Hamma, el pasado jueves en la plaza de La Asunción. / Miguel Ángel González

Escrito por

R.Navas

Es posible que alguna vez se hayan cruzado con él por una calle del centro, conduciendo una bicicleta con un carrito de la limpieza. Se llama Hamma Mohamed Chebih y detrás de este joven simpático, menudo y muy educado de 26 años hay una auténtica historia de amor y superación ante las adversidades para llegar a la meta de trabajar y sentirse útil a la sociedad.

Hamma era saharaui (hoy tiene la nacionalidad española) y vivía en un campamento de refugiados en Argelia junto a su padre, Ali Hamma Mohamed, y su madre, Umldfadli Chebih Abdalahi. Es el mediano de una familia de ocho hermanos. Todos siguen viviendo allí en la actualidad.

Imágenes de Hamma, su madre y sus hermanas, en el campamento de refugiados saharauis en Argelia. Imágenes de Hamma, su madre y sus hermanas, en el campamento de refugiados saharauis en Argelia.

Imágenes de Hamma, su madre y sus hermanas, en el campamento de refugiados saharauis en Argelia.

Llegó por primera vez a Jerez en el verano de 2002, con apenas 7 años, dentro del programa Vacaciones en Paz para la acogida de niños saharauis. Fue acogido por el matrimonio Luis Barrera y Setefilla García. El choque fue tremendo, recuerda Hamma: "Los primeros años jugaba con el pomo de una puerta, jugaba a abrir y cerrar el grifo y me tuvieron que enseñar hasta a bajar un escalón; la primera vez que me monté en un coche me puse de pie en el asiento de atrás... Era todo desconocido para mí".

A pesar de que la experiencia fue muy positiva, Hamma no regresaría a Jerez hasta el verano de 2005, ya con diez años, a la misma familia.

Sin embargo, ese año llegó mal de salud: le detectaron una artritis idiopática juvenil, una enfermedad autoinmune. "Prácticamente no me podía mover, me llevaban en carrito, en brazos... Y eso que el primer año, antes de la enfermedad, jugaba al fútbol en la playa y les ganaba a todos porque estaba acostumbrado a jugar en la arena; me decían que habría sido un gran futbolista".

Durante tres meses estuvo yendo todos los días para tratar la enfermedad y sus padres de acogida se pusieron en contacto con los de Argelia para ofrecerle la posibilidad de que se quedase más tiempo y seguir así el tratamiento en Jerez. "Tenía sólo 10 años y no lo entendí, me lo tomé a mal", recuerda Hamma.

Regresó al campamento en Argelia con una maleta llena de medicamentos y finalmente sus padres biológicos decidieron que lo mejor para su salud era que regresase a España. Así lo hizo en 2006 y fue para quedarse hasta hoy. De hecho, desde entonces sólo ha vuelto a Argelia una vez, en la Navidad de 2012.

Hamma, con su madre de acogida, Setefilla García, en uno de los primeros años en Jerez. Hamma, con su madre de acogida, Setefilla García, en uno de los primeros años en Jerez.

Hamma, con su madre de acogida, Setefilla García, en uno de los primeros años en Jerez.

Para Luis y Setefilla aquella fue una decisión que cambió para siempre sus vidas. Así lo recoge Setefilla en uno de los capítulos del libro que está escribiendo, con el título 'El lienzo de mi vida': "Hamma llegó el verano de 2006 a nuestras vidas para quedarse para siempre y ser uno más de nuestra familia, para convertirse en nuestro hijo. Ya lo dijo Schiller: “No es la carne, ni la sangre, sino el corazón lo que nos hace padres e hijos”. Sólo por el hecho de ser tan pequeño, y estar tan enfermo, se hizo un hueco muy grande en nuestro corazón. Sentimos el deseo de abrazarlo, protegerlo, cuidarlo y curarlo. Tan indefenso, tan desvalido, tan bueno, tan limpio de corazón, tan puro, tan inocente, y tan asustado".

"Son lo más de lo más", dice de sus padres de acogida Hamma. "Son unas personas muy honradas, que siempre intentan ayudar a la gente", añade. Luis y Setefilla ya tenían a una hija adoptada, María, de 16 años, pero eso no fue impedimento para acoger a Hamma. Hoy tienen además otra hija, también adoptada, Miriam, de 15 años.

Cuando Hamma llegó definitivamente a Jerez apenas sabía hablar el español. Le matricularon en la Compañía de María y por edad le correspondía 5º de Primaria. Sin embargo, al no tener ese nivel, estuvo yendo a clases a 1º de Primaria para aprender lo más básico. "Para saber lo que era un árbol me llevaban a ver uno de verdad", recuerda. "Y escribía al revés, de derecha a izquierda, como el árabe".

Cursó 1º, 2º, la mitad de 3º y pasó a 4º de Primaria. Durante los veranos aprovechaba para estudiar contenidos de los cursos que tenía por hacer. Al llegar a 5º, no tenía nivel para dar el salto a la ESO y tuvo que dar clases de refuerzo. Cuando acabó 4º de ESO entró a estudiar un grado medio de Gestión Administrativa en el Centro de Formación Profesional Rumasa, que terminó en dos años. "Ha sido una de las cosas que más he disfrutado, me ha cambiado la vida, allí aprendí cosas que jamás pensé que sabría y nunca pensé que tendría capacidad para aprenderlas, cosas que te sirven para toda la vida, como la contabilidad o saber qué es una nómina y cómo se hace", explica.

Después cursó un grado superior de Transporte y Logística, también en el Centro Profesional Rumasa, e hizo prácticas en MRW y en Afanas Bahía de Cádiz, hasta 2018. En febrero de 2019 le llamaron desde el Centro Especial de Empleo de la ONCE en Jerez y se inscribió en la bolsa de empleo de la concesionaria de limpieza viaria, la UTE formada por FCC, Cointer y Equal (en  esta última tiene el contrato). Pasó las entrevistas y reconocimientos médicos necesarios y el 23 de agosto de ese año empezó a trabajar como peón del servicio de limpieza viaria.  

Hamma, con su inseparable carrito de la limpieza a pedales. Hamma, con su inseparable carrito de la limpieza a pedales.

Hamma, con su inseparable carrito de la limpieza a pedales. / Miguel Ángel González

"Estoy muy contento con mi trabajo en la UTE, tengo muy buen rollo con mis compañeros y eso es muy importante en los trabajos, te da confianza, se trabaja mejor. Mi trabajo me ha cambiado como persona. Me siento útil. Nunca había pensado que trabajaría en la limpieza pero cuando lo haces, te gusta y como persona te ayuda a valorarte más. En la UTE tengo compañeros que están muy preparados, pero no podemos tener la mente cerrada y cuando falta el trabajo, como es el caso de Jerez, hay que trabajar en lo que se pueda, no te puedes quedar quieto en tu casa", comenta Hamma. "Y por supuesto que aspiro a mucho más, pero de momento esto es lo que tengo y me siento afortunado por ello", añade.

¿Cuál es su mensaje para quienes se enfrentan a dificultades en la vida? "Por mal que estén las cosas, hay que trabajar, esforzarse e intentar conseguir tus objetivos. No importa si es por el camino más largo, lo importante es llegar al final".

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