"Javi, el niño querido de San Pedro"
Su muerte ha roto a todo un barrio · Las circunstancias le hicieron vivir una vida solitaria · El bombero se repone de sus heridas con normalidad en su domicilio
Javier Pérez García, el hombre que falleció el pasado lunes en la calle Doctrina, no fue nunca un santito. Fue un hombre normal que a sus 48 años encontró la muerte por un accidente doméstico. Tal era el cariño del vecindario que, ayer tarde, acudieron a despedirle cerca de un centenar de parroquianos de San Pedro. El cura, Luis Delgado, lo explica así: "Era un hombre bueno, educado, este el tipo de persona que no miente, que no sabría mentir. Si le mentías, le cogías al instante"."
Las vida de Javi, 'Javi Pepsi' como le llamaban, nunca fue una vida normal. Siempre vivió en la calle Doctrina. Sus padres tuvieron cuatro varones y dos hermanas. Pasó el tiempo; su madre murió y nada se supo del padre. A la muerte de su madre, con el tiempo, Javi quedó solo en el piso de Doctrina. La familia la formaban cuatro varones y dos hembras.
Allí donde se pregunte en la calle Bizcocheros, Javi siempre era atendido. El padre Luis, con seis años ya al frente de la parroquia de Sa Pedro, confiesa que Javi siempre fue atendido como uno más de la familia; Cáritas le atendió en lo que pudo. La casa se encontraba en malísimas condiciones y fueron lo voluntarios de Cáritas los que, un día y otro, consiguieron poner la casa en pie.
La vida siguió. Cada mañana, muy temprano, Javi se despertaba para ayudar al quiosquero Rafael Ruiz, de la calle Arcos. Lo de Javi nunca se debió a las drogas: Su problema era otro, lo más seguro una esquizofrenia que le mantenía bajo tratamiento médico. En alguna ocasión, según la versión de sus vecinos, dejó el tratamiento y comenzaba a tirar todo lo que se le ponía por delante. Se trataban de casos aislados, a los que el vecindario se acostumbró. Ayer mismo, a las 16,45, tuvo lugar el entierro por su alma. No hubo esquelas en la prensa, tan sólo el aviso del párroco Luis colgado en la puerta de la iglesia.
El párroco Luis Delgado declaró a este periódico estar sorprendido por el número de parroquianos que acudieron a la misa. En veinticuatro horas, el cuerpo de Jai fue trasladado a Cádiz para practicarle una autopsia y, posteriormente, volver a Jerez para su entierro.
Por su parte, el bombero herido en el suceso permanece en su casa recuperándose de la herida en el tórax que sufrió con una cizalla al tratar de abrir una de las puertas de la vivienda siniestrada.
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