Jerezanos en la Armada Española (I)

Jerez en el recuerdo

Antonio Mariscal Trujillo

Jerez, 26 de enero 2015 - 15:59

Para quienes no lo conozca, creo que resulta de gran interés girar una visita al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando. Al contemplar muchos de sus artísticos mausoleos y laudes funerarios podemos observar que muchos de ellos corresponden a marinos nacidos en Jerez. La primera vez que lo visité quedé sorprendido cuando el guía me dijo que el mayor número de ellos corresponden a los nacidos en Sevilla siguiéndole a continuación los jerezanos.

Tradición naval centenaria

Resulta paradójico que en una ciudad como la nuestra eminentemente agrícola sin salida al mar y que siempre miró tierra adentro, cómo es posible tanta vocación por la carrera naval. Una razón podría ser que esta tradición marinera emane desde los tiempos de los Reyes Católicos cuando Jerez tenía su propia marina de guerra, habiendo sido fundamental su participación en la conquista de Granada impidiendo toda clase de suministros por mar al rey Boabdil desde el norte de África. Tras la conquista de Granada, la Armada de Jerez siguió prestando múltiples servicios a la corona en sucesivas operaciones navales, llegando a tener comandancia de marina y aduana.

Quizás por ello tan ligado estuvo siempre Jerez a la marina que incluso varios siglos después, no existiendo ya su flota de guerra aún continuaba dando hijos muy destacados a la Armada. Otro motivo podría ser el gran número de familias de la nobleza y la burguesía que en nuestra ciudad habitó en tiempos pasados, porque la carrera naval la seguían generalmente jóvenes procedentes de estamentos acomodados y de la nobleza. Y es que el mando de un buque de la Real Armada estaba reservado generalmente a oficiales de prestigio y de probada lealtad a la Corona. Circunstancia que queda patente cuando observamos los linajes de los que proceden muchos de los ilustres marinos nacidos en Jerez como podremos comprobar a continuación.

Marinos insignes

Ello nos da motivo para ocuparnos aquí aunque sea de forma sucinta de algunos de ellos. Así por ejemplo encontramos al teniente general de la Armada Ignacio Ponce de León y de la Cueva. Nacido en el año 1721 y que entró al servicio de la Marina al cumplir los 16 años de edad. Fue protagonista de hechos gloriosos, tales como el combate del Cabo de Sicié frente a la escuadra inglesa. También frente al ataque de los ingleses defendió valientemente en 1764 el puerto de la Habana dando pruebas de heroico valor tanto desde el mar como después desde tierra. En 1779 enarboló su insignia en el navío Gallardo con el que participó ante las mismísimas costas británicas en el apresamiento de un navío inglés armado con 64 cañones. Participó en el bloqueo a Gibraltar de 1782 enfrentándose al almirante inglés Howe en el mismo Estrecho. En 1783 sus largos y distinguidos servicios fueron recompensados con su ascenso a teniente general de la Armada, en cuyo cargo continuó hasta su muerte sucedida en Madrid el 14 de agosto de 1789.

De esa misma época citaremos al también teniente general José Adorno y Spínola, hijo del conde de Montegil. Nació en 1748 ingresando como guardiamarina a los catorce años de edad. Tras navegar por América y Filipinas fue ascendido a capitán de navío interviniendo en diversas operaciones en Orán, Ceuta, Melilla y Larache, así como frente a los franceses en la Guerra del Rosellón. Como recompensa fue ascendido a Brigadier confiándosele el cargo de comandante general del Departamento Marítimo de Cádiz. Participó heroicamente en la Guerra de la Independencia, siendo elevado por ello a teniente general de la Armada. Falleció en Cartagena en 1821 tras 59 años servicio activo.

Entre los gloriosos héroes de la Real Armada Española se puede contar el brigadier Tomás de Geraldino. Nació en 1754 también en el seno de una distinguida familia jerezana. Navegó por casi todos los mares de Europa y América, ostentando en aquel tiempo el mando de nuestras fuerzas navales del Pacífico. Se distinguió en Argel y en el cerco de Gibraltar, inventó varios aparatos de navegación y ensayó con éxito un sistema para potabilizar el agua de mar. Murió gloriosamente el 14 de febrero de 1897 a bordo del buque San Nicolás. Este hecho ocurrió frente al Cabo de San Vicente cuando, al avistar una escuadra inglesa se enfrentó junto con otros seis navíos a la poderosa flota británica comandada por los almirantes Jervis y Nelson, mientras que el resto de la escuadra española ponía pies en polvorosa en dirección a Cádiz. De los 230 marinos que componían la dotación del San Nicolás murieron junto con Geraldino unos 143 hombres, quedando otros 59 heridos de gravedad.

En la historia de la Armada Española brilla con luz propia el nombre del jerezano Domingo José Pérez de Grandallana. Nacido en 1753 en el seno de una distinguida familia jerezana en la que nunca hubo militares ni marinos. Ingresó en 1766 en la Escuela Naval de Cádiz donde emprende una rápida carrera militar. Se distinguió por su elocuencia y profundo talento, y no menos por los servicios prestados a nuestro país con gran pericia e intrepidez en innumerables gestas sobre todo frente a la Armada Inglesa. Llegó a alcanzar el grado de teniente general enarbolando su insignia en el navío Juan Nepomuceno, y a ostentar en 1801 el cargo de jefe del Alto Estado Mayor de la Armada creado por Carlos IV ese mismo año. A este marino se le deben las Ordenanzas de 1802, obra considerada como modelo de perfección para su época. En ese mismo año Grandallana ocupa el alto cargo de consejero de la Corona con carácter de secretario de Estado, puesto que dejó para ponerse al frente de la escuadra de El Ferrol cuando España se vio amenazada por el eterno enemigo inglés. Con sus lanchas cañoneras sostuvo un fuerte combate hasta que logró poner en fuga a los británicos, enfrentamiento éste que sería la antesala del de Trafalgar. Determinados historiadores afirman que de haberse seguido su consejo de hacer frente a la flota británica en aguas de la Bahía de Cádiz posiblemente se hubiera evitado o paliado el gran desastre de Trafalgar. Una calle de la barriada Federico Mayo está rotulada con el nombre de Grandallana.

Trafalgar

Muchos fueron los marinos jerezanos que perecieron heroicamente el 21 de octubre de 1805 en la ya legendaria batalla naval de Trafalgar frente a la flota inglesa mandada por el Almirante Nelson. Entre ellos podemos encontrar al teniente de navío Juan de Dios Torres, marqués de Angulo, el cual tomó parte en ella a las órdenes del almirante Gravina a bordo del buque insignia Príncipe de Asturias. Posteriormente y durante la Guerra de la Independencia intervino en la rendición de la escuadra francesa. También en tierra con un batallón de marina se distinguió frente a los franceses en la batalla de Talavera. Murió en 1821 tras haber prestado valiosos servicios en América.

En esta gesta de Trafalgar hemos de citar al alférez de navío Cayetano Picado y Angulo que capitaneaba la fragata Neptuno a bordo de la cual murió. O Francisco Pérez de Grandallana, sobrino del ilustre marino anteriormente citado que, al mando de la fragata San Justo, pudo salir con vida para luchar luego en tierra contra el invasor napoleónico junto al general Castaños. En esta misma línea otro oficial jerezano, Francisco Riquelme y Ponce de León, que como capitán de navío participó en dicho enfrentamiento al mando del Santa Ana, pudiendo salir con vida y luchando posteriormente como el anterior en la Guerra de la Independencia donde resultó gravemente herido por lo que falleció días después.

Otro de los historiales destacados en la Marina Española de la primera mitad del XIX, es del capitán de navío Francisco Basurto y Vargas nacido en 1769. Tras graduarse como guardiamarina navegó por el Atlántico y por el cono sur americano con la misión de levantar planos y cartas geográficas. A bordo del navío Príncipe participó en la batalla de Trafalgar contra la flota mandada por el almirante Nelson, siendo hecho prisionero y su barco hundido. Trasladado a Gibraltar, donde quedó prisionero, fue liberado posteriormente y pudo regresar a Cádiz. Formó parte de la Comisión Real encargada de historiar la Guerra de la Independencia y actuó como secretario de la Sección de Marina del Consejo Real. Pasó a la situación de retiro por causa de enfermedad en 1834. En dicha situación le fue encargada la redacción del primer Plan General de la Marina Nacional, haciéndose cargo simultáneamente de la dirección de la Sociedad Económica Jerezana de Amigos del País, impulsando en este cargo importantes iniciativas para mejorar el nivel económico y cultural de nuestra ciudad en sus más variados aspectos. Falleció en Madrid en 1836.

Por último hemos de ocuparnos de otro prestigioso marino nacido en 1832 en la calle Porvera nº 38 donde existe una placa que lo recuerda. Se trata de Francisco Javier Salas y Rodríguez-Morzo, al que si bien tras graduarse como guardiamarina, problemas de salud le impidieron navegar, destacó como historiador, escritor y académico de la Real Academia de la Historia, así como redactor del Depósito Hidrográfico de la Armada. Fue autor de numerosos tratados de navegación e historia de la Marina Española, tales como: Historia de la Marina Española en la Edad Media, Expediciones marítimas de Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón y otros muchos. Condecorado con la Diadema Real, falleció 1890 siendo comandante de Marina de Valencia. Sus restos reposan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

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