Bodegas de la tierra de Cádiz

Loco por el tinto

  • Vicente Taberner (Huerta de Albalá) admite que hacer en clima cálido un vino que no lo sea es una locura. Son los vinos del nuevo siglo, surgidos de la Tierra de Cádiz.

Vicente Taberner ha convertido su bodega Huerta de Albalá en uno de los referentes de la Tierra de Cádiz. En apenas década y media, el bodeguero de origen valenciano ha contribuido a situar los vinos de esta joven mención geográfica, fundamentalmente los tintos, en el mapa vinícola. De su bodega de Arcos salieron 'Barba Azul' -imbatible en relación calidad-precio, al alcance de cualquier bolsillo-, 'Taberner' y 'Taberner nº1' -éste último para paladares exquisitos y al que dio el espaldarazo Robert Parker con 95 puntos-, tintos todos ellos marcados por la variedad 'syrah', acompasados, salvo en cosechas excepcionales, con toques de 'cabernet sauvignon', 'merlot' y apenas un ligero matiz de la autóctona 'tintilla de Rota'. La gama se completó, recientemente, con un blanco de chardonnay y un rosado 'muy tinto', también de syrah.

En cosechas excepcionales, Huerta de Albalá experimenta con añadas 100% syrah o, de repente, deja envejecer en botella un chardonnay de 2013 con reminiscencias a ciertos blancos del norte de Europa. Son pequeñas licencias que se permite alguien que admite que nadie en sus cabales se habría aventurado a "hacer un syrah en clima cálido, pero que no sea un vino cálido" -la cubierta vegetal que protege la uva de las altas temperaturas explican en buena medida el logro-.

Taberner vaga como alma inquieta en el universo de los vinos tranquilos, al que se empeñó en aportar algo fuera de lo común, cansado de encontrarse siempre en España con un poco de lo mismo. "Todavía no he logrado el vino que quiero", confiesa el bodeguero en una cata reciente de las nuevas añadas, aderezadas con algunas de las rarezas que surgen en la búsqueda de su vino perfecto.

Hasta su llegada, la Tierra de Cádiz se asociaba básicamente a vinos blancos de la monovarietal palomino con la que se elaboran los generosos de la Denominación de Origen del jerez. Los blancos pioneros de la Indicación Geográfica Protegida que ampara los vinos tranquilos de la provincia siguen siendo los más vendidos, pero en torno a ellos han surgido nuevas propuestas más atrevidas, o valientes si cabe, en las que sus creadores juegan con las varietales generalmente tintas que les desarman o que piensan que mejor pueden adaptarse a las características del terreno en busca de su vino perfecto.

Los vinos de autor, o que lo intentan, proliferan en la Tierra de Cádiz, un nuevo maná que ha ido creciendo sin hacer mucho ruido y que mueve ya al año cerca de ocho millones de botellas (58.000 hectolitros) y que alcanza 14,5 millones de euros en facturación, lo que sitúan a esta IGP en la tercera de España en volumen por detrás de los gigantes Castilla-La Mancha y Extremadura, y la cuarta en valor, superada por las dos anteriores y Castilla-León.

En la zona había algunas referencias históricas de elaboración de tintos, sobre todo en la sierra, aunque también en Jerez. Pero en ningún caso se hacía mención a la calidad de unos productos que, se entiende, se acercarían más a un tintorro que a los nuevos caldos que abanderan la revolución tinta actual.

Los pioneros como Taberner fueron tachados de locos cuando desembarcaron en el Marco y sus alrededores para hacer tintos. Con el paso del tiempo, el propietario de Huerta de Albalá reconoce que si se planteó hacer un tinto en Cádiz es porque "estoy loco, pero es mi personalidad".

En los vinos de Huerta de Albalá predomina el culto por el terruño. Sólo así se explica que los primeros vinos salidos de su bodega, y hechos con yemas porque la viña apenas contaba entonces con dos años de siembra, se mantengan con su estructura intacta. El secreto es "ser francos con el terroir y con el concepto de un vino", afirma Taberner, quien presume de tener entre manos "una maravilla enológica", fruto de "un milagro".

Su reto inmediato es seguir haciendo vinos de calidad, ahora también con la uva salida de viñedo del Marco de Jerez, del pago Balbaína junto a la carretera de Rota en el que se enclava la Viña El Caballo que adquirió a Osborne en el año 2010. La extensión de Huerta de Albalá por tierras albarizas ocupa 170 hectáreas, la mitad de ellas sembradas con uva 'palomino' y 'chardonnay'. La otra mitad las tiene en agostado para su plantación con 'syrah'.

En estas tierras jerezanas nació el chardonnay, cuya añada de 2015 se caracteriza por su frescura y ligereza. Nada que ver con el rosado, que salvo en el color, se asemeja más a un tinto. Barba Azul 2013, joven y amable, llega al consumidor después de seis meses en barrica y otros tantos en botella. La gama escala por arriba, donde el bodeguero distingue con su apellido vinos con un sello más personal. En las nuevas añadas aflora la madurez de la viña.

En Taberner 2013 (100% syrah) se aprecian los 18 meses de madera, que se expresan con potencia en nariz y boca. La joya de la corona es Taberner nº1 2009, una edición especial monovarietal de syrah sutil, complejo y sedoso, con notas balsámicas, minerales... Todo lo que se le pide a un gran vino.

Taberner llegó a Jerez procedente de Frankfurt de la mano de Jan Pettersen, con el que se asoció en las bodegas Rey Fernando de Castilla. Después de conocer la zona, y tras un año de búsqueda, encontró la finca de Arcos en la que levantó Huerta de Albalá. No se lo pensó dos veces; abandonó la bodega jerezana y, pese a que había adquirido con anterioridad unos terrenos en el Priorato (Tarragona), se lanzó a la aventura, con la fijación siempre en mente de hacer un vino distinto.

"Tenía idea de hacer un vino de mi concepto. Ya había comprado en Priorat, pero llegué aquí y al final encontré la finca de Arcos", explica. Eso fue a principios del nuevo siglo. Década y media después, y pese a los reconocimientos recibidos, Taberner sigue buscando su vino soñado, ahora también desde sus dominios en las tierras albarizas, "únicas en el mundo", y en las que tiene su cuna el vino de Jerez.

En el portal de la bodega, Taberner comparte los tres valores esenciales en los que se asientan los éxitos de su familia: ilusión, voluntad y constancia. A ellos se unen carácter e inconformismo, los otros dos ingredientes que se aprecian en cada botella que descorcha para brindar por la tierra de los milenarios grandes vinos de Jerez y de los grandes nuevos tintos de Andalucía, los vinos del nuevo siglo.

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