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TENGO que decir, por adelantado, que ni se me ocurre quitarle el puesto de crítico de arte de este periódico al querido y admirado compañero Bernardo Palomo. Pero hoy, con su permiso, quiero darles a mis lectores noticia de un gran pintor de Jerez, llamado José Benítez-Troya, que lleva muchos años fuera de esta tierra que le viera nacer, en 1934, y donde estudió en la Escuela de Artes y Oficios de la Porvera, obteniendo premio por oposición y diploma; exponiendo inmediatamente sus primeros cuadros, a la edad de 22 años, en una muestra colectiva que organizó el desaparecido Centro Cultural Jerezano, el año 1956. Entonces, nuestro joven artista también gusta de escribir versos y era tan bohemio que, junto con el gran cartelista Sebastián Moya "Cachirulo", compartían estudio con "Buchito" un viejo mendigo, en un salón interior del antiguo bar "La Fábrica" de la calle de la Justicia, donde nosotros y otros jóvenes amigos poetas, pasamos con ellos numerosas veladas, entre lienzos, pinceles, versos, cante y música.
Un año después, en 1957, Benítez-Troya abandona Jerez y se traslada a París, en busca de más ambiciosos horizontes, dedicándose de lleno a las artes gráficas y a la pintura. En 1959 expone en el salón "L'Art Libre" del Palacio de las Bellas Artes de la capital francesa; estableciéndose años más tarde en Bruselas y en los Países Bajos, donde realiza varias exposiciones. Regresa a España y se instala en la ciudad condal, presentando sus obras al concurso "Victoria de plata" de La Llagosta (Barcelona), donde obtiene premio en las modalidades de dibujo, acuarela y pintura.
En Logroño, expone en la sala Gran Vía-2, en junio de 1992, donde, siempre sustentado en el color, nuestro paisano demuestra dominar desde la acuarela, a los acrílicos, pastel y collages, expresando un concepto personal de la luz del sur natal y poniendo de relieve su formación fuera de nuestras fronteras. Un mes más tarde cuelga sus trabajos en la Colectiva Olímpica de Arte "Barcelona 92". En 1999, ofrece otra muestra de su bien hacer en una colectiva de la galería Acuario, de Santander, donde la crítica destaca su "pintura inteligente, sensible, envuelta en un halo sutil y poético, que sugiere y despierta la imaginación", dejando traslucir indudables "influencias del gusto francés e, incluso, del cubismo de posguerra" que dominan su pintura.
MIEMBRO DEL GRUPO ATALAYA DE ARTE Y POESÍA, DE JEREZ
Desde 1999, Benítez-Troya, que fuera miembro en Jerez del Grupo Atalaya de Arte y Poesía, reside en Salamanca, donde en 2005 expone en el Centro Hispano-Japonés, una serie de cuadros al óleo, en los que fruto de su madurez artística, hace una curiosa y acertada recreación de las corrientes pictóricas de la España de los 60, en la cual el autor demuestra saber moverse con libertad, desde lo abstracto a lo figurativo; incorporando, además, caligramas y referencias estilísticas japonesas que fueron muy del agrado de público y crítica. Un crítico habla entonces de su obra, como "una mirada básicamente instintiva, expresiva, colorista al máximo, tendente al ideal de la pintura pura".
El pasado año 2007, José Benítez-Troya expuso cuarenta cuadros, algunos de gran formato, en la Casa de Cultura de Santoña, a pocos kms. de Santander, la ciudad donde suele pasar los veranos con su familia. Entre sus obras, pueden admirarse retratos de personajes, paisajes, bodegones y marinas que causan verdadero impacto, entre el público que visitó la sala de exposiciones, considerada por el pintor como una auténtica maravilla, blanca y rectangular.
No cabe duda de que nuestro paisano es un artista de acusada personalidad, desde sus años más juveniles, en que nosotros le conocimos y tratamos muy de cerca, íntimamente, aquí en Jerez. Diseñador gráfico en París, siente la necesidad de la pintura, dejándose influir en sus comienzos por el aroma romántico y bohemio de la ciudad del Sena, perfilando poco a poco su estilo, hasta conseguir depurarlo totalmente de elementos inútiles y gratuitos. En la mayoría de sus cuadros destaca la austeridad, en contraposición con la forma colorista de su origen andaluz. La forma y el color de su época parisina aunque han perdurado en la obra de Benítez-Troya, puede decirse que sus cuadros destacan especialmente por la sobriedad de su composición.
Gracias a su inicial faceta gráfica de dibujante litográfico, el pintor jerezano pudo conocer, a lo largo de su carrera artística, técnicas diversas, como el pastel, la acuarela y el collage, sin dejar de ser, por eso, un espléndido dibujante. De él han dicho los críticos que sus trabajos, "incluso los más abstractos, son siempre nítidos, sencillos y concisos; aunque envueltos en una atmósfera poética que recuerdan sus pinitos literarios de allá por los años cincuenta".
Esta es la noticia que quería traer hoy a mi página de "Jerez, tiempos pasados", recordando a un gran pintor jerezano, con el que me une una vieja y entrañable amistad de muchos años, que pronto abandonaría su inicial oficio de dibujante litógrafo, en un París que conquistó todavía muy joven, para acercarse con deslumbrante vocación a la pintura, en todas sus facetas; exponiendo en las mejores salas y galerías de arte de la capital francesa, Bruselas, Países Bajos, Barcelona, La Rioja, Salamanca y Santander, entre otras muchas y del cual nosotros, pese a nuestros mejores deseos, somos conscientes de que apenas si hemos podido hacer un somero esbozo de su gran personalidad y de su arte, para que en su tierra se le recuerde, conozca y admire.
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