Urium,la ilusión de Alonso Ruiz
La bodega más joven del Marco no para de dar que hablar Sus vinos VORS brillan por su exquisitez
Hay otra calle de Jerez por donde se huele a vino. Mira por dónde. Son ya pocas, pero esta de nombre tan singular como Pozo Dulce de Antonio Gallardo -que no es por otra cosa más que un pozo- no es que huela, sino que rezuma por los muros de una centenaria bodega ahora de nombre Urium hasta extenderse por Santiago.
Vayamos por partes: Urium procede del latín 'Mons Urium', que es el 'monte de oro', el nombre del capítulo 123 del libro 'Platero y yo' que escribió el Nobel Juan Ramón Jiménez y, además, la denominación del grupo de empresas que controla ese onubense adoptado jerezano y enorme apasionado de los vinos que se llama Alonso Ruiz. Y allí está él, paseando su oronda humanidad entre andanas, recordando su gran ilusión.
Hay que decir que Alonso es de Moguer. Hasta aquí le traería más de medio siglo después su padre, que era soltero cuando acudía con la cuadrilla cruzando el coto de Doñana a segar hasta Jerez. Venía y volvía. Y se enamoró perdidamente de las viñas. Por eso, su padre siempre le decía: "Alonso, cuando pienses en un vino, mira para Jerez". Y Alonso le hizo caso. Y aquí está, hoy ya siete años, este hombre incansable y divertido. Dice que nació a pie de un bocoy; su abuelo tuvo una viña pequeñita; se criaron al lado de su bodeguita y, parecía que no, pero aquel negocio creció y creció, viajando de aquí para allá en busca de los mejores vinos viejos del Condado. Pero Alonso arrastraba durante cuarenta años una espinita: Quería hacerse con una bodeguita en Jerez.
Al final dio con ella, en la calle Muro, la calle más ' bodeguera' de Jerez, repuso algunas botas y comenzó una alocada carrera comprando las mejores soleras que encontraba.
Trajo a Jerez a su hija Rocío, hoy gran enóloga y el negocio prosperó. A Urium le calificaron cuatro vinos como VORS (oloroso, amontillado, palo cortado y pedro ximenez), vieron una oportunidad -luego fallida- de contar con un local en Lancería, pero había que centrarse. Había que hacer el mejor vino con el menor coste posible. Y, hoy día, vende Alonso en media Europa.
¿Tiene usted algún vino preferido? "Hombre, yo creo que cada vino tiene su momento. Todos tienen algo". Todos sus 'hijos', todas sus marcas, como dijo una vez el desaparecido bodeguero Luis Caballero, "tienen algo. Yo no discrimino". Y no le pregunten por secreto alguno en sus vinos. Les dará vueltas pero nunca los dirá. El fino en rama que produce Alonso es un espectáculo para la boca y los sentidos. Nadie queda indiferente. Conserva esos sabores de levadura, de esparto, de tierra. "El único secreto -contesta Alonso- es mucho cariño, mucho trabajo y mucho gasto.... Y ocho años de vejez".
Luego está otra 'joya de la Corona', el exquisito Pedro Ximénez. Sobre este hay algunas anécdotas. Paco Cepero había sido un 'negao' toda la vida para el vino dulce. Pero Alonso le insistió. Lo tomó a disgusto pero... ¡pidió una copa más! Y no hablamos de las alabanzas que recibió en su puesta de largo en Vinoble. Actualmente, la bodega produce cream, pale cream, oloroso, amontillado y pedro ximénez, a los que hay que sumar los cuatro tipos VORS. Y ahí está su palo cortado VORS, capricho de dioses y orgullo del negocio, ese vino nada agresivo, de casi medio siglo, de sutileza y categoría.
A Alonso se le iluminan sus fuertes ojos azules cuando habla del palo cortado: las ideas equivocadas que surgen sobre su origen, su peculiar producción... "Yo creo que Jerez tiene que volver a ser lo que ha sido, porque estos son vinos únicos. Todos los vinos del mundo se hacen con crianza oxidativa y en Jerez es el único sitio que se hace con crianza biológica. Se sabe que la mayor transformación enológica que existe es la transformación de mosto a fino o manzanilla".
No todo ha sido, sin embargo, un camino de rosas. Alonso, como todo quisque, advirtió la crisis en el negocio. Contra ello, Urium tuvo que echar mano de una gama quizás de menor calidad "pero de mejor vejez, y que no es barata precisamente".
Este autodidacta de los vinos, bondadoso abuelete de barbas, no quiere olvidar un agradecimiento: "No tengo palabras para agradecer la labor de César Saldaña y ese gran señor que es Beltrán Domecq al frente del Consejo Regulador. Ellos, como el resto de organismos, me han tratado con exquisito cariño".
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