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Ana María Bohórquez: "Sentí el gusanillo del enganche desde pequeña"

"En Jerez, la gente, aunque no se dedique a esto, sabe lo que es un enganche porque lo ha mamado"

Muere la ganadera Ana María Bohórquez Escribano

Ana María Bohórquez Escribano, una vida en imágenes

Ana María Bohórquez Escribano, llegando a la Plaza de Toros de Jerez conduciendo su enganche.

17 de noviembre 2025 - 21:40

Ana María Bohórquez Escribano, fallecida este lunes a los 90 años de edad tras toda una vida vinculada al mundo del caballo. Bautizada por su hermano Fermín con el cariñoso apodo de Poti cuando era una niña, era la pequeña de tres hermanos aunque la mayor de las hermanas, Sol, falleció trágicamente en accidente de tráfico cuando tenía 15 años, un duro palo que marca para siempre. A Poti le tocó crecer en una sociedad muy masculina, por ello tenía que apañárselas para manejar sin que ello generara malestar en su familia. "Yo cogía las riendas cuando nadie me veía. Luego ya me daba más igual, porque era lo que me gustaba y tampoco tenía nada de malo, ¿no?", contaba en una entrevista a Diario de Jerez con ocasión de la concesión del Caballo de Oro.

"He crecido entre caballos. Los he adorado siempre. Desde que tengo uso de razón he estado entre ellos. He montado a caballo desde pequeña, incluso lo he seguido haciendo hasta una edad bastante avanzada, pero no sé por qué sentí el gusanillo del enganche desde pequeña, cuando Francisco Soto 'Paula', mayoral de mi casa, me sentaba a su lado en el pescante y me dejaba las riendas", explicaba sobre su vinculación con el mundo del caballo y los enganches, recordando que creía que "a los 7 u 8 años" condujo por primera vez un coche de caballos, "un phaeton de mi padre".

"En mi casa existían tres coches de campo; un break, un phaeton y una manola, y uno de ciudad: un milord. A mí me divertía más guiar los coches de campo pero a esas edades lo que me divertía era guiar, me daba un poco igual la modalidad de los coches", contaba Poti Bohórquez, mujer pionera en conducir sus propios coches en un mundo muy masculino, aunque dejaba claro que "siempre me han tratado con un grandísimo cariño todos los cocheros con los que he coincidido".

Embajadora del enganche y la afición por conservar ese sabor a tradición, aconsejaba que "se necesita una gran dosis de afición y que siempre se fijen en los mayores. Aquí hay grandísimos cocheros que a su vez aprendieron de otras generaciones que le precedieron. En Jerez, la gente, aunque no se dedique a esto, sabe lo que es un enganche porque lo ha mamado".

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