El buen estudiante

Reflexiones sobre psicología

Además de las cualidades habrán de darse una serie de circunstancias

16 de marzo 2010 - 01:00

Quedó pendiente el pasado año, la publicación de este artículo dedicado a los rasgos o cualidades que ha de poseer todo buen estudiante. Sin duda, además de las cualidades propias del estudiante habrán de darse una serie de circunstancias propicias o facilitadoras de la labor de estudio, Caben destacar un entorno familiar adecuado, las condiciones de infraestructuras necesarias como un lugar de estudio con iluminación, ventilación, temperatura propicias, la posibilidad de un grato y reconfortante descanso, dieta equilibrada junto a un ejercicio físico o deportivo moderado, así como un reparto proporcional entre el tiempo de estudio y las actividades orientadas al ocio y a las relaciones con los demás (aspecto al que, por cierto, no hay que restar interés).

Además, las infraestructuras del centro educativo, las habilidades y motivación del profesorado, así como el sistema educativo en el que ha de desenvolverse el alumno, son igualmente justos merecedores de recompensa por los logros académicos obtenidos por el buen estudiante.

Pero, en este artículo nos interesan fundamentalmente aquellos rasgos propios o intrínsecos de los alumnos, que son capaces de provocar las altas virtudes académicas que éstos pueden alcanzar. Un gran número de lectores ha apostado por la inteligencia como el principal requisito para que el alumno alcance grandes éxitos, ya sean éstos a niveles académicos obligatorios, ya sean a niveles universitarios o postgraduados. Sin embargo y aunque no les falta razón a estos lectores, a los que aprovecho para agradecer su colaboración, la inteligencia se encuentra en la base del camino que lleva al éxito académico. Al igual que sucede con la salud, los colegios, el apoyo de la familia, los profesores o los libros. Todos ellos requisitos que parecen indispensables, pero que sin embargo, han sido superados ampliamente por multitud de personas que gracias a determinadas actitudes o rasgos de su personalidad consiguieron y consiguen las más altas cimas académicas. No quiero entretenerme en ejemplos, sino detallar a continuación algunas de estos rasgos que pueden ser estimulados en el joven estudiante para ayudarles a conseguir grandes resultados académicos:

La persistencia o perseverancia en las tareas. Actitud que permite que las habilidades deficientes sean perfeccionadas hasta el punto de poder ser realizadas sin grandes inversiones de esfuerzo.

El engreimiento. Llamado así evitando utilizar el tan popularizado concepto de autoestima. Educar cortando las alas y causando el derrumbe de los sueños y aspiraciones del alumno no le protege de ningún mal, sino que el mal es causado directamente y es eliminada así toda posibilidad de éxito. Aunque falta espacio en este artículo para explicar esta cualidad adecuadamente, es importante destacar que el engreimiento, entendido como la confianza en que cualquier objetivo puede ser alcanzado con el trabajo suficiente, no está reñido con la humildad, virtud que ha de frenar al estudiante de considerarse superior a otros.

La curiosidad. Ya ha sido demostrado y contrastado, resolver dudas estimula zonas cerebrales que generan placer, zonas cerebrales encargadas de gestionar las sensaciones gratificantes producidas por la alimentación o la sexualidad. No hay cuestiones pequeñas o sin importancia, sino que éstas son rechazadas por la ignorancia. Cualquier aspecto por pequeño que aparente ser, esconde un complejo mundo lleno de posibles explicaciones.

La pasión, entendida como el nivel superior de la motivación, habría de ser el resultado de estas y otras cualidades del alumno brillante. El placer por aprender es el concepto que aún parece que cuesta entender, legado posiblemente de las pésimas estrategias educativas utilizadas hace no tantos años en nuestro país.

Sin miedo a caer en lo redundante en nuestro sistema el alumno brillante sigue brillando por su ausencia o por su fracaso académico.

Con toda seguridad, dada la brevedad del texto, son muchas las actitudes que quedan sin mención. Podéis enviarlas, para su publicación, al correo de Psicología Diez o bien publicarlas directamente en psicologiadiez.blogspot.es.

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