La 'caída' del hombre araña
La Policía Nacional detiene al sospechoso de robar en negocios del centro tras un espectacular cerco cuando se colaba en un domicilio de Plateros
Pasan quince minutos de las diez de la noche del domingo cuando un patrulla rompe a toda velocidad la tranquilidad de la calle Larga. No suena la sirena, pero las luces hacen el efecto disuasorio suficiente para que el único peatón -quien suscribe- tenga la precaución de apartarse mientras el patrulla casi patina por ese suelo que, de forma perenne, moja la fuente de los Casinos.
Unos segundos después, los agentes inspeccionan el 'bar de Lin', tal y como muchos conocen en el centro el bar 'Las Viñas' en la Alameda del Banco, explotado por un simpático súbdito chino. Han intentado robar. El ladrón logró abrir el cerrado pero no pudo fracturar la ventana después de que los vecinos de la zona, al oír ruidos, dieran aviso a los agentes. Un poco más arriba, en la plaza Plateros, ya se ha montado la 'feria'. Cuatro patrullas de la Policía Nacional y uno de la Policía Local cercan al hombre que se cree ha estado intentando entrar en varios negocios del centro aprovechando la noche en las últimas semanas. El mismo -se presume- que ha llenado de chinchetas rojas el mapa donde el Cuerpo Nacional de Policía marca los delitos perpetrados. Y el 'centro del centro' está demasiado 'pinchado'. Entre los golpes está el asestado al Tabanco 'El Pasaje' y al negocio del conocido xerecista Juan Carlos Corchado. Habrá que investigarlo.
Tras intentarlo en el 'bar de Lin', ha abandonado el suelo para moverse por las alturas de Plateros. El émulo de Spiderman ha trepado de reja en reja y de pretil en pretil hasta lo más alto. Está en las azoteas. Agentes con linterna y defensa en mano registran la casa señorial que colinda con la placita de Belén. El cerco se va estrechando. La manzana entera, conformada por las calles Sedería, plaza de la Asunción y plaza Plateros, está repleta de agentes entre los que no faltan efectivos de paisano que nadie sabe de dónde han sacado las defensas con las que van a registrar los altos de los bloques tras llamar insistentemente a los porteros automáticos y lograr acceso.
De repente, uno de los agentes ve saltar de azotea en azotea (de desafiando al vacío) al presunto delincuente. El objetivo claro es que no escape. Entonces, cuando se le cree en las azoteas, aparece en la ventana de un tercer piso. Y amenaza con lanzarse al vacío. Los agentes, ante esto, no dudan en avisar tanto a bomberos como al servicio de emergencia del 061. No vaya a ser que cumpla su amenaza.
La esposa del individuo espera abajo, con una integridad y calma que sorprenden. El cuerpo del presunto ladrón ya está completamente fuera de la ventana, apoyándose en un minúsculo pretil y agarrado a la inestabilidad que reporta un cable de antena.
Comienza a desnudarse y, una vez pecho al aire, empieza a romper la persiana y a arrojarla a trozos al vacío. Los agentes recogen prendas y trozos de plástico para depositarlos en una esquina. Es entonces cuando uno de ellos logra echarle el guante mientras, desde la azotea, las linternas de los agentes del 092 iluminan la escena, que adquiere unos tintes realmente macabros, pero no tanto como podrían haber sido. El agente que le agarra acaba lesionado.
Apenas han llegado las once menos cuarto a los relojes cuando el patrulla se cierra por detrás de esta especie de saltamontes nocturno. Su esposa se niega, pero finalmente acompaña a su esposo a comisaría. La investigación sigue abierta, tiene antecedentes policiales diversos, y la Policía cree que el centro, a partir de ahora, estará más tranquilo.
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