Historia

Las dadivosas hermanas Páramo del Corro

  • Entre la caridad y el despilfarro desenfrenado

En mis investigaciones sobre las familias Goñi y Sol, mis antepasados del XIX jerezano, en los que me he basado para varios artículos publicados en este periódico, tropecé con unas extrañas señoras, las hermanas Páramo de Corro, emparentadas con estos personajes pues una de ellas, Elena Páramo del Corro, fue esposa del juez José María Sol Aracil, importante inversor, socio y cuñado de Justo de Goñi Plou, dueño de las Bodegas de Goñi, pues estaba casado con su hermana Dolores.

Al fallecimiento de todos ellos, Elena quedó como albacea de sus respectivos legados, que junto con su propia fortuna suponían un importante capital que esta buena señora en gran medida consumió, siendo en gran parte donado en obras de caridad o invertido en negocios ruinosos.

Estas sorprendentes actuaciones fueron similares a las realizadas por sus también ricas hermanas, que igualmente diluyeron sus fortunas en extraordinarias limosnas y donaciones. Esta exagerada liberalidad fue muy comentada en la prensa de la época, llegando a publicarse un librillo bastante crítico al respecto. Lo que demuestra lo exagerado de estas actuaciones, ya que en aquellos años no era común la crítica a las acciones de los poderosos.

Por lo que parece estuvieron mal asesoradas por consejeros, escribientes y criados de confianza que debieron frenar la candidez, ignorancia y profunda religiosidad de estas ancianas cuya vulnerabilidad aumentó con la edad.

Por todo ello las he considerado en algunos de mis libros sobre las Historias, Mitos y Leyendas de los Goñi, que voy a resumir para que los amables lectores las califiquen como mejor consideren pues, como poco, fueron bastante singulares.

Dispusieron de importantes capitales, tanto por su propia fortuna como por las que administraron por vía conyugal al enviudar. El padre, Vidal de Páramo, natural de Quintanadueñas (Burgos), era un militar destinado en Cádiz, capitán de la Milicia de Ayamonte. Se casó con una gaditana, María de los Dolores del Corro Pedrajas. Se retiró dedicándose a los negocios. Aparece en la Guía Mercantil de España del año 1829, página 449, entre otros personajes importantes, como comerciante al por mayor de Jerez de la Frontera, por lo que se puede asegurar que era adinerado.

Las hijas nacen todas en Cádiz pero residirán gran parte de su vida en Jerez. Estas fueron: Dolores, Catalina, Elena, Primitiva, Carolina y Carlota, Páramo del Corro. Aunque tengo alguna duda de que Catalina realmente existiera, probablemente se la confunda con Carolina por su similar grafía.

Cuando se trasladaron a Jerez fijaron su residencia en la calle Corredera nº 6, por lo que fueron vecinas de los Sol y de los Goñi que residían por entonces en el 2 y en el 4 de la misma calle. Al emparentar entre ellos, a lo largo del tiempo se las localiza en unas u otras lo que hace las referencias algo confusas. En todo caso las relaciones fueron muy cercanas como se aprecia en innumerables notas de prensa en El Guadalete, llegando algunas de ellas al descanso definitivo en el Panteón de los Goñi. Voy a resumir los datos de estas hermanas y algunas de sus más destacadas actuaciones.

Dolores Páramo del Corro. (Cádiz N 1818/Jerez F 1893). Se casó en 1850 en San Miguel con 32 años, con José Martínez (Valencia N 1784/ Jerez F 1868), viudo de 66 años de edad, con 34 años de diferencia. Teniente coronel, probablemente retirado. Se aprecian por tanto intereses económicos en este enlace tan desigual.

Primitiva Páramo del Corro. (Cádiz N 1823/ Jerez F 1897). Esta señora gozaba de una importante fortuna que repartió entre los pobres, siguiendo la magnánima tradición familiar, pues se indica en la prensa reiteradamente que innumerables personas vivían de su caridad. Cuando fallece es enterrada en el Panteón de los Goñi.

Carolina Páramo del Corro. (Cádiz N /Jerez F 1899). También se dedicó con profusión a las donaciones, especialmente a la Comunidad del Carmen como leemos en el siguiente artículo del que resumo la parte de interés, publicado en el Diario de Jerez el 16-7-2019 por D. José María Pavón Maraver, Prior de la Tercera Orden Carmelita de Jerez.

“…Tras muchas vicisitudes, por Orden Real, en 1878 el Estado devuelve la Iglesia del Carmen al Prelado Hispalense y éste la devuelve a la Orden de los Carmelitas, siendo la primera casa de dicha congregación restaurada en España.…No podemos dejar de mencionar a tres importantes personajes de la aristocracia jerezana que con sus generosos donativos e influencias sociales hicieron posible la difícil tarea de la devolución, si bien en parte, de los bienes desamortizados a los carmelitas: Doña Carolina de Páramo y del Corro, Doña Carmen Núñez de Villavicencio y Don Juan Esteban Navarro Romero…..”

Carlota Páramo del Corro. Marquesa de Santa Elena. (Cádiz N 1830/Jerez F 1911). Fallece con 81 años. Soltera. Esta señora también se suma con especial intensidad a las donaciones extraordinarias, destacando de forma notable la entrega a la Iglesia para fines docentes del enorme Edificio de los Diezmos situado en la calle Porvera 21, en el que se instalaría posteriormente la Escuela de San José. Como recordatorio se colocó a la entrada de la Escuela una Lápida conmemorativa que dice así:

“A.P.R.M. (Ad Perpetuam Rei Memoriam). La Cristiana Sra. Dña. Carlota de Páramo y del Corro, que murió en la Paz del Señor el Año 1911 de los de Gracia, legó este edificio vulgarmente nombrado “Los Diezmos” al Rvdmo. Sr. Arzobispo de Sevilla, con destino a la Enseñanza de niños pobres. Aceptado y Recibido el Legado por el Emmo. Sr. Cardenal Don Enrique Almaraz y Santos, que felizmente rige la Archidiócesis Hispalense. Entregó la Finca al Benemérito Instituto de Hermanos de las Escuelas Cristianas, quienes en 1918 instalaron en ella la Escuela de San José, siendo Director el Hermano León Sáez Montalvo, en Religión Valeriano, celebrándose con tal motivo solemnísimas fiestas el día en que la Iglesia anualmente conmemora la Concepción Inmaculada de Ntra. Sra. la Virgen María. Bienaventurados los Misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Xerez de la Frontera. Año MCMXIX (1919)”.

No será la única donación importante de Carlota pues en El Guadalete de 21-12-1902 se recoge que cede un hermoso local para el Hospicio. Hizo otras donaciones de unas habitaciones de Los Diezmos a la comunidad de monjas de las Mínimas. También gastó una parte importante de su fortuna para el arreglo de varias iglesias, como El Carmen, San Juan de Letrán, etc. Por todo ello le fue otorgado el título eclesiástico de Marquesa de Santa Elena, en reconocimiento de su pía generosidad que mantuvo sin descanso con continuas donaciones y limosnas a toda clase de instituciones de las que El Guadalete informaba casi a diario. Para asombro de ciudadanos y ediles que ya no sabían cómo agradecer tanta generosidad acudiendo con frecuencia a su casa en comisión o nombrándola en los Consejos y demás actos del Ayuntamiento.

Igualmente la Iglesia ante tanta generosidad se esforzaba en actos solemnes en su honor. Por ejemplo durante varios años la procesión del Carmen se detenía para cantar una salve en su honor frente a su domicilio engalanado fachada y balcones artísticamente con flores y una muy admirada iluminación eléctrica, cuyo montaje a su costa encargaba a la empresa La Eléctrica Moderna, activamente implicada en la reciente electrificación pública de Jerez, con cuyos propietarios mantenía una gran amistad y posiblemente participaba económicamente.

Ya fallecida, su gran corazón originó una simpática anécdota que se refiere a una disputa testamentaria entre varios agraciados de la casa de la Corredera 27 (actual entrada del aparcamiento del Mercado), quedando esta magnífica casa adjudicada a la Orden Franciscana que la habitó. Carlota Páramo del Corro, Marquesa de Santa Elena, fallece en Jerez en 1911, soltera.

Elena Páramo del Coro. (Cádiz N 1817/Jerez F 1898). Esta señora, como ya indique anteriormente, administró una fortuna tan importante que aparece mencionada en las relaciones de documentos testamentarios de Inglaterra, en el que ya se aprecian rápidas depreciaciones en muy poco tiempo motivadas por inversiones extrañas y fallidas, como la compra de unas Minas en Granada o la participación en el Ferrocarril de la Sierra. Pero sobre todo por las continuas donaciones, que nos llevaría mucho espacio solo para enumerarlas, en las que siempre aparece en cabeza de los participantes, con cantidades que en muchos casos no son puntuales sino vitalicias.

Entre todas destaca por su importancia la financiación de las obras de reforma de la Basílica del Carmen, que pasó de ser una Iglesia más bien modesta de una comunidad pobre, a la suntuosidad que hoy conocemos.

Los donativos de Elena llegaron también a las Carmelitas que estaban regentando por entonces el Comedor del Salvador que luego se trasladó al edificio que entre 1905 y 1970 fue el Colegio de las Hermanas Carmelitas, que según manifiesta mi entrañable amigo y respetado cronista jerezano, Antonio Mariscal, “era del siglo XIX que pudo ser residencia de noble o acaudalada familia que lo legara a las citadas monjas para instalar el centro docente para niñas”.

Elena, inválida y ciega, fallece en 1898 a los 81 años. La herencia que alcanza a los Goñi Sol, tras múltiples repartos onerosos, pues fueron hacia atrás por causa de hijos fallecidos antes que la madre, Elisa Sol, fue significativa a pesar de tanto dispendio, lo que nos da idea de la gran fortuna que manejaron estas señoras.

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