El día que cambió su vida

El Casino Jerezano hace balance de sus años de trabajo para recaudar fondos para Haití · En colaboración con las religiosas de Jesús María ha llevado algo de esperanza al país

El día que cambió su vida
María Valero / Jerez

16 de enero 2011 - 01:00

Aunque ella no se sienta protagonista de nada, lo cierto es que tras su viaje la vida de muchas personas cambiaron. Siempre quiso ir a uno de los países del que llaman Tercer Mundo y tras ver un documental sobre África en la televisión decidió que el momento había llegado. Begoña Díez comenzó a barajar diferentes destinos hasta que se topó con Haití, país en el que nunca había ido antes un voluntario y que se hizo más próximo gracias a las religiosas de Jesús María. "Hablé por teléfono con la hermana Nazaret, a la que quiero como si fuera mi segunda madre, y me preguntó '¿qué sabes hacer?'. Dije que no conocía las necesidades, que qué hacía falta. Me volvió a preguntar si sabía bailar sevillanas y le contesté que sí. Pues ya está, ahí está mi sitio", declara Begoña.

Tras algo más de un mes en el país más pobre de América, pisó tierras jerezanas con un propósito más que claro. Había que hacer algo, lo que fuera por mejorar la calidad de vida de la población haitiana. Comenzó a contar lo que había vivido a sus amigos y sin que nadie se diera cuenta nació un grupo de voluntarios bajo el 'paraguas' del Casino Jerezano que ha sido capaz de sobrevivir nueve años. Junto a Tito Ruiz-Berdejo, Lola y Lorenzo Iekeler, Marta Pérez, Rosa Mackinlay, María Díez, Almudena Díez y un grupo de voluntarios, ha organizado campeonatos de Tiro a Vuelo y de golf, exposiciones, conciertos, cenas benéficas, zambombas... Todo vale si la recaudación va para Haití.

Así, a lo largo de estos años, y gracias a la colaboración ciudadana, con la importante aportación de los actos se ha conseguido construir un colegio en Colette para niños de 3, 4 y 5 años; escolarizar a más de 290 pequeños; construir un taller de artesanía, taller de costura, taller de pintura; se han construido 8 casas para familias que no tenían absolutamente nada; han llevado agua a Gran Falaisse, una de las poblaciones más pobres de Haití; la construcción de un segundo colegio en Djon-Djon; y la construcción de una cisterna de agua en Jean Rabel.

"Siempre digo que vivir una experiencia de este tipo debe ser casi una obligación, porque te cambia la perspectiva de vida para siempre", comenta Begoña. Aunque para Tito el vivirlo en primera persona no es sinónimo de estar más comprometido con la causa. "Tuve una reunión con ellos me dijeron de qué iba el proyecto, me interesó, creí en él y todavía estoy aquí, cada vez más involucrado. Nunca he estado en Haití, pero no me hace falta, creo que el proyecto es bastante claro", señala.

La Fundación Juntos mejor para la educación y el desarrollo', de las religiosas Jesús María, ha dado sus primeros pasos después de la experiencia de más de 150 años en países de misión, entre los más débiles y en situaciones extremadamente marginales. Entre ellos está Haití, donde a través de la hermana Nazaret Ibarra se canalizan las ayudas recaudadas en Jerez.

Desde la comunidad religiosa avisan de que hay una gran preocupación por los temas sanitarios al haber pocos hospitales. Las hermanas intentan concienciar a la población de la importancia de la salud y a la vez repartir cuanto medicamentos sean posible. Llevan más de 15 años instaladas en el país americano y las necesidades son cada vez mayores, sobre todo, a raíz del terremoto que azotó la isla el pasado año. Desde ese momento han trabajo por levantar las casas destruidas por el seísmo, por volver a construir colegios para los pequeños, sobre todo para los menores de seis años al no cubrir el Estado la escolarización, han creado un centro para personas amputadas (una de las necesidades con mayúscula de la población haitiana), entre una larga lista de acciones solidarias.

Ubicadas en Puerto Príncipe, Jean Ravel y Gros Morne, seis religiosas dan cobertura no sólo a lo material, sino a lo personal. "Hay una gran tristeza tras el terremoto y trabajamos con las personas para que superen la catástrofe", señalan desde la congregación. Por ejemplo, se ha abierto un taller para los más pequeños para que expresen a través de los dibujos lo vivido y así superarlo, algo así como una terapia con muy pocos recursos. "Hay que acoger a la gente, apoyarla, escucharla porque lo han perdido todo. Tanto es así que no han podido enterrar a sus seres queridos y nosotras estamos para acompañarlos en el duelo", declaran.

Desde el grupo de voluntarios de Jerez animan a los interesados a participar en estos actos por Haití. Lorenzo recuerda unas palabras de Paulo Coelho: "Cuando alguien toma una decisión, está zambulléndose en una poderosa corriente que lleva a la persona hasta un lugar que jamás hubiera soñado en el momento de decidirse...". "La decisión de Jerez de apoyar este proyecto llega hasta lugares que jamás hubiésemos imaginado ni que existían", apunta Iekeler. Y es que con sólo con 60 euros come y va al colegio un niño en Haití durante un año. ¿Es o no fácil poner un granito de arena?

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