“Mi espinita es Mesas de Asta”

Rosalía González. Ex directora del Museo Arqueológico de Jerez

Tras 35 años al frente de este espacio de la plaza del Mercado, esta investigadora salmantina, con corazón jerezano, se jubila

Asegura que lo mejor que tiene Jerez es su propio patrimonio y debe conservarlo para no perderlo

Rosalía González posa en el patio del Museo Arqueológico, durante la entrevista. / Miguel Ángel González
Arantxa Cala

Jerez, 22 de junio 2019 - 21:23

Don Emilio tuvo mucho que ver en que a la niña Rosalía le gustara la historia. En su casa había muchos libros del tema y a ella le encantaba leerlos. Rosalía González nació en Salamanca, donde estudió Historia e hizo la especialidad de Prehistoria y Arqueología en Madrid, gusanillo que le encendió el profesor Javier Fortea. Con el profesor Diego Ruiz Mata empezó a excavar en Andalucía, en Almonte, el castillo de Doña Blanca de El Puerto... Tuvo la posibilidad de trabajar en Jerez en 1982 y aquí se quedó. Su labor como directora del Museo Arqueológico se inició en 1984. Se hizo andaluza, jerezana y portuense, ciudad en la que reside. Y de esta tierra no se mueve, “porque soy más de aquí que de otro lado. He trabajado por y para esta zona”. Ahora, con más tiempo libre, ampliará sus paseos matutinos por la playa, estará más con su hermana, leerá lo acumulado, escuchará más música, irá al teatro... “Vamos, que no me voy a aburrir”, ríe.

–Usted defiende que el patrimonio no tiene color político, ¿lo tiene acaso la burocracia?

–Uf, la burocracia es lo que peor he llevado de todos estos años. A mí el trabajo con el patrimonio y la arqueología no me importa porque gracias a Dios he podido trabajar, y voy a seguir trabajando, en lo que me gusta. Pero los temas burocráticos son muy difíciles de llevar a veces porque no se entiende muy bien qué es la cultura y qué es el patrimonio.

–¿Esta burocracia le ha frenado algún proyecto?

–Sí, las excavaciones de Mesas de Asta, que las paralizaron en los años 90. Ahora mismo se está reivindicando desde la ciudadanía pero ya se intentó trabajar allí en los 90, y la Junta de Andalucía no nos dejó, simplemente. Dijo que debía de hacerse un tipo de intervención como la que se está haciendo ahora con la Universidad de Cádiz, con georradar y ese tipo de cosas que en aquellos momentos eran caras y escasas y no tenían buenos resultados. Pero cuando apareció la necrópolis fue un buen momento para haber podido sondear en determinados puntos porque lo teníamos prácticamente a flor de piel, y la Administración no nos dejó.

–¿Se le queda entonces una espinita clavada con Mesas de Asta?

–Sí, sí, sí. Ese proyecto ha quedado pendiente, para el futuro.

–¿Qué cree que va a pasar con el yacimiento?

–Pues, como no se pongan de acuerdo todas las administraciones, junto con las universidad, pues creo que no se debe de intervenir porque es necesario que haya un convenio firmado, una dotación presupuestaria anual y que haya un equipo permanente trabajando allí. Mesas abarca muchos periodos culturales y tienen que intervenir muchos especialistas de numerosos temas para sacarle el máximo partido de datos históricos. Y en función de los resultados habrá que valorarla, abrirla al público y ese tipo de cosas. Pero eso sólo se puede hacer entre todas las administraciones porque es un proyecto que debe salir adelante. Si no es así, es mejor que se quede a cubierto. A mí me ha tocado la etapa de protegerlo, de cuidarlo y de legarlo para generaciones futuras. Depende de la Junta pero nosotros como Ayuntamiento tenemos la obligación de proteger los yacimientos y los bienes que están en nuestro término municipal.

"La burocracia es lo que peor he llevado; muchas veces tienes que invertir tu tiempo en buscar las herramientas para poder trabajar"

–En el campo de la conservación y el patrimonio, ¿los recursos han sido más bien escasos?

–Siempre. Estamos muy acostumbrados a trabajar con muy poco dinero.

–¿A qué cree que se debe?

–Pues porque no hay concienciación. Todavía no hay conciencia de que el patrimonio es el patrimonio de todos, que es la herencia de nuestros antepasados y tenemos que conservarlo para generaciones futuras. Y mientras no tengamos claro ese tema y además lo conozcamos, porque conocer es valorar y valorar es conservar, pues lo iremos perdiendo.

–Haga un balance de estos 35 años al frente del Museo.

–Para mí es un balance positivo. Indudablemente no puedo decir que haya estado mal ni muchísimo menos. Jerez me ha permitido trabajar en lo que me gusta, he sido feliz por montar el primer museo y luego su ampliación. Creo que le dejo a la ciudad, después de haber cogido en el año 82 un pequeño museo que fue el que dejó Esteve con todo metido en cajas y desmontado, pues unas instalaciones con 3.500 metros cuadrados, funcionando al cien por cien y con muchos proyectos de futuro, que espero que se lleven a cabo. También están ahí las más de 50 publicaciones y el edificio funcionando. De alguna manera ese es el legado que dejo a la ciudad.

–Por ejemplo, ¿qué proyectos hay a la vista?

–Pues la modificación de exposición de piezas, porque han entrado nuevas que habría que incorporar, y hay que hacer un pequeño proyecto al respecto; y tenemos una rémora muy grande en redes sociales, y por ahí hay que incentivar la presencia de gente joven.

Una simpática imagen de la ex directora en un mural del Museo. / M. Á. G.

–Lo mejor y lo peor...

–Lo peor es la burocracia, insisto, es lo que más quema: que en lugar de invertir el tiempo en proyectos, nuevas visitas temáticas y preparación de actividades, tengas que invertir el tiempo en buscar las herramientas para trabajar. Y lo mejor..., pues conseguir la apertura, la reapertura. El Museo tiene hoy un nivel muy alto, tanto por contenido como por continente.

–Además de Mesas de Asta, ¿qué otra cosa se deja pendiente?

–Pues de las primeras excavaciones que se realizaron en el término municipal, antes de iniciar el montaje del Museo que abrimos en el 93, queda pendiente terminar de publicar algunos artículos. Es decir, que todo aquello que ha estado bajo mi mano, quede publicado y cerrado. Por eso, pienso venir al Museo como investigadora particular y dedicarme a sacar adelante esos temas.

–¿De qué se siente más orgullosa?

–De mi equipo de trabajo. Hacer un equipo es muy difícil y yo he tenido un equipo que nos hemos compenetrado muchísimo, no había casi ni que hablar, sólo con mirarnos nos entendíamos. Es prácticamente mi familia porque yo he estado más aquí que en mi casa.

"Andalucía, Jerez, me han dado muchas cosas, ser feliz, un hijo y poder trabajar en lo que me gusta"

–¿En qué momento deja el Museo?

–Lo dejo en un momento en que requiere una serie de inversiones de mantenimiento, necesarias porque la parte nueva lleva abierta siete años pero la antigua más de 20. Y estamos muy deficientes de personal, que esperamos que se solucione, y que las incorporaciones sean de gente joven, con esa ilusión de los comienzos, muy vinculada a las nuevas tecnologías.

–El Museo está en una zona, plaza del Mercado, San Mateo, que necesita una urgente recuperación.

–Pues el Museo está aquí como punta de lanza de la recuperación de los barrios de San Mateo y San Lucas, y nos quedamos como punta de lanza, porque nos quedamos solos cuando nos vinimos aquí, no vino nada más detrás. El Museo tiene que pelear constantemente por traer a los visitantes porque no estamos de paso a ninguna parte. Y el problema además es que el visitante que no es de paso y que no tiene un interés específico por la zona y conoce la calidad del Museo y quiere venir, pues cuando viene se da cuenta de que no hay señalética, se encuentra con un patrimonio fantástico en estado ruinoso, y a eso hay que darle la vuelta, meterle mano. Es lo mejor que tenemos, nuestro propio patrimonio, pasearlo, conocerlo... lo perdemos, lo perdemos. Y si queremos ser, como se pretende, Capital Europea de la Cultura en 2031, pues hay que hacer un proyecto importante y apostar por el patrimonio de toda esta zona. Hay que dar pasos y no marcarse objetivos a cuatro años. Con el patrimonio y la cultura hay que marcarse objetivos a mucho más largo plazo porque son aspectos que hay que afianzar, estudiar, para no vender humo y hacer ciudad de cartón. No hay que decir que es mucho, asustarse y no hacer nada. No. Empecemos a hacer cosas.

La investigadora, en una de las salas del Museo. / M. Á. G.

–¿Y en cuanto a excavaciones en el subsuelo?

–Todo eso está controlado ya que hicimos la Carta Arqueológica de la ciudad, aprobada por la Junta de Andalucía en 2005, y a partir de entonces toda licencia de obra que se realiza en el conjunto histórico lleva un grado de protección arqueológica. Pero dicha Carta debe estar en continua revisión y ahora no hay personal para ello. Pero por lo menos está en ese sentido controlado en un alto porcentaje, aunque siempre se harán obras sin licencias. La Carta fue un trabajo de muchos años para evitar que se perdiera la ciudad, se hizo para salvarla.

–¿Cómo ve la arqueología hoy?

–Cada vez irá desarrollándose más. Ya pasaron los años de ir como bomberos, parando obras. Ya se tiene asumido que forma parte del devenir diario de una ciudad. Nuestros archivos son los de la tierra, antes que los de papel.

–¿Qué le pide al futuro director/a?

–Pues... que lo coja con el mismo mimo que lo cogí yo, con la misma ilusión y que siga adelante con los proyectos. El Museo forma parte de la ciudad y no puede perderse.

–¿Se va contenta?

–Me voy contenta. Por la nueva etapa personal y porque no considero que me vaya porque seguiré por aquí trabajando en algunos temas de investigación. No tengo la sensación de irme, sino de que cambio una etapa y tengo más tiempo para temas personales.

–Habla de lo que le ha dado usted a Jerez, pero, ¿qué le ha dado a usted la ciudad?

–Andalucía me ha dado mucho, me ha dado ser feliz, un hijo, muchas cosas... Si estoy aquí es porque me encuentro a gusto, y si voy a seguir es por lo mismo. Para un arqueólogo es una tierra súper atractiva porque aquí se han creado muchas culturas, que están al alcance de la mano y disfrutas con ello también como patrimonio cuando paseas por la calle. Eso es lo que me da Andalucía y lo que me da Jerez.

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