Comercio de Jerez

Las franquicias de restauración no son para el centro

  • La fuerte competencia de la hostelería local y la falta de alternativas de ocio para un público joven al que suelen ir dirigidos estos negocios, entre los factores que explicarían el fracaso de muchos de ellos

Todo empezó en la década de los 90. El McDonald’s situado en plena calle Larga y más en concreto en el centro comercial Los Cisnes, se convertía en el primero del país que cerraba sus puertas. Su franquiciada, Belén de Pelsmaeker, reconocía años después, mientras anunciaba la apertura del que sería el cuarto McDonals’s, todos ellos ubicados en otras zonas de la ciudad, que en aquel momento "no veía la hora de echar el cerrojo y pagar las deudas". ¿Qué ocurría para que una franquicia tan rentable y exitosa en todo el mundo fracasase en el centro de Jerez?

El último cierre ha sido el del restaurante de la cadena Foster’s Hollywood de la calle Zaragoza y en medio se pueden contabilizar alrededor de una decena de franquicias de hostelería que han ido desapareciendo de la oferta del centro y manteniendo en la mayoría de los casos los negocios abiertos en otras zonas y especialmente los situados en centros comerciales.

Sólo por citar algunos, recientemente cerró el restaurante de comida tailandesa Padthaiwok, en calle Larga, en su día lo hizo también Lizarran, en calle San Pablo, The Good Burger TGB en una esquina de la plaza del Arenal, Tapaolé, en Larga o 'La mafia se sienta a la mesa', especializado en la preparación de platos típicos de la cocina italiana, frente a El Mamelón.

Es cierto que algunos se mantienen como es el caso de ‘100 montaditos’, del Grupo Restalia, al que pertenecen también TBG y La Sureña. Precisamente ésta última ocupó la misma esquina de la plaza del Arenal antes de cerrar y reabrir como TGB. Sí parecen correr mejor suerte otras franquicias como Granier, la cadena catalana de panadería y cafetería.

En cualquier caso, los factores que llevan al fracaso de determinadas cadenas en el centro son variados, según opina Nela García, presidenta de la Asociación de Comerciantes del Centro Acoje. Apunta en primer lugar a las diferencias que existen entre que sea la propia marca la que abra el establecimiento o que lo deje en manos de un franquiciado. "Para este empresario el coste no es el mismo porque la cadena se lleva todos los meses un canon y eso es un gasto más”. A eso se añade, según García, que, al igual que el pequeño comercio y la hostelería local que se instala en el centro, se afrontan alquileres altos, que en su caso pueden ser incluso superiores al resto, "porque los propietarios cuando se trata de cadenas o franquicias tienden a subirlos un poco, y resulta que muchas veces el que está abriendo el negocio no es la franquicia sino un empresario de la zona".

Pero la presidenta de Acoje entiende que sin duda hay una razón de peso a la hora de explicar la escasa supervivencia de estos negocios en el centro, y es la ausencia de una oferta de ocio para el público juvenil. Con excepciones, este tipo de franquicias de restauración van enfocadas a un mercado concreto, que es el segmento de población joven. No sorprende por eso que sea en los centros comerciales donde estos negocios proliferan y encuentran su rentabilidad.

García admite que el centro tiene en este aspecto una asignatura pendiente. "Nos falta ocio juvenil y también infantil, aunque para este último público poco a poco sí se van haciendo cosas. Pero no tenemos un cine ni otras actividades que atraigan a los jóvenes".

Para Acoje, otro aspecto que influye, aunque en este caso no explicaría que sólo acaben cerrando en el centro, es la propia situación económica de la ciudad. "Si son franquicias cuyo menú tiene una relación calidad precio media o alta, hay que tener en cuenta que seguimos teniendo la renta per cápita más baja y el nivel de desempleo más alto de la provincia, si no a nivel nacional. Mucha gente de aquí no va a este tipo de establecimiento".

No obstante, no en todos los motivos que se aventuren para esta 'cadena' de cierres, el centro sale mal parado y es que las franquicias de restauración se enfrentan a la competencia de una hostelería local potente que, aún en tiempos de crisis y recorte de gastos en las familias, ha mantenido el tipo mejor que otro tipo de negocios. "En el centro, la variedad y la riqueza de nuestra gastronomía local es muy amplia e incluso el público joven se está acercando ya al tema de las tapas, los tabancos, por ejemplo. No es lo mismo sobrevivir con una franquicia en una localidad donde no exista una cultura gastronómica propia a hacerlo en nuestra zona, donde nos gusta mucho consumir productos de aquí".

Manuel García, presidente de la asociación Asunico, también coincide en que la hostelería del centro supone una fuerte competencia para este tipo de franquicias y que el público viene al centro buscando establecimientos con un plus de cocina más elaborada y también tradicional. "Detrás de cada uno de nuestros restaurantes hay un chef en la cocina y en este sentido, lo que se encuentra en el centro no lo hay en otros sitios". No obstante, también echa en falta una oferta gastronómica que pudiese atraer a un público juvenil, del que adolece aún el centro.

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