Los garrochistas jerezanos que lucharon en Bailén
Jerez, tiempos pasados Historias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
Unos 138 garrochistas jerezanos participaron en la batalla de Bailén, gracias a la ayuda de los criadores de caballos y a la prestada por numerosos ciudadanos, entre los que se encontraba gran parte del clero.
SON muchos y variados los documentos que se conservan en el Archivo Histórico Municipal, relativos a la guerra contra los franceses, en el siglo XIX. Entre ellos, hay curiosas relaciones de nombre de quienes fueron a luchar contra el ejército invasor, armados únicamente de garrocha campera, a lomos de sus propios caballos. Dichos documentos fueron exhumados en su día por el docto archivero Adolfo Rodríguez del Rivero, en un apasionado estudio sobre la ciudad durante la dominación francesa, que vio la luz en el diario 'Ayer', sobre mediados del pasado siglo.
La lista comienza con la aportación que hace Antonio Martín, que presenta a su hijo Juan Martín Triano, con su caballo y garrocha de torear, acompañándole otros cinco compañeros. Y continúa con Ignacio Arromando, con su hijo Juan, con caballo y garrocha; así como Antonio González Castillo y su hijo Juan, con caballo; mientras que Gonzalo Ramos Salvador, presenta a su sobrino Manuel de la Roca, que también va con caballo.
Por otra parte, la lista continúa con Domingo Sestelo, familiar del Santo Oficio, quien presenta a tres hombres, cada uno provisto de caballo y garrocha, que marchan a Bailén, sostenidos por dicho señor. Sus nombres son: José Domingo Sestelo, Pedro Moreno Sestelo y José Martínez. Al parecer, hijo, sobrino y algún trabajador.
Antonio Sánchez de la Guerra, presenta a su hijo Antonio, con caballo y garrocha; Bartolomé Angulo, a su hijo con cinco hombres, a caballo; manifestando estar pronto a entregar también todo su caudal.
Continúa la lista con José Cossío que presenta a sus dos hijos Antonio y Manuel y sus respectivos caballos; Vicente María Rivero Beato, que inscribe a su hijo y otro hombre, los dos a caballo; Francisco Orbaneja aporta dos criados con sus caballos y garrochas; Francisco de Salas y Salas, a un hijo, a caballo; y Francisco García Quijano, a su hijo, con caballo.
Diego de Beas ofrece a Cristóbal del Campo y a Francisco Gómez, a caballo y con garrochas. Y hay también otra importante relación de ciento seis caballistas que fueron a luchar, llevados por José de la Cueva, al parecer garrochistas, igualmente, y que aparecen en los protocolos de Cabildo. Entre unos y otros serían en total unos 138 los garrochistas jerezanos que participaron en la batalla de Bailén, mantenida entre las fuerzas al mando del general Castaños y las del francés Dupont que fueron totalmente derrotadas por las primeras.
Independientemente de los garrochistas que se ofrecieron voluntarios, también se formaron dos batallones de voluntarios distinguidos, que combatieron al mando de los militares retirados Miguel Siscar y Diego Orbaneja. Mientras el Ayuntamiento, a instancias de la Junta de Defensa, radicada en Sevilla, se ocupaba de enviar armamento y cuantos caballos pudo requisar para alas tropas españolas.
Y es curioso, según el archivero municipal Rodríguez del Rivero, la importantísima colaboración que la población jerezana se ofreció generosamente a prestar para los gastos de la guerra contra el invasor francés. Y no solo fueron algunos de los más ricos hacendados jerezanos los que aportaron caudales y otros bienes, como se refleja en esta otra relación, sino funcionarios, comerciantes y trabajadores: entre ellos, Guillermo Garvey, donó dos mil reales de vellón; Tomás Amor, dueño del café de la Puerta del Real, mil reales; los escribanos de la ciudad, cuatro mil quinientos veintidós reales; Bartolomé Narciso Morales, mil quinientos reales y todos sus bienes; siendo su persona y todos sus bienes, la aportación del marqués de Campo Ameno; y Miguel Espinosa de los Monteros, administrador de las carnicerías de Jerez, el sueldo por entero que goza -o sea, ciento cincuenta y dos reales- y, si fuera necesario, su propia persona.
Pero verdaderamente ejemplar sería la importantísima aportación de la Iglesia jerezana, encabezada por la Orden de la Cartuja que donó cien mil reales como primer envío, más una docena de caballos domados; el presbítero Manuel José López, treinta mil reales; el cura de San Dionisio, mil reales y socorrer a las madres viudas que se desprendieron de sus hijos para la guerra; el convento de la Santísima Trinidad, donó cinco mil reales procedentes de la redención de cautivos; el convento del Carmen, todas las alhajas que poseía; el de Santo Domingo, sesenta mil reales; el de la Merced, veinte mil reales y el de la Victoria, toda la plata que poseía. El Cabildo de la Iglesia Colegial se uniría a este esfuerzo clerical ofreciéndose a costear a 16 soldados con el sueldo que pidieran. La lista de donaciones, en toda clase de materiales y bastimentos, sería mucho más extensa, incluyendo además cincuenta y siete caballos domados, aparte de los aportados por los garrochistas, y cuarenta y seis trenos de brida. En dinero efectivo, se recaudarían cerca de dos millones y medio de reales vellón.
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