Imágenes del Puente de Cartuja

Patrimonio Histórico | QUINTO CENTENARIO DEL INICIO DE LAS OBRAS DEL PUENTE DE CARTUJA

Areneros. Recuerdos de un antiguo oficio en las fotografías de Genaro Capote

'Diario de Jerez' ofrece hoy la tercera lámina del puente de Cartuja

Arenero en su barca en el Puente de Cartuja. c. 1960.
Arenero en su barca en el Puente de Cartuja. c. 1960. / Genaro Capote

05 de diciembre 2025 - 04:12

Como ya saben muchos jerezanos, se ha cumplido en el presente 2025 el V Centenario del inicio de las obras del puente de Cartuja, el más antiguo y monumental de los que cruzan el río Guadalete. Sumándose a las numerosas y variadas actividades para la celebración de dicha efeméride, Diario de Jerez viene ofreciendo a sus lectores, a lo largo del año, distintas láminas en las que el puente y su entorno aparece como principal protagonista. La primera de ellas, publicada el pasado 22 de marzo, ofrecía una perspectiva general del puente de Cartuja y el molino realizada por el fotógrafo jerezano Enrique Butler Ortiz en 1923. Una segunda lámina, ilustrada con una fotografía del mismo autor, realizada en la década de 1920, mostraba una manada de toros haciendo su aguada junto al puente, siendo publicada también con la edición del Diario el pasado 18 de mayo.

En esta tercera entrega se ha elegido una excelente imagen del fotógrafo arcense Genaro Capote, fallecido este mismo año, en cuyo recuerdo ofrecemos esta lámina fechada a finales de la década de los sesenta del siglo pasado. Gracias a la mediación del querido y recordado amigo Mariano Cano, Genaro me facilito copia de una magnifica selección de sus fotografías relacionadas con el río Guadalete que constituyen un documento gráfico de primer orden. Algunas de estas imágenes, como esta que ofrecemos hoy en la que se muestra una de las barcas de los areneros que trabajaban en el entorno del puente de Cartuja, nos permiten recordar aquel oficio tradicional, ya desaparecido.

Mulos cargando arena en La corta. 1934.
Mulos cargando arena en La corta. 1934. / Francisco Mariscal

Los areneros del Guadalete

Como se recuerda en el libro ‘Los molinos de la Corta y el Río Guadalete’, publicado en 2024 por Peripecias Libros, la extracción de arena, junto a la pesca, fue una de las principales actividades a las que se dedicaron en tiempos pasados muchos de los pobladores de los enclaves ribereños.

Areneros junto al puente de Cartuja. C. 1969. Genaro Capote
Areneros junto al puente de Cartuja. C. 1969. Genaro Capote / Genaro Capote

La extracción de arena se efectuaba en un amplio tramo del río comprendido entre El Portal y las vegas de El Torno y su descarga se efectuaba, fundamentalmente, en tres puntos: el Puente de Cartuja, La Corta y El Portal. Aguas abajo del Puente de Cartuja, en su orilla derecha, se localizaba el muelle de los areneros que, a modo de pequeña explanada, se adentraba en la orilla del río ocupando una parte del antiguo Vado de Medina. Cuando se construyó la autopista Sevilla-Cádiz, a comienzos de la década de los 70, junto al muelle se instaló una planta de fabricación de hormigón que procesaba las arenas y gravas recogidas en este tramo, donde las barcas recorrían el Guadalete hasta el Cerro del León y el Alamillo. El muelle de La Corta se situaba junto a la estación elevadora y los molinos (que entonces sólo mostraban la ‘escalerilla’ y el ‘batán’), aguas abajo del azud, aprovechando para su descarga el abrigo que le ofrecía el estribo derecho de la presa. El muelle de El Portal se ubicaba junto al viejo Puente de la Azucarera, construido en celosía de hierro, que fue sustituido posteriormente, en los años sesenta, por el actual Puente de la Herradura.

Muelle de los areneros. La Corta, c. 1950.
Muelle de los areneros. La Corta, c. 1950. / s.a.

La extracción y el transporte de la arena

Los procesos de extracción de arenas y gravas fueron evolucionando con el paso del tiempo siendo, en todo caso, una profesión dura que exigía mucho esfuerzo físico y unas difíciles condiciones de trabajo por las que los areneros se exponían al frío y a la humedad que en todo momento aportaba el río. A todo ello había que sumar los peligros de la corriente y los remolinos que en muchas ocasiones se formaban en el lecho del río, por los hoyos que quedaban al extraer la arena. Muchos areneros compaginaban y complementaban este trabajo con otros y, así, era frecuente que en la temporada de pesca de sábalos se emplearan también en las zarampañas o en otros momentos se dedicaran a faenas agrícolas. Como decía en una soleá el cantaor sevillano Antonio González Garzón, ‘El Arenero’, recordando la dureza del oficio que desempeñó en el Guadalquivir: “Me llaman El Arenero / porque el pan que me he comío / se lo he sacao grano a grano/a las entrañas del río”.

Descarga de arena en La Corta. C. 1960.
Descarga de arena en La Corta. C. 1960.

Los métodos más artesanales eran también los más sacrificados ya que obligaban a la extracción de la arena con palas, metiéndose en el río hasta medio cuerpo o zambulléndose en busca del banco de arena cuando estaba más hondo. Habitualmente se empleaban también los ‘cazos’, unas palas metálicas cóncavas que, fijadas en el extremo en una pértiga, permitían la extracción de arena desde las lanchas y las barcas, como nos recuerda nuestro amigo Diego Almodóvar, uno de los mejores conocedores del río y sus historias. Uno de los areneros con más pericia en la zona de El Portal fue José Alba Barbosa, quien trabajo en el Guadalete y, posteriormente, en el caño de Sancti Petri.

Descarga de arena en el muelle del Puente de Cartuja. Finales de´cada de los 60.
Descarga de arena en el muelle del Puente de Cartuja. Finales de´cada de los 60. / Genaro Capote

Cuando la demanda fue creciendo, hicieron su aparición las barcazas con motor que llevaban incorporadas las ‘dragalinas’, conocidas popularmente como ‘almejas’. Estas máquinas excavadoras constaban de dos grandes “cazos” articulados que se hundían en el río abiertos y que con el peso se clavaban en el fondo. Al elevarlos, se cerraban conteniendo la arena y la grava en su interior para su descarga en la barcaza. Otras ‘dragalinas’ se montaban sobre tractores con cadenas que recorrían la ribera del río. Suspendido de una pluma, llevaban un cangilón arrastrado por un cable que se dejaba caer en las zonas con sedimentos y se elevaba para su descarga junto a la orilla o sobre un camión. A modo de recordatorio, con una máquina de este tipo estuvieron sacando arena muchos años en la zona de La Ina los hermanos Rafael y José Ramírez Ramírez, veteranos areneros, como nos recuerda nuestro amigo, y cuñado de Rafael, José Sánchez Caravante.

Barcaza arenera en La Corta. Finales década de los 60.
Barcaza arenera en La Corta. Finales década de los 60. / Genaro Capote

Las embarcaciones más grandes solían transportar entre 15 y 25 m3 de arena y gravas. Las lanchas y barcas más pequeñas, que se cargaban a pala o con el ‘cazo’, tenían capacidad para unos 5 m3. Las barcas solían anclarse en medio del río y las más grandes faenaban entre El Portal y La Corta, ya que, salvo en momentos de mareas vivas, no podían remontar el azudi. La descarga tampoco estaba exenta de dificultades por el fatigoso trabajo de palear la arena desde las barcas hasta el muelle o, en el peor de los casos, acarrear pesadas espuertas de palma o espartoii. Una vez descargado en los muelles, por regla general, el material extraído se pasaba por cribas y zarandas para separar la arena y la grava o cascajo. Su distribución fue también cambiando con el tiempo. Primero en mulos con serones (como puede verse en las magníficas fotografías de Francisco Mariscal de 1934) o en carros y después en pequeños camiones, la arena era transportada a las calerías (o polveras) o directamente a las obras. La vía fluvial también fue utilizada en la distribución de la arena y, como recuerda Francisco Rodríguez Atalaya, vecino de La Corta “de toda la vida”, antes de la construcción del azud de El Portal remontaban el río desde El Puerto de Santa María gabarras que cargaban “hasta 50 y 60 toneladas de arena destinadas a la construcción”.

Areneros en el azud de La Corta. c. 1950.
Areneros en el azud de La Corta. c. 1950. / Fondo RTVE

El fin de una época

El crecimiento urbanístico que la ciudad experimentó desde mediados de los setenta del pasado siglo disparó la demanda de áridos para la construcción. Para entonces, la extracción artesanal vivía sus últimos días por la proliferación de las grandes graveras asociadas a los depósitos de origen fluvial, localizados en las terrazas antiguas y modernas del Guadalete, así como en la llanura de inundación del río. Ya en 1989 se registraban doce grandes explotaciones de arenas y gravas junto a las riberas, concentradas fundamentalmente en el tramo comprendido entre La Ina y La Barca de la Florida, lo que supuso el fin de los areneros.

Acopio de áridos junto al puente. C. 1969. Genaro Capote
Acopio de áridos junto al puente. C. 1969. Genaro Capote / Genaro Capote

Como recuerdo de aquella actividad desaparecida hace ya casi medio siglo, aún se conservan en el río varios topónimos que revelan algunas de las características de los materiales que se hallaban en su lecho, como el ‘Hoyo de las Piedras’ (junto a la estación elevadora), el Vado del Cascajar (aguas arriba del Puente de Cartuja) o la Herradura del Fango (aguas abajo del Azud del Portal). Y como testimonio gráfico, queda la imagen que se ha seleccionado para esta lámina y otras fotografías de Genaro Capote, que ilustran también este artículo.

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