Un infierno para Patiñero

Eran las diez de la noche y los jerezanos disfrutaban de los fuegos artificiales que daban inicio a la Feria. Sin embargo, una docena de propietarios que tiene caballos en las cuadras de Chapín vivían con tensión ese momento. Por segundo año, los cohetes se lanzaban desde el anexo de Chapín, el campo de fútbol que hay pegado a estas instalaciones hípicas. "El año pasado varios caballos se hicieron heridas por los golpes que se dieron con la pared al ponerse nerviosos con las explosiones", explica Massimo Parodi.

En torno a 70 caballos se cuidan en estas instalaciones y sus propietarios ya exigieron el año pasado que se buscara otro lugar para los emplazamientos. "Nadie nos hizo caso. De la Delegación de Deportes nos mandan a la de Fiestas; los de Medio Ambiente dicen que no pueden hacer nada y, al final nadie hace nada", añade Joaquín Cantos con cierta indignación.

Para tranquilizar a los animales, tenían que recurrir a diversas técnicas. Desde música pasando por darles de comer e, incluso, tranquilizantes. Muchos caballos son de competición y cualquier golpe los podía lesionar. "Si Jerez dicen que es la ciudad del caballo, hay que evitar cosas como esta", añadía Parodi. Una de las jóvenes mientras acariciaba su caballo apuntaba: "He venido solo desde Sevilla para esto".

Así, los diez minutos de espectáculo pirotécnico se convertían en un infierno para unos caballos como Patiñero, Duende, Dollar o Uriel que no saben ni de fuegos artificiales ni de una fiesta que teóricamente está dedicada a ellos.