El vino de Jerez, desgraciadamente, ha pasado a un segundo plano de las grandes bodegas del Marco, unas más volcadas en destilados y otras bebidas que tienen mayor rentabilidad; otras, en el pujante negocio del ‘Sherry Cask’, el envinado de botas para el envejecimiento, por norma general, de whiskies de alta gama, cuya facturación supera ya a la de los jereces, según estimaciones del propio sector.

Esto explica las dificultades que está encontrando el Consejo Regulador para poner en pie una regulación del envinado de botas acorde con el crecimiento de esta actividad y que permita la coexistencia pacífica de ambos negocios, el del vino y el del ‘Sherry Cask’, más si cabe en un momento de alarmante escasez de materia prima tras varias vendimias muy exiguas.

El prolongado, además de acentuado, descenso de las ventas de vino de Jerez, que parece no tener fin, explica en parte el cambio de prioridades de los principales operadores del Marco, si bien la caída en volumen coincide con un aumento del valor en los últimos años.

Los intentos del Consejo Regulador hasta la fecha para recabar datos de valor de los vinos de Jerez no han tenido éxito por el especial celo de algunas bodegas para dar a conocer sus números. Y de los datos de aduanas recabados por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv) en sus informes sobre exportaciones de vinos españoles, se extrae que el valor ha aumentado ostensiblemente en los últimos años, conclusión que no puede extrapolarse con precisión a los vinos de Jerez, en los que únicamente cabe hacer una aproximación a partir del incremento experimentado por los vinos generosos en su conjunto, categoría en los que se incluyen los vinos tradicionales andaluces (Jerez y Manzanilla de Sanlúcar, Montilla-Moriles y Condado de Huelva), además de moscateles y mistelas de otros puntos de España, que han visto interrumpida esta evolución favorable en el presente ejercicio, en el que las exportaciones de generosos o vinos de licor rozan en los diez primeros meses los 44,4 millones de euros en valor frente a los 60 millones alcanzados en el mismo periodo de 2021, lo que supone un descenso del 26%. En el interanual a octubre –de noviembre de 2021 a octubre de 2022–, el retroceso se sitúa en el 26%, con 56,6 millones de euros frente a los 74 del mismo periodo del año anterior.

Si 2021 fue ‘El año de los generosos’, como subrayó el propio OeMv en su informe anual, el 2022 es justo lo contrario, toda vez que los vinos españoles, en su conjunto, saldan los diez primeros meses del año con un aumento en valor del 3,9%, hasta los 2.483 millones de euros pese a la caída del 10,3% en volumen con 1.756 millones de litros. En el interanual, las exportaciones españolas de vino registran un nuevo récord en su facturación, hasta los 2.983 millones de euros (+3,8%), mientras que el volumen mantiene su tendencia a la baja, con unas ventas de 2.100 millones de litros.

Los generosos se desmarcan así de del crecimiento del 2,5 en valor de los vinos envasados, entre los que también se incluyen.

El precio medio, eso sí, de los generosos está en línea con la subida de los vinos españoles exportados, no tanto en los diez primeros meses del año, que los primeros saldan en el entorno de los 4 euros/litro tras un incremento del 8,6%, la mitad que el global de los vinos del país, como en el interanual hasta octubre, en el que los primeros acumulan un aumento del 14,6%, a solo tres décimas del repunte de los segundos. En la comparativa de octubre de este año con el mismo mes de 2021, en un contexto inflacionista, la diferencia del precio medio en los generosos se dispara por encima del 37%, hasta los 5,48 euros/litro, mientras que en el conjunto de los vinos españoles se limita al 8,6%.