Jerez en nivel 2 de alerta covid

El nuevo horario de cierre no sale a cuenta

La Moderna mantenía este viernes la barra precintada pasada la una de la tarde pese a la recuperación de este espacio cara al público tras la entrada de Jerez en el nivel de alerta 2. Fue un cliente el que advirtió a los propietarios del emblemático establecimiento hostelero del centro del cambio normativo que permite volver a consumir en las barras de bares y restaurantes con las preceptivas medidas de seguridad –grupos de un máximo de cuatro personas en el interior de los locales y distanciamiento de 1,5 metros, siempre que no se supere el 75% del aforo permitido–.

Pocos minutos después, ya sin el precinto, La Moderna recuperaba el aspecto de lo que siempre se ha entendido que debe ser un bar con los primeros clientes apurando sus consumisiones acodados en el mostrador.

Con tanto cambio de medidas y bandazos de criterios por parte de las autoridades sanitarias, la confusión es tal, que ningún hostelero de los que aún aguantan en pie se atreve a dar un paso en falso que pueda poner en riesgo la continuidad de su negocio.

Reapertura de barras, aumento del aforo y ampliación del horario de atención al público hasta las 21.30 horas; todo se mira con lupa porque cualquier error de cálculo, por pequeño que sea, puede abrir un agujero en unas cuentas de resultados cogidas con pinzas.

La Moderna con la barra abierta ya al consumo tras la relajación de las medidas. La Moderna con la barra abierta ya al consumo tras la relajación de las medidas.

La Moderna con la barra abierta ya al consumo tras la relajación de las medidas. / Vanesa Lobo

De hecho, y esto no se debe a ninguna confusión, La Moderna mantendrá el cierre a las seis de la tarde pese a la ampliación horaria porque, como le ocurre a otros muchos bares y, sobre todo, a restaurantes, sencillamente no les compensa la que desde el Gobierno andaluz se anuncia como la principal novedad de la relajación de las medidas para la prevención del covid.

“Hasta ahora vamos tirando, pero abrir tres horas y media más supondría sacar a los trabajadores que están en ERTE –tres de los ocho en plantilla– y puede ser más el coste que el beneficio”, asegura Atilano Pacheco, quien de acuerdo con sus hermanos y socios al frente de La Moderna, considera que “para dar ese paso, como mínimo tendrían que permitir abrir hasta las once y media de la noche”.

Creen que el coste de reincorporar personal en ERTE supera los posibles beneficios

Los hermanos Pacheco no son los únicos hosteleros y restauradores del centro que piensan que la ampliación horaria es un caramelo envenenado o una “pildorita calmante”, según lo define Juan Manuel ‘Mamé’ Gil, propietario de El Almacén en la calle Latorre, que reabrirá esta sábado sus puertas, aunque sólo para fines de semana, y sin intención de estirar el horario hasta el nuevo límite permitido, entre otros motivos, porque “nadie que no sea extranjero cena antes de las nueve de la noche”.

Mamé considera que la reapertura de las barras y la ampliación del aforo “en algo ayudan”, pero ampliar el horario hasta la 21.30 “no tiene ningún sentido para un restaurante”, de ahí que, en su caso, ha decidido reincorporar a cuatro de los siete trabajadores en ERTE y con jornada reducida para “probar si abriendo se pierde menos que cerrado, que lo dudo”.

La Cruz Blanca, como muchos restaurantes, cerrada ayer antes del nuevo límite horario. La Cruz Blanca, como muchos restaurantes, cerrada ayer antes del nuevo límite horario.

La Cruz Blanca, como muchos restaurantes, cerrada ayer antes del nuevo límite horario. / Miguel Ángel González

La ‘broma’ de las restricciones por el covid le ha costado a este hostelero hasta la fecha 40.000 euros –no se refiere a pérdidas, sino a dinero que salido de su fondo para contingencias– en los que incluye los 1.000 euros que lleva pagados desde octubre por la recogida de basura en La Carbonería, el otro local hostelero que regenta en la plaza Vargas, en cese de actividad desde entonces. “Y por ahí siguen los papeles dando vueltas por el Ayuntamiento”, critica.

Jaime Jiménez, del Tabanco Plateros de calle Algarve y La Frontera en plaza de La Asunción, también hará una prueba los fines de semana, en su caso para comprobar si funciona la ampliación horaria, antes de lanzarse al vacío. “Vamos a apurar el nuevo horario los viernes y sábados, también con la comida, porque dudo que entre semana, que no sale nadie a la calle, sea efectivo”, señala este hostelero de origen madrileño afincado en Jerez, quien detalla que para hacer el ensayo ha ampliado horas a los trabajadores –entre los dos locales, tiene cinco empleados–, de los que uno vuelve a estar a jornada completa.

A su juicio, el problema de la hostelería no es tanto el horario como el cierre perimetral tanto de la provincia como de la comunidad autónoma, que impide la llegada de turismo nacional, si bien puntualiza que “tampoco vamos a volvernos locos ahora que parece que se están haciendo las cosas bien y merece la pena esperar un poco más”.

La Cruz Blanca, de los pocos restaurantes que aguantan el tipo en el centro, suscribe la necesidad de medir sobre la marcha la posibilidad de mantener la cocina abierta, sobre todo fines de semana, con el nuevo horario de cierre. Miguel Tabernilla, de la familia propietaria, tampoco tiene demasiado claro que vaya a dar resultado por la experiencia acumulada durante la pandemia: “Entre semana no hay nadie y los fines de semana, depende del tiempo, aunque los jerezanos salen porque pueden más las ganas”.

Imagen de un establecimiento hostelero abierto anoche con público en la terraza y en el interior. Imagen de un establecimiento hostelero abierto anoche con público en la terraza y en el interior.

Imagen de un establecimiento hostelero abierto anoche con público en la terraza y en el interior.

La vigencia de la nueva medida sólo tiene siete días garantizados y prefieren no arriesgar

El bar Barragán, en Consistorio, está convencido de que las nuevas medidas “apenas cambian nada, si acaso un poco los fines de semana”. Juan Barragán también ensayará en solitario con el nuevo horario la próxima semana y, sólo si funciona, se planteará rescatar al trabajador que tiene en ERTE. “Es mucho papeleo y el gasto de gestoría, que te lo cobra, cuando no sabemos si las medidas van a estar más de siete días”, indica el hostelero, no sin puntualizar que “a ver si con el esfuerzo que estamos haciendo se va esto, porque si no fuera por el ICO, ya estaría más que cerrado”.

El Mesón y la Tapería del Asador (calle Remedios y plaza del Arenal) seguirán pese al cambio de medidas con el mismo plan de trabajo: cocina abierta sólo para almuerzos y cierre a media tarde, cuando terminen de dar el servicio de comida sin apurar hasta las nueve y media de la noche. La explicación la da Eugenio Quilimaco hijo: “Cuando se podía abrir hasta las diez y media de la noche prolongamos el horario de cocina, pero los números no salen y menos si tienes que sacar a personal del ERTE para media jornada”.

Quilimaco coincide con la mayoría de restauradores en que las nuevas medidas no repercuten en sus negocios; en todo caso, apunta, “podrían beneficiar entre comillas a las cafeterías y bares más enfocados a las copas por la tarde”.

El buen tiempo invita a sentarse en las terrazas tras el cambio del horario de cierre. El buen tiempo invita a sentarse en las terrazas tras el cambio del horario de cierre.

El buen tiempo invita a sentarse en las terrazas tras el cambio del horario de cierre. / Miguel Ángel González

La familia Quilimaco, que regenta también el Mesón del Asador en Merca 80 y en El Puerto, cuentan con una plantilla de medio centenar de trabajadores, ocho de ellos en ERTE total y el resto con jornada reducida. “Ahora mismo cubres gastos o pierdes algo, pues las ventas están al 25%, menos el verano pasado, que hicimos la mitad de un año normal; y creo el próximo verano, si no se tuerce la cosa, será muy similar”.

Aunque la vigencia de las nuevas medidas sólo está garantizada por una semana –el Comité Territorial de Alertas se reúne cada siete días para revisar la situación de cada distrito sanitario en función de la evolución del coronavirus–, el Café Central de la calle Remedios anuncia su reapertura para el miércoles de la semana que viene tras cuatro meses y medio de cierre. También será una apertura reducida en días y horas, de miércoles a sábado, desde las cinco de la tarde hasta las nueve de la noche, confirma Pablo Durán, encargado del establecimiento, quien asegura en tono irónico que, “con tanto cambio, voy a tener que hacer un cursillo para aprenderme los nuevos horarios y para acordarme de cómo se sirve una copa”.

Los hosteleros y restauradores no le ven mucho color a la relajación de las medidas, entre otros motivos, porque ya no esperan nada de las autoridades que han abandonado a su suerte al sector, para el que ahora, cuando piensan que ya es tarde, se articulan unas ayudas a las que, por mucho que diga el Gobierno, tampoco tienen muchas esperanzas de poder acceder.

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