Donde Jerez sueña
El Rebusco
Por calles y bodegas
Con pasión y humor
EL fotógrafo Eduardo Pereira publicó en 1986 un libro con el título Donde Jerez sueña. En él recogía una selección de sus mejores fotos dedicadas a asuntos y eventos locales destacados. Nadie como él retrató los trabajos de la viña y la bodega.
Valga este recuerdo como justo homenaje a nuestro buen amigo y, de paso, comprobar si Jerez aún duerme o sueña. Esperemos que, por fin, haya despertado de su tradicional y secular letargo para poder hacer realidad, entre otros anhelos, sus aspiraciones de Capital Europea de la Cultura en el año 2031.
Riquelme despierta de su pesadilla
Según el historiador Manuel Romero Bejarano, en su artículo “De vanidad e infortunio: Historia de la construcción del Palacio Riquelme de Jerez de la Frontera (1542-1543)”, publicado en la revista Atrio Historia del Arte (nº 2, 2016), afirmaba que “una de las principales obras del Renacimiento en Jerez es el palacio de Riquelme, construido entre 1542 y 1543 por el arquitecto portugués Fernando Álvarez, siendo una de las primeras obras del estilo, en la que se ve de manera clara la influencia de la obra renacentista del Ayuntamiento de Sevilla”.
Resaltaba, además, la vida del comitente de la obra, el noble jerezano Hernán Riquel que “en su deseo de aparentar grandeza y modernidad, se vio mitigado por la ruina, lo que hizo que su proyecto de vivienda “a la antigua” no llegase a completarse”.
Habiendo sido vecino del barrio de San Mateo de toda la vida hasta la fecha, he sido testigo de la decadencia que ha padecido este magnífico edificio desde mediados de los años ´60 del siglo pasado. Fui de aquellos niños que jugaron peligrosamente por todos sus rincones y vio como el vandalismo se cebaba con todo lo de valor que allí quedaba, pero también de los últimos destellos de grandeza de una familia que ya no podía mantenerlo. Sus últimas y elegantes fiestas contrastaban con un entorno decadente que vivía la dispersión de sus vecinos a las nuevas barriadas.
De su gloria pasada quedan las fotos que hizo Jean Laurent en los años ´70 del siglo XIX, o los dibujos y pinturas de artistas como Joaquín Turina Areal o José Passos Valero, en 1902.
Ventanas singulares
Muchas ventanas de Jerez, aquellas que a pie de calle suelen flanquear la puerta de entrada de las grandes casas, destacan por un elemento que normalmente suele pasar desapercibido a pesar de ser un distintivo singular de su fisonomía constructiva. Por su número, variedad, tamaño y formas se puede afirmar que Jerez se distingue de las de su entorno por este aspecto de su arquitectura urbana.
Nos referimos a esos rebajes característicos que se pueden ver a cada lado de esos ventanales. Son las que he venido denominando en anteriores artículos como ventanas ‘cotillas’ o de ‘orejeras’.
El viajero francés Henry Lyonnet (1853-1933), a su paso por Jerez a finales del siglo XIX, hace referencia a ese detalle de las ventanas en su libro À travers l´Espagne inconnue (1896): “A la derecha e izquierda de esos barrotes, hay unas escotaduras hechas en la mampostería para que las miradas puedan ver por la derecha o por la izquierda, como en las troneras de un bastión”.
Éstas se pueden observar en muchos edificios del centro histórico, la mayoría construidas entre el siglo XIX y principios del XX. Sin ser exhaustivos en la relación, las podemos ver en calle Vicario, Guarnidos, Fate, Benavente Bajo, Chancillería, Francos, Almenillas, Merced, Caballeros, Pedro Alonso, Cruz Vieja, Pollo, Molineros, Catalanes, Higuera, Medina, Corredera, Escuela, Porvera, Castilla, Fontana, Antona de Dios, San Pablo, Gaspar Fernández, Justicia, Juan de Torres, Gaitán, Juana de Dios Lacoste, Santa Isabel, Doctor Mercado, Barja, Rui López, Doctrina, Zaragoza, Plaza de las Angustias, Ávila, Morenos, San Antón, Santa Clara, Valientes, Bizcocheros, Cuatro Juanes.
Era una manera de comunicarse y, a través de esos vanos observar el trasiego diario. Estas grandes ventanas permitían ventilar e iluminar las habitaciones que daban al exterior, un punto habitual de reunión de las mujeres que vivián en la casa.
Desgraciadamente, el desarrollo urbanístico que ha tenido Jerez a partir de los años ´60 ha provocado la desaparición de muchas de ellas, por lo que planteamos la elaboración de un catálogo de las existentes junto a un plan de preservación de las más deterioradas.
Hay que hacer notar que no están protegidas por la normativa municipal en materia urbana.
El artista Daniel Urrabieta Vierge (1851-1904), en su dibujo Escena nocturna en Jerez, reproduce un ventanal de este tipo donde una pareja ‘pela la pava’ al paso de un sereno.
Botas con humor
Algunas bodegas jerezanas, como González Byass y la actual Fundador se han preocupado de preservar para la posteridad sus botas donde ilustres visitantes plasmaron sus dedicatorias, algunas, como las que traemos hoy, con su toque personal.
Así lo hicieron tres de los dibujantes más relevantes del humor gráfico español de los años `30: Andrés Xaudaró, Andrés Martínez de León y Tono.
Este último, el 17 de junio 1939, escribió, ya entonado por el vino: “¿Por qué todos los toneles son cuadrados?”.
El extravagante artista jerezano Carlos González Ragel añadió a su firma una pareja de esqueletos en danza que exclaman: “Este moyate da vida”.
A Luis Pérez Solero se le debe la caricatura de 1956 del capataz José Gálvez, venencia en mano, acompañado de uno de sus populares ratoncillos.
La cantante Marisol se hizo la suya en Domecq el 18 de agosto de 1971; y el polifacético artista Luis Eduardo Aute, en 1998, rubricó su bota con esta frase: ¨Ciego perdido y... hallado en este templo del vino¨.
De etiqueta y escudo
Emilio Castelar, famoso político republicano nacido en Cádiz, fue homenajeado por una bodega jerezana en su jerez quina. Castelar fue famoso por ser un elocuente orador. Para ello reprodujeron el retrato publicado el 11 de julio de 1891 en la revista El motín.
Como ciudadano preocupado por el patrimonio de la ciudad vuelvo a insistir ante los responsables municipales sobre la desaparición del escudo nobiliario que lucía en la fachada de una conocida casa del centro histórico, en el número 3 de la calle Bizcocheros, el que fuera domicilio de la ilustre escritora jerezana Carmen Carriedo Soto (1880-1966), más conocida por su seudónimo de María de Xerez. Una placa, con peligro de desprendimiento, la recuerda.
El 3 de septiembre de 2021 publiqué un artículo en Diario de Jerez a este respecto. Hasta la fecha nadie sabe del paradero de este emblema heráldico, aunque se dice y se comenta que un conocido empresario, promotor inmobiliario que inició el proyecto de la obra para convertirla en hotel, lo tiene adornando la entrada de su lujoso chalet
Este edificio está catalogado en el Plan Urbanístico de la ciudad como elemento del conjunto histórico monumental.
Una vez más, los departamentos municipales de Patrimonio, Urbanismo, Cultura y el Museo arqueológico muestran poco interés en proteger estos elementos del patrimonio artístico que embellecen la ciudad.
Anteriormente, el historiador local Juan Antonio Moreno Arana ya denunciaba su lamentable estado: “Nuevamente llamamos a la responsabilidad de propietarios y administraciones. No podemos seguir permitiendo que nuestro patrimonio histórico-artístico siga estando en manos de la desidia y la especulación. Unas garras que se hacen fuertes ante la falta de compromiso de las administraciones para apoyar las iniciativas particulares para la rehabilitación de viviendas históricas y el incumplimiento de las leyes que rigen la rehabilitación de estos inmuebles de carácter patrimonial”.
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