Jerez

Los jesuitas cierran hoy casi cuatro siglos y medio de presencia en Jerez

  • La orden elige el día de su fundador, San Ignacio de Loyola, para la misa oficial de despedida

Será hoy cuando los jesuitas digan adiós a 440 años de presencia en la ciudad. Lo harán en una misa a las 20 horas en Madre de Dios, iglesia conventual que ha venido siendo su sede desde que en 1973 se trasladaron a ella desde el antiguo cenobio de la plaza Compañía. El padre Marcelino Sánchez será el encargado de esta eucaristía postrera y en la que estarán las diferentes asociaciones que desarrollan su vida en torno a la orden y a este templo, como la hermandad de Amor y Sacrificio y otros grupos parroquiales.

El pasado mes de marzo, la orden anunciaba que se marchaba de la ciudad para trasladarse a la casa de El Puerto de Santa María por razones que se soportan en la falta de vocaciones que dieran un mayor peso a la orden en la ciudad. Se presumía entonces que la despedida sería para septiembre, pero la Compañía de Jesús ha decidido aprovechar la festividad hoy de su fundador, San Ignacio de Loyola, para convocar la eucaristía con la que cierran su secular recorrido en la ciudad. Al darse la circunstancia de la condición de parroquia del templo conventual, el obispado nombrará a un sacerdote para que se ponga al frente de la misma, con una importante feligresía, y la administre, aunque durante un mes aproximadamente un sacerdote Jesuita seguirá en el cenobio jerezano. El hermano mayor de la hermandad de Amor y Sacrificio, Juan José Fontán, reconoce, no sin cierto pesar, que obviamente aceptan la decisión: "nos adaptaremos a lo que nos marquen como hermandad diocesana que somos", afirmó. No obstante, esperan poder mantener la tradición de que un sacerdote ignaciano siga estando al frente de la dirección espiritual de la cofradía.

Entendiendo que la coyuntura obliga a tomar decisiones como la de la orden Jesuita, del mismo modo que lo han hecho otras en Jerez como los franciscanos, el sentimiento de disgusto tardará en desaparecer dado los estrechos vínculos que los religiosos tienen con los que desarrollan su vida espiritual a su amparo. Lo que sí es cierto es que esas asociaciones y grupos, como reconoce Fontán, tendrán que implementar su colaboración y participación en la vida parroquial, tarea que ya asumían en múltiples funciones como en la atención del archivo, el mantenimiento y preparación de los cultos y el trabajo en Cáritas.

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