Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

José Sánchez | Afinador de pianos

“Hay artistas exigentes, pero cuando les das calidad, no tienen ninguna queja”

  • El empresario jerezano es la cuarta generación de su familia que se dedica al mundo de los pianos, un negocio en el que llevan trabajando desde hace más de cien años

Pepe Sánchez, con uno de sus pianos.

Pepe Sánchez, con uno de sus pianos. / Manuel Aranda

José Sánchez (Jerez, 1962), la música y los pianos forman parte de un mismo universo. Es la cuarta generación de una familia que se dedica, desde hace más de 100 años, al negocio del piano, a veces comerciando con ellos, otras restaurándolos y afinándolos y ahora alquilándonos. Su presencia en la mayoría de eventos de la provincia es habitual, hasta el punto que Pepe, como le denominan cariñosamente, es un verdadero clásico en estas lides.

-¿Quién es Pepe Sánchez?

-Bueno, Pepe Sánchez es el continuador de una empresa que arrancó en 1900, con lo cual llevamos más de cien años dedicándonos al mundo de los pianos. Mi bisabuelo traía los pianos de Barcelona, que eran italianos, los Bernareggi, pero tenían fábricas allí, y comerciaba con ellos aquí por la zona. 

-Luego el negocio lo continuó su padre...

-Claro, lo que pasa es que a mi padre le cogió Guerra Civil y al cerrarse las fronteras, tuvo que dedicarse a la restauración de pianos por toda España, esa era su labor. 

-Y ahora usted se dedica al alquiler y afinado de ellos...

-Eso es, ha sido como una evolución del negocio. Primero el de la venta de pianos, luego, debido a la guerra, al de la restauración y ahora mismo, me dedico al alquiler, reparación y afinación de pianos. 

-¿Cuál es su cometido exactamente?

-Bueno, las empresas o los artistas me llaman para que les lleve los pianos y también muchas entidades y particulares para la conservación de los que tienen en sus casas, que también hay muchos. Trabajo con casi todos los teatros de la provincia, el Gran Teatro Falla, el Villamarta, el Muñoz Seca de El Puerto, el de Puerto Real, el de San Fernando...

-¿Se ha dedicado siempre a esto?

-Yo estudié electrónica. Mi época de estudiante coincidió con la llegada de los órganos electrónicos, hablamos de los años ochenta más o menos. Estos órganos funcionaban solos, le dabas a dos teclas y hacía la caja de ritmo y demás. Su fuerte entrada en el mercado parecía que iba a desplazar definitivamente al piano, algo que luego no sucedió. La gente se aburrió y el piano recuperó su auge. Mi padre me planteó estudiar electrónica creyendo que el futuro del negocio iba a ir por el tema de los órganos, pero al final no fue así. Trabajé con mi padre un tiempo hasta que él lo dejó y yo seguí la tradición.

"Estudié electrónica creyendo que aquellos órganos electrónicos acabarían con los pianos, pero no fue así”

-Usted prácticamente ha nacido con un piano bajo el brazo...

-(Risas) Eso es, porque además, en mi casa la mitad de ella era para vivir y la otra mitad para el taller y una pequeña exposición que mi padre restauraba y los exponía allí para vender de segunda mano. 

-Desde que empezó en esto, ¿han cambiado mucho las cosas?

-Sí que han cambiado, sobre todo en la manera de contratar. Antes de la crisis de 2008, los Ayuntamientos o los teatros contrataban a los artistas, pero con la llegada de ésta, las instituciones se echaron atrás y fue el propio artista quien pasó a ser empresario. Por eso hay hoy en día tantos conciertos en verano, porque el artista, al no tener ingresos como los que había antes de venta de discos y demás, se ve obligado a mantenerse con conciertos. 

-¿Qué es lo más duro y los más satisfactorio de esta profesión?

-Hombre, satisfactorio cuando arreglas un piano y ves que te ha quedado bien o cuando lo alquilas para un tipo de música que te gusta, conoces al artista, te da las gracias por haberle preparado el piano...Lo peor, las malas noches que se pasa en carretera por ahí en verano, porque tienes que ir lejos, vienes tarde, te cogen caravanas en carretera...Eso quizás sea lo más duro. 

José y su hijo, restaurando un piano de hace un siglo. José y su hijo, restaurando un piano de hace un siglo.

José y su hijo, restaurando un piano de hace un siglo. / Manuel Aranda

-¿Cuesta mucho reparar un piano?

-Bueno, verás, si está muy malo, muy malo, no merece la pena. El piano es como los coches, tiene mecanismos y cuando llega un momento, ya no suena como antes. Yo siempre lo comparo con los coches, es decir, no es lo mismo un coche de 4 años que un coche de 20, pues con los pianos pasa lo mismo. 

-Dicen que por ejemplo que las cosas antiguas duraban más que las de ahora. ¿Merece la pena hoy día restaurar un piano?

-Los pianos tienen el mismo mecanismo desde hace más de cien años. La tecla, con su base que le da a un escape y suena. Y además, las máquinas en el XIX con lo cual, la mayoría de ellos estaban hechos con máquinas. Ahora bien, cuando llegaron los pianos japoneses, allá por los años 80, salieron también los coreanos, y decían los expertos que estos últimos costaban un 30% más barato. Sin embargo, éste no ha aguantado bien los años, en comparación con uno japonés. Es más, un piano japonés con 30 años, ya sea un Yahama o un Kawai, se puede reparar pero no merece la pena reparar un coreano. 

-Yamaha, Kawai, Steinway...¿qué puede decir de ellos? 

-Bueno, el Steinway es el mito, un piano que casi todos los concertistas quieren y te piden. El Teatro Villamarta, por ejemplo, optó en su día por comprar un Steinway y ese piano sigue ahí y lo tienen para conciertos. Luego está Yamaha, que hoy día tiene pianos de primer nivel para conciertos, y luego Kawai, que en su día pegó muy fuerte y se sigue manteniendo. Hoy día hay mucha competencia.  

"Los pianos son como los coches, no es igual uno que tiene cuatro años que uno que tiene cuarenta años”

-¿Y qué le piden los artistas? ¿Son muy exigentes?

-Si a cualquier artista tú le pones un Steinway o un Yamaha, no se quejan porque son calidad. Luego, en cuanto a la exigencia, depende, porque hay muchos que tocan en otro nivel y son más delicados, y otros que no, hay de todo. 

-Entiendo que para afinar y dedicarse a esto, uno tiene que saber tocar...

-Yo estudié en el Conservatorio durante un tiempo, hasta tercer curso de mi época, sobre todo por tener una noción del piano. Es importante saber algo de música. Mi hijo, por ejemplo, que ahora mismo me ayuda y que espero que siga con el negocio, está estudiando trompeta, y es algo que también le sirve. 

-¿Le gustaría que siguiera con la profesión?

-Claro, sería muy bonito porque él es la quinta generación que se dedica a esto en mi familia. Además, tal y como están hoy algunos negocios y algunas carreras, que siga trabajando en esto, seguro que le vendrá bien. Recuerdo que cuando empecé a estudiar electrónica en formación profesional, la gente me decía, '¿tú por qué no te quedas con lo de tu padre que no hay nadie?'. Al principio, no lo veía pero luego, conseguí compaginar las dos cosas, y al final acabé dedicándome a la empresa familiar. Yo le digo eso a mi hijo, que intente hacer las dos cosas, porque nunca se sabe. Por ahora, me ayuda mucho y la verdad es que se agradece, porque a veces coinciden conciertos y entre los dos nos repartimos. 

-Supongo que después de tantos años, usted ha conseguido un estatus... 

-Sí, ya hay artistas que vienen a actuar por la zona y los mismos profesionales de Barcelona o Madrid, les recomiendan que me llamen a mí. Lo mismo que hago yo cuando es al contrario, porque ni a ellos ni a mí nos interesa llevar un piano alquilado a Barcelona o que lo traigan ellos a Jerez. Yo normalmente me muevo por Jerez, Cádiz, Sevilla y también por Huelva, aunque a veces salen cosas en otras ciudades, el otro día por ejemplo estuve en Granada. 

José Sánchez y su hijo, con uno de sus pianos. José Sánchez y su hijo, con uno de sus pianos.

José Sánchez y su hijo, con uno de sus pianos. / Manuel Aranda

-¿Es peor el verano o el invierno?

-Por supuesto, el verano. Date cuenta que en invierno, si hay tres conciertos en el fin de semana, vas dejando los pianos, ya que al ser cubierto, puedes dejarlos. En verano, sin embargo, no, porque son al aire libre. Y además, los artistas concentran casi todo durante los fines de semana y claro, son duros. 

-Usted ahora trabaja para muchos teatros y festivales como el Concert Music, pero hubo una época en la que la cultura lo tenía difícil...

-La verdad es que sí. Cuando yo comencé en esto, el Teatro Villamarta estaba cerrado y en Jerez, por ejemplo, había pocos espacios para dar conciertos de piano. Recuerdo que muchas veces se hacían en los Claustros, que no estaban arreglados pero ya eran del Ayuntamiento, y sobre todo en las iglesias. Lo mismo pasaba en Puerto Real, que era de un privado, o en El Puerto.  

-Como pianista, ¿considera que hay menos música clásica de la que debiera?

-Sinceramente, sí. Ahora la música clásica ha dado un bajón. Si no fuera por los conservatorios, que hacen sus conciertos, y la cosa ha decaído mucho. 

-¿Cómo le afectó la pandemia?

-Me la tomé con filosofía. Las cosas vienen como vienen así que decidí por aprovechar para descansar en casa. En mi trabajo, nunca tengo vacaciones, no más de varios días, así que aproveché para desconectar. Los negocios son cíclicos y evidentemente, la pandemia fue muy mala económicamente para mucha gente, y para la cultura más, pero tampoco me supuso un grave problema. 

–El otro día, hablando con un entendido, me decía que Jerez tuvo en su día un boom de pianos pero especialmente de pianolas...

–Es verdad. Jerez ha sido una ciudad adelantada en muchas cosas hace décadas y sí que es cierto que durante un tiempo tuvo mucho movimiento de este tipo. De hecho, los tíos de mi padre, que también se dedicaban al negocio, fueron los que importaron de América muchas pianolas cuando se pusieron de moda. Fue un Domecq el primero en adquirir una, y a partir de ahí se pusieron de moda. Como no había tocadiscos ni nada, la gente recurría a ellas, y en apenas ocho o diez años, Jerez se llenó de pianolas.

–¿Hay muchas casas particulares que recurren a usted?

–Sí, porque hay muchas familias cuyos hijos estudian música y aunque comienzan con un tecladito, y si ven que avanza, le compran un piano. La verdad es que voy a muchas casas para mantenimiento y afinación de pianos.  

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